Lydia Fossa, PhD
Una de las características del siglo XVI en la Castilla peninsular, es su poca alfabetización. Según De Tapia (1993), pocas personas sabían leer y escribir; otras tantas solo leían; otras solo firmaban. Quienes sí sabían leer y escribir eran los nobles, los religiosos y las religiosas y otros especialistas como abogados o médicos, que habían asistido a la universidad. Los hijos e hijas de los señores recibían educación lecto escrituraria privada, generalmente en su lugar de vivienda. Los hidalgos, los maestros de oficios y algunos otros pagaban a profesores laicos por la enseñanza a sus hijos, generalmente hombres. Las escuelas públicas, si las había, estaban regentadas por religiosos. De Tapia presenta varios cuadros en los que analiza diversos factores que afectan la posibilidad del aprendizaje de la lectura y la escritura: rango social, lugar de residencia, necesidad laboral, entre otros. Haciendo un resumen de sus tablas relativas a la población de Castilla durante el siglo XVI, llegamos a la conclusión de que menos del 30% del total poblacional sabía leer y escribir.
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