Francisco Jerez

Xerez, Francisco “Verdadera relaçion de la conquista del Perú y provincia del Cuzco llamada la Nueva Castilla, conquistada por el magnífico y esforzado caballero Francisco Pizarro hijo del capitán Gonzalo Pizarro caballero de la ciudad de Trujillo; como capitán de la cesarea y catholica Magestad del emperador y rey nuestro señor; enviada a su Magestad por Francisco de Jerez natural de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla secretario del sobredicho señor en todas las provincias y conquista de la Nueva Castilla” en Las relaciones de la conquista del Perú, Colección de libros y documentos referentes a la historia del Perú, Comp. Horacio Urteaga, Tomo V, Lima, [ca1534] 1917, 1-76 y 103-121.

Presentación de Francisco Jerez

Cómo citar:
GLOSAS CRONIQUENSES (1994-), Francisco Jerez. https://glosascroniquenses.github.io/Glosario/intro/cronista23. [Fecha de consulta: 24.11.2021]


Almotaje [sic: Amotape]


Cita Número de página
El Gobernador hizo información de los indios naturales, y halló que el cacique de Lachira con sus principales y otro llamado Almotaje [sic: Amotape], tenían concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador. 24
Luego mandó hacer justicia, quemando al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y a sus principales e algunos indios, y a todos los principales de Lachira; deste cacique Lachira no se fizo justicia, porque pareció no tener tanta culpa y ser apremiado de sus principales, y porque estas dos poblaciones quedaban sin cabezas t se perderían (...) 25
Vista la información, el Gobernador envió secretamente a prender al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y los principales indios y él prendió también al de Lachira y algunos de sus principales, los cuales confesaron el delicto. 25
(...) al cual apercibió que de allí en adelante fuese bueno, y que a la primera ruindad no le perdonaría, y que recogiese toda su gente y la de Almotaje [sic: Amotape], y la gobernase y rigiese, hasta que un muchacho heredero de Almotaje [sic: Amotape], fuese de edad para gobernar. 25

Atabalipa


Cita Número de página
Tuvo noticias el Gobernador que la vía de Chincha y del Cuzco hay muchas y grandes poblaciones abundosas y ricas; y que doce o quince jornadas deste pueblo está un valle poblado que se dice Caxamalca adonde reside Atabalipa, que es el mayor señor que al presente hay entre los naturales, al cual todos obedecen (...) 26-27
(...) y por ser este señor tan temido, los comarcanos deste río no están domésticos al servicio de su majestad, como conviene, antes se favorescen con este Atabalipa, y dicen que a él tienen por señor y no hay otro, y que pequeña parte de su hueste basta para matar a todos los cristianos, poniendo mucho temor con su acostumbrada crueldad. 27
El Gobernador acordó de partirse en busca de Atabalipa para traerlo al servicio de su majestad, y para pacificar las provincias comarcanas; porque, éste conquistado, lo restante ligeramente sería pacificado. 27
Salió el Gobernador de la ciudad de San Miguel en demanda de Atabalipa, a 24 días de septiembre año de 1532. 27
Súpose que este cacique era gran señor, el cual al presente estaba destruído; que el Cuzco viejo, padre de Atabalipa, le había destruído veinte pueblos y muerte gente déllos. 28
El Gobernador se informó allí de los pueblos y caciques comarcanos y del camino de Caxamalca, y informáronle que dos jornadas de allí había un pueblo grande que se dice Caxas, en el cual había guarnición de Atabalipa, esperando a los cristianos, si fuesen por allí. 28
Sabido por el Gobernador, mandó secretamente a un capitán con gente de pie y de a cauallo para que fuese al pueblo de Caxas, porque si allí bebiese gente de Atabalipa no tomasen soberbia yendo a ellos (...) 29
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Y que aquellos pueblos habían estado hasta un año antes por el Cuzco, hijo del Cuzco viejo; que hasta que Atabalipa su hermano, se levantó, y ha venido conquistando la tierra, echándoles grandes pechos y tributos, y que cada día hace en ellos grandes crueldades, y que, además del tributo que les dan de sus haciendas y granjerías, se lo dan de sus hijos y hijas. 30
Y que aquel asiento real de que allí estaba fué de Atabalipa que pocos días antes se había ido de allí, con cierta gente de su hueste (...) 31
(...) y que se halló en aquel pueblo de Caxas una casa grande, fuerte y cercada de tapias, con sus puertas, en la cual estaban muchas mujeres hilando y tejiendo ropas para la hueste de Atabalipa, sin tener varones mas de los porteros que las guardaban 31
(...) y que a la entrada del pueblo había ciertos indios ahorcados de los pies y supo deste principal que Atabalipa los mandó matar por que uno dellos entró en las casas de las mujeres a dormir con una; al cual y a todos los porteros que consintieron, ahorcó (...) 31
Aquesta costumbre tienen antiguamente y Atabalipa la suspendió en cuanto tocaba a lo que sacaban para su gente de guarnición. 32
También dijo que halló en estos dos pueblos dos casas llenas de clazado y panes de sal, y un manjar que parecía albóndigas, y depósito de otras cosas para la hueste de Atabalipa; y dijo que aquellos pueblos tenían buena orden y vivían políticamente. 32
Con el capitán vino un indio principal con otros algunos, y dijo el capitán que aquel indio había venido con cierto presente para el Gobernador que su señor Atabalipa le envía desde Caxamalca para le traer aquel presente, que eran dos fortalezas a manera de fuente figuradas en piedra, con que beba, y dos cargas de patos secos desollados, para que, hechos polvos, se sahume con ellos, porque así se usa entre los señores de su tierra; y que le envía a decir que él tiene voluntad de ser su amigo, y esperalle de paz en Caxamalca. 32
El Gobernador recibió el presente y le habló bien, diciendo que holgaba mucho de su venida, por ser mensajero de Atabalipa, a quien él deseaba ver por las nuevas que dél oía (...) 33
Partido este mensajero , el Gobernador se detuvo allí dos días, porque la gente que había venido de Caxas venía fatigada del camino; y entre tanto escribió a los vecinos del pueblo de San Miguel la relación que de la tierra tenía y las nuevas de Atabalipa, y les envió las dos fortalezas y ropa de lana de la tierra que de Caxas trujeron (...) 33
Hallóse allí un capitán puesto por Atabalipa. 34
(...) Él les preguntó por Atabalipa, si sabían si esperaba de paz o de guerra a los cristianos; y ninguno quiso decir verdad, por temor que tenían de Atabalipa, hasta que tomado parte, un principal y atormentado, dijo que Atabalipa esperaba de guerra con su gente en tres partes, la una al pie de la sierra, y otra en Caxamalca, con mucha soberbia, diciendo que ha de matar a los cristianos; lo cual dijo este principal que él lo había oído. 35-36
(...) y como hubo pasado, [El Gobernador] se fué a aposentar a la fortaleza donde el capitán estaba; y mandó llamar a un cacique, del cual supo que Atabalipa estaba adelante de Caxamalca, en Guamachuco, con mucha gente de guerra, que serían cincuenta mil hombres (...) 36
(...) como el Gobernador oyó tanto número de gente, creyendo que erraba el cacique en la cuenta, informóse de su manera de contar, y supo que cuentan de uno hasta diez, y de diez hasta ciento, y de diez cientos hacen mil, y cinco dieces de millares era la gente que Atabalipa tenía. 36
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36
El indio respondió: 'No osaré ir por espía; más iré por tu mensajero a hablar con Atabalipa, y sabré si hay gente de guerra en la sierra, y el propósito que tiene Atabalipa'. 37
El Gobernador dijo que fuese como quisiese; y que si en la sierra hobiese gente, como allí habían sabido, que le enviase aviso con un indio de los que consigo llevaba, y que hablase con Atabalipa y su gente y le dijese el buen tratamiento que él y los cristianos hacen a los caciques de paz, y que no hacen guerra sino a los que se ponen en ella, y que de todo les dijese la verdad, según lo que había visto; y que si Atabalipa quisiese ser bueno, que él sería su amigo y hermano y le favorecería y ayudaría en su guerra. 37
Algunos de los cristianos fueron de parecer que fuese el Gobernador con ellos por aquel camino a Chincha,porque por el otro camino había una mala sierra de pasar antes de llegar a Caxamalca, y en ella había gente de guerra de Atabalipa y yendo por allí se les podía seguir algún detrimento. 38
El Gobernador respondió que ya tenía noticia Atabalipa que él iba en su demanda, desde que partió del río San Miguel; que si dejasen aquel camino dirían los indios que no osaban ir a ellos, y tomarían más soberbia de la que tenían; por lo cual, y por otras muchas causas, dijo que no se había de dejar el camino comenzado, y ir a do quiera que Atabalipa estuviese; que todos se animasen a hacer como de éllos se esperaba; que no les pusiese temor la mucha gente que decían que tenía Atabalipa (...) 38
La gente deste pueblo era alzada, excepto algunas mujeres y pocos indios, de los cuales mandó el Gobernador a un capitán que tomase de los más principales dos, y les preguntase a cada uno por sí de las cosas de aquella tierra y dónde estaba Atabalipa, si esperaba de paz o de guerra. 40
El capitán supo dellos cómo había tres días que Atabalipa era venido a Caxamalca y que tenía consigo mucha gente; que no sabía lo que quería hacer; que siempre habían oído que quería paz con los cristianos, y que la gente deste pueblo estaba por Atabalipa. 40
Ya que el Sol se quería poner llegó un indio de los que había llevado el indio que el Gobernador envió por mensajero , y dijo que le había enviado el principal indio que iba por mensajero desde cerca de Caxamalca; porque allí había encontrado dos mensajeros de Atabalipa que venían atrás; que otro día llegarían y que Atabalipa estaba en Caxamalca, y que él no quiso parar hasta ir a hablar a Atabalipa, y que él volvería con la respuesta, y que en el camino no había hallado gente de guerra. 40
Dende a poco rato que el Gobernador había aquí reposado llegó la retaguardia y por otra parte los mensajeros que Atabalipa enviaba, los cuales traían diez ovejas. 41
Llegados ante el Gobernador y hecho su acatamiento, dijeron que Atabalipa enviaba aquellas ovejas para los cristianos y para saber el día que llegarían a Caxamalca, para les enviar comida al camino. 41
El Gobernador los recibió bien y les dijo que se holgaba con su venida, por enviarlos su hermano Atabalipa; que él iría lo más presto que pudiese. 41
Después que hobieron comido y reposado, el Gobernador les preguntó de las cosas de la tierra y de las guerras que tenía Atabalipa. 41
El uno dellos respondió que cinco días había que Atabalipa estaba en Caxamalca para esperar allí al Gobernador, y que no tenía consigo sino poca gente; que la había enviado a dar guerra al Cuzco su hermano. 41
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
Y no contento con el señorío que tenía, vino a dar guerra a su hermano Atabalipa, el cual le envió mensajeros rogándole que le dejase pacíficamente en lo que su padre le había dejado por herencia, y no lo queriendo hacer el Cuzco, mató a sus herederos y a un hermano de los dos que fué con la embajada. 42
Visto esto por Atabalipa, salió a él con mucha gente de guerra hasta llegar a la provincia de Tumepomba [sic: Tumipampa], que era del señorío de su hermano; y por defenderse de la gente, quemó el pueblo principal de aquella provincia y mató toda la gente. 42
Atabalipa fué conquistando la tierra del Cuzco, sin que algún pueblo se le defendiese, porque sabían el castigo que en Tumepamba [sic: Tumipampa] hizo y de todas las tierras que señoreaba se rehacía de gente de guerra. 42
Y como llegó Caxamalca, parecióle la tierra buena y abundante, y asentó allí para acabar de conquistar toda la tierra de su hermano, y envió con un capitán dos mil hombres de guerra sobre la ciudad donde su hermano reside; y como su hermano tenía mucho número de gente, matóle estos dos mil hombres; y Atabalipa tornó a enviar más gente con dos capitanes, seis meses há, y de pocos días acá le han venido nuevas destos dos capitanes que han ganado toda la tierra del Cuzco hasta llegar a su pueblo, y han desbaratado a él y a su gente, y traen presa su persona, y le tomaron mucho oro y plata'. 42-43
Y creyendo el Gobernador que todo lo que este indio había dicho era de parte de Atabalipa por poner temor a los cristianos y dar a entender su poderío y destreza dijo al mensajero : 'Bien creo lo que has dicho es así, porque Atabalipa es gran señor, y tengo nuevas que es buen guerrero (...) 43
(...) más hágote saber que mi señor el Emperador que es rey de las Españas y de todas las Indias y Tierra Firme, y señor de todo el mundo, tiene muchos criados mayores señores que Atabalipa y capitanes suyos han vencido y prendido a muy mayores que Atabalipa y su hermano y su padre; y el Emperador me envió a estas tierras a traer a los moradores dellas en conoscimiento de Dios y en su obediencia, y con estos pocos cristianos que conmigo vienen he yo desbaratado mayores señores que Atabalipa. 43
Y luego que el señor Gobernador allí fué llegado, vino el principal mensajero que Atabalipa había primero enviado con el presente de las fortalezas que vino a Zarán por la vía de Caxas. 44
El Gobernador mostró holgarse mucho con él, y le preguntó qué tal quedaba Atabalipa; él respondió que bueno, y le enviaba con diez ovejas que traía para los cristianos y fabló muy desenvueltamente, y en sus razones parecía hombre vivo. 44
Dijeron que lo mesmo había dicho el otro mensajero el día antes y otras muchas razones alabando el gran estado de su señor, y la gran pujanza de su hueste, y asegurando y certificando al Gobernador que Atabalipa le recibiría de paz y lo quería tener por amigo y hermano. 44
Otro día por la mañana se partió el Gobernador y caminó por las sierras como primero, y llegó a unos de Atabalipa, adonde reposó un día. 45
Otro día vino allí el mensajero que había enviado el Gobernador a Atabalipa, que era un principal indio de la provincia de San Miguel; y viendo al mensajero de Atabalipa, que presente estaba, arremetió contra él, trabóle de las orejas, tirando reciamente hasta que el Gobernador mandó que lo soltase, que dejándolos hubiera entre ellos mala escaramuza. 45
Preguntóle el Gobernador que por qué había hecho aquello al mensajero de su hermano Atabalipa, él dijo: 'Este es un gran bellaco, llevador de Atabalipa, y viene aquí a decir mentiras, mostrando ser persona principal; que Atabalipa está de guerra fuera de Caxamalca, en el campo y tiene mucha gente; que yo hallé el pueblo sin gente, y de ahí fui a las tiendas, y ví que tenía mucha gente y ganados y muchas tiendas, y todos están a punto de guerra (...) 45
Díjeles que me dejasen ver a Atabalipa y decirle mi embajada, y no quisieron, diciendo que estaba ayunando y no quería hablar con nadie. 45
Al tiempo que me quería venir les rogué que me dejasen ver a Atabalipa, pues sus mensajeros ven y hablan al Gobernador que es mejor que él, y no me quisieron dejar hablar con él, y así me vine. 46
Pues mirad si tengo razón de matar a éste; porque siendo un llevador de Atabalipa (como me han dicho que es) habla contigo y come a tu mesa, y a mi que soy un hombre principal no me quisieron dejar hablar con Atabalipa ni darme de comer, y con buenas razones me defendi que no me mataron. 46
El mensajero de Atabalipa respondió muy atemorizado de ver que el otro indio hablaba con tanto atrevimiento, y dijo que si no había gente en el pueblo de Caxamalca era por dejar las casas vacías en que los cristianos se aposentaron, y Atabalipa está en el campo porque así lo tiene de costumbre después que comenzó la guerra (...) 46
(...) y si no le dejaron hablar con Atabalipa fué porque ayunaba como tiene de costumbre, y no te le dejaron ver, porque los días que ayuna está retraído, y ninguno le habla en aquel tiempo, y ninguno osaría hacerle saber que tu estabas allí; y si él lo supiese te hiciera entrar y dar de comer. 46-47
Otras muchas razones dijo, asegurando que Atabalipa estaba esperando de paz. 47
El Gobernador dijo que bien creía que era así como él decía, porque no tenía menos confianza de su hermano Atabalipa; y no dejó de le hacer un buen tratamiento de ahí en adelante como antes; riñendo con el indio su mensajero , dando a entender que le pesaba porque le había maltratado en su presencia; teniendo en lo secreto por cierto que era verdad lo que su indio había dicho, por el conoscimiento que tenía de las cautelosas mañas de los indios. 47
Allí vinieron mensajeros de Atabalipa con comida para los cristianos. 47
Con esta orden caminó, enviando mensajeros a Atabalipa que viniese allí al pueblo de Caxamalca para verse con él. 47
Y en llegando a la entrada de Caxamalca vieron estar el real de Atabalipa una legua de Caxamalca, en la falda de una sierra. 47
En medio del pueblo está una plaza grande cerca de tapias y de casas de aposento, y por no hallar el Gobernador gente, reparó en aquella plaza, y envió un mensajero a Atabalipa haciéndole saber cómo era llegado; que viniese a verse con él y a mostrarle dónde se aposentase. 48
Entretanto mandó ver el pueblo, porque si hobiese otra mejor fuerza asentase allí el real; y mandó que estuviesen todos en la plaza, y los de a caballo sin apearse hasta ver si Atabalipa venía, y visto el pueblo, no se hallaron mejores aposentos que la plaza. 48
Fuerzas son que entre indios no se han visto tales; entre la sierra y esta plaza grande está otra plaza más pequeña; cercada toda de aposentos; y en ellos había muchas mujeres para el servicio de aqueste Atabalipa. 49
Como el Gobernador hubo estado con los españoles esperando que Atabalipa viniese o enviase a darle aposento y como vió que se hacía ya tarde, envió un capitán con veinte de a caballo a hablar a Atabalipa y a decirle que viniese a hablar con él (...) 49-50
Estando en esto vino un indio de Atabalipa a decir al Gobernador que se aposentase donde quisiese, con tanto que no se subiese en la fortaleza de la plaza; que él no podía venir por entonces porque ayunaba. 50
Venidos ante el Gobernador dijeron que en el camino, habían hallado un mal paso en una ciénaga que de antes parecía ser hecho de calzada, porque desde deste pueblo va todo el camino ancho hecho de calzada y de piedra hasta el real de Atabalipa; y como la calzada iba sobre los malos pasos, rompieron sobre aquel mal paso, y que lo pasaron por otra parte (...) 50-51
(...) y llegado al aposento de Atabalipa, en una plaza había cuatrocientos indios que parecían gente de guarda (...) 51
Dejando allí la gente, pasó el río, y llegando cerca de donde Atabalipa estaba, dijo el capitán que con él estaba (...) 51
Atabalipa dijo: 'Un cacique no me ha querido obedecer, mi gente irá con vosotros y haréisle guerra'. 52
Atabalipa se rió y dijo que bebiessen; los capitanes dijeron que ayunaban por defenderse de beber su brebaje. Importunados por él, lo aceptaron. 52
Luego vinieron mujeres con vasos de oro, en que traían chicha de maíz. Como Atabalipa las vido, alzó los ojos a ellas, sin les decir palabra se fueron presto e volvieron con otros vasos de oro mayores: y con ellos les dieron a beber. 52-53
Luego se despidieron quedando Atabalipa de ir a ver al Gobernador otro día por la mañana. 53
Su real estaba sentado en la falda de un serrezuela, y las tiendas, que eran de algodón, tomaban una legua de largo; en medio estaba la de Atabalipa. 53
Venido el día sábado por la mañana llegó al Gobernador un mensajero de Atabalipa y le dijo de su parte: 'Mi señor te envía a decir que quiere venir a verte, y traer su gente armada, pues tu enviaste la tuya ayer armada; y que les envíes un cristiano con quien venga'. 53
Atabalipa te envía a decir que no quería traer su gente armada; porque aunque viniesen con él, muchos venían sin armas, porque los querían traer consigo y aposentarlos en este pueblo; y que le aderezasen un aposento de los desta plaza, donde él pose, que sea una casa que se dice de la Sierpe, que tiene dentro una sierpe de piedra'. 54
En las calles por do entran a la plaza puso gente en celada; y tomó consigo veinte hombres de a pie y con ellos estuvo en su aposento, poque con él tuviesen cargo de prender la persona de Atabalipa si cautelosamente viniese, como parecía que venía, con tanto número de gente como con él venía. 54
Con este concierto y orden que se ha dicho estuvo el Gobernador esperando que Atabalipa entrase, sin que en la plaza aparesciese algún cristiano, excepto el atalaya que daba aviso de lo que pasaba en la hueste. 55
Viendo el Gobernador que el Sol se iba a poner, y que Atabalipa no levantaba de donde había reparado, y que todavía venía gente de su real, envióle a decir con un español que entrase en la plaza y viniese a verlo antes que fuese de noche. 55
Como el mensajero fué a Atabalipa, hízole acatamiento y por señas le dijo que fuese donde el Gobernador estaba. 55-56
Entre estos venía Atabalipa en una litera aforrada de plumas de papagayos de muchos colores, guarnecida de chapas de oro y plata. 56
En llegando Atabalipa en medio de la plaza hizo que todos estuviesen quedos, y la litera en que él venía, y las otras en alto: no cesaba de entrar gente en la plaza. 56
El Gobernador que esto vió, dijo a Fray Vicente que si quería ir a hablar a Atabalipa con un faurate; él dijo que sí, y fué con una cruz en la mano y con una biblia en la otra, y entró por entre la gente hasta donde Atabalipa estaba (...) 56
Atabalipa dijo que le diese el libro para verle, y él se lo dió cerrado, y no acertando Atabalipa a abrirle, el religioso extendió el brazo para lo abrir, y Atabalipa con gran desden le dió un golpe en el brazo, no queriendo que lo abriese (...) 57
Atabalipa dijo: 'No partiré de aquí hasta que no me la traigan'. 57
Atabalipa se puso en pie encima de las andas, hablando a los suyos que estuviesen apercibidos. 57
El religioso dijo al Gobernador lo que había pasado con Atabalipa y que había echado en tierra la Sagrada Escriptura. 57
Luego el Gobernador se armó un sayo de armas de algodón, y tomó su espada y adarga, y con los españoles que con él estaban entró por medio de los indios; y con mucho ánimo, con solo cuatro hombres que le pudieron seguir; llegó hasta la litera donde Atabalipa estaba, y sin temor le echó mano del brazo izquierdo diciendo 'Santiago'. 57-58
El Gobernador tenía todavía del brazo a Atabalipa, que no le podía sacar de las andas, como estaba en alto. 58
Los españoles hicieron tal matanza en los que tenían las andas, que cayeron en el suelo; y si el Gobernador no defendiera a Atabalipa, allí pagaba el soberbio todas las crueldades que había hecho. 58
El Gobernador, por defender a Atabalipa, fué herido de una pequeña herida en la mano. 58
Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres principales, los cuales, todos murieron, y también todos los que venían en las literas y hamacas; y el de la una litera era su paje y señor; a quién él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente y consejeros suyos: murió también el cacique señor de Caxamalca. 58
Otros capitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso déllos, porque todos los que venían en guarda de Atabalipa eran grandes señores. 58-59
Y el Gobernador se fué a su posada con su prisionero Atabalipa, despojado de sus vestiduras que los españoles le habían rompido por quitarle de las andas. 59
Hecho este razonamiento por el Gobernador, respondió Atabalipa que había sido engañado de sus capitanes, que le dijeron que no hiciese caso de los españoles; que él de paz quería venir, y los suyos no le dejaron, y que todos los que le aconsejaron eran muertos. 60
Y así, se fueron a cenar y el Gobernador hizo asentar a su mesa a Atabalipa, y haciéndole buen tratamiento, y sirviéronle como a su misma persona; y luego le mandó dar de sus mujeres que fueron presas las que él quiso para su servicio, y mándole hacer una cama en la cámara que el mismo Gobernador dormía, teniéndole sulto sin prisión, sino las guardas que velaban. 61
El capitán con los de a caballo recogió todo lo que había en el campo y tiendas de Atabalipa, y entró antes de medio día en el real con una cabalgada de hombres y mujeres, y ovejas y oro, plata y ropa; en esta cabalgada hubo ochenta mil pesos y siete mil marcos de plata y catorce esmeraldas; el oro y plata en piezas monstruosas y platos grandes y pequeños, y cántaros y ollas y braceros y copones grandes y otras piezas diversas. 61
Atabalipa dijo que todo esto era vajilla de su servicio, y que sus indios que habían huído habían llevado otra mucha cantidad. 61
(...) y los indios que la noche antes habían recogido mandó el Gobernador poner en la plaza para que los cristianos tomasen los que hobiesen menester para su servicio; todos los demás mandó soltar y que se fuesen a sus casas; porque eran de diversas provincias, que los traía Atabalipa para sostener sus guerras y para servicio de su ejército. 61
El Gobernador no lo consintió diciendo que no era bien hacer tan grande crueldad; que aunque es grande el poder de Atabalipa y podía recoger gran número de gente, que mucho mayor es el poder de Dios nuestro Señor (...) 61
Esta gente que Atabalipa tenía en su ejército, eran todos hombres muy diestros y ejercitados en la guerra como aquellos que siempre andan en ella, e son mancebos e grandes de cuerpo, que solos mil dellos bastan para asolar una población de aquella tierra, aunque tenga veinte mil hombres. 64
La casa de aposento de Atabalipa que en medio de su real tema, es la mejor que entre los indios se ha visto, aunque pequeña; hecha en cuatro cuartos, y en medio un patio, y en él un estanque, al cual viene agua por un caño, tan caliente, que no se puede sofrir la mano en ella. 64
El aposento en donde Atabalipa estaba entre día es un corredor sobre un huerto, y junto está una cámara donde dormía, con una ventana sobre el patio y estanque, y el corredor así mesmo sale sobre el patio; las paredes están enjabelgadas de un betumen bermejo, mejor que almagre, que luee mucho, y la madera que cae, sobre la cobija de la casa está teñida de la mesma color; y el otro cuarto frontero es de cuatro bóvedas, redondas como campanas, todas cuatro encorporadas en una; este es encalado, blanco como nieve. Los otros dos son casas de servicio. 64-65
Ya se ha dicho de la victoria que los cristianos hobieron en la batalla y prisión de Atabalipa, y de la manera de su real y ejército. 65
Agora se dirá del padre deste Atabalipa, y cómo se hizo señor y otras cosas de su grandeza y estado, según que él mesmo lo contó al Gobernador. 65
Su padre deste Atabalipa se llamó el Cuzco, que señoreó toda aquella tierra; de más de trescientas leguas le obedecían y daban tributo. 65
Este era hijo de su mujer legítima e la más principal a quien más quiere el marido; éste era mayor que Atabalipa. 65
Y asímismo dijo Atabalipa que después de la muerte de su padre, él y su hermano el Cuzco estuvieron en paz siete años cada uno en la tierra que le dejó su padre y podrá haber un año, poco más, que su hermano el Cuzco se levantó contra él con voluntad de tomarle su señorío, y después le envío rogar Atabalipa que no le hiciese guerra, sino que se contentase con lo que su padre le había dejado; y el Cuzco no lo quizo hacer, y Atabalipa salió de su tierra que se dice Guito [sic: Quito], con la más gente de guerra que pudo, y vino a Tomepompa [sic: Tumipampa], donde hubo con su hermano una batalla, y mató Atabalipa más de mil hombres de la gente del Cuzco, y lo hizo volver huyendo (...) 66-67
(...) y el Cuzco se fué a su tierra huyendo, y Atabalipa vino conquistando con gran poder toda aquella tierra y todos los pueblos se le daban, sabiendo la grandísima destruición que había hecho en Tomepomba [sic: Tumipampa]. 67
Seis meses había que Atabalipa había enviado dos pajes suyos, muy valientes hombres, el uno llamado Quisques, y el otro Chialiachín [sic: Chillicuchima], los cuales fueron con cuarenta mil hombres sobre la ciudad de su hermano: y fueron ganando toda la tierra hasta aquella ciudad donde el Cuzco estaba, y se la tomaron y mataron mucha gente, y prendieron su persona y le tomaron todo el tesoro de su padre, y luego lo hicieron saber a Atabalipa y mandó que se lo enviase preso (...) 67
(...) y los capitanes se quedaron en aquella ciudad que habían conquistado por guardar la ciudad y el tesoro que en ella había, y que tenían diez mil hombres de guarnición, de los cuarenta mil que llevaron, y los otros treinta mil fueron a descansar a sus casas con el despojo que habían habido: y todo lo que su hermano el Cuzco poseía tenía Atabalipa subjectado. 67
Atabalipa y estos sus capitanes generales andaban en andas, y después que la guerra comenzó ha muerto mucha gente, y Atabalipa ha hecho muchas crueldades en los contrarios, y tiene consigo a todos los caciques de los pueblos que ha conquistado, y tiene puestos gobernadores en todos los pueblos, porque de otra manera no pudiera tener tan pacífica y subjecta la tierra como la ha tenido (...) 67-68
Atabalipa tenía pensamiento, si no le acaeciera ser preso, de irse a descansar a su tierra, y de camino acabar de asolar todos los pueblos de aquella comarca de Tomepomba [sic: Tumipampa] que se le había puesto en defensa y poblalla de nuevo de su gente, y que le envíasen sus capitanes, de la gente del Cuzco que han conquistado, cuatro mil hombres casados para poblar a Tomepomba [sic: Tumipampa]. 68
También dijo Atabalipa que entregaría al Gobernador a su hermano el Cuzco, al cual sus capitanes enviaban preso de la ciudad, para que hiciese dél lo que quisiese (...) 68
(...) y porque Atabalipa temía que a él mesmo matarían los españoles, y dijo al Gobernador que daría para los españoles que le habían predicado mucha cuantidad de oro y plata (...) 68
Atabalipa dijo que daría de oro una sala que tiene 22 pies en largo y diez y siete en ancho, llena hasta una raya blanca que está en la mitad del altor de la sala, que será lo que dijo de altura de estado y medio; y dijo que hasta allí henchiría la sala de diversas piezas de oro, cántaros, ollas y tejuelos, y otras piezas, y que de plata daría todo aquel bohío dos veces lleno, y que esto cumpliría dentro de doce meses. 68
Luego despachó Atabalipa mensajeros a sus capitanes, que estaban en la ciudad del Cuzco, que le enviasen dos mil indios cargados de oro y muchos de plata; esto sin lo que venía camino con su hermano, que traían preso. 69
El Gobernador le preguntó que qué tanto tardarían sus mensajeros en ir a la ciudad del Cuzco; Atabalipa dijo que cuando envía con priesa hacer saber alguna cosa corren por postas de pueblo en pueblo, y llega la nueva en cinco días, y que yendo todo el camino, los que él envía con el mensaje, aunque sean hombres sueltos, tardan quince días en ir. 69
Atabalipa dijo que el día que el Gobernador envío a su hermano Hernando Pizarro a su real para hablar con él, que uno de los cristianos arremetió con el caballo, y aquellos que estaban muertos se habían retraído y por eso los mandó matar. 69
Atabalipa era hombre de treinta años; bien apersonado y dispuesto, algo grueso; el rostro grande, hermoso y feroz, los ojos encarnizados en sangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor; habla muy vivos razonamientos, y entendidos por los españoles, conoscían ser hombre sabio; era hombre alegre; aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto y no mostraba alegría. 69
Entre otras cosas dijo Atabalipa al Gobernador que diez jornadas de Caxamalca camino del Cuzco, está en un pueblo una mezquita que tienen todos los moradores de aquella tierra por su templo general, en la cual todos ofrescen oro y plata, y su padre la tuvo en mucha veneración (...) 69-70
(...) la cual mezquita dijo Atabalipa que tenía mucha riqueza; porque aunque en cada pueblo hay mezquita donde tienen sus ídolos particulares en que ellos adoran, en aquella mezquita estaba el general ídolo de todos ellos; y que por guarda de aquella mezquita estaba un gran sabio, el cual los indios creían que sabía las cosas por venir, porque hablaba con aquel ídolo y se las decía. 70
Oídas estas palabras por el Gobernador (aunque antes tenía noticia de esta mezquita) dió a entender a Atabalipa cómo todos aquellos ídolos son vanidad, y el que en ellos habla es el diablo, que los engaña por los llevar a perdición (...) irán a las penas infernales, donde para siempre están ardiendo todos los que carecieron deste conoscimiento, que han servido al diablo haciéndole sacrificios y ofrendas y mezquitas (...) 70
Atabalipa dijo que, como hasta entonces no había visto cristianos él ni sus antepasados, no supieron esto y que él había vivido como ellos; y más dijo Atabalipa, que está espantado de lo que el Gobernador le había dicho; que bien conoscía que aquel que hablaba en su ídolo no es dios verdadero, pues tampoco le ayuda. 70-71
Sabido por los caciques desta provincia la venida del Gobernador y la prisión de Atabalipa muchos dellos vinieron de paz a ver al Gobernador. 71
Algunos destos caciques eran señores de treinta mil indios, todos subjectos a Atabalipa, y como ante él llegaban, le hacían gran acatamiento, besándole los pies, y las manos; él los recibía sin mirallos. 71
Cosa extraña es decir la gravedad de Atabalipa, y la mucha obediencia que todos le tenían. 71
Atabalipa respondió que en toda aquella tierra no había quien se moviese sin su licencia; que tuviese por cierto que sí gente de guerra viniese que él las mandaba venir, y que entonces hisiese dél lo que quisiese, pues lo tenía en su prisión. 71-72
Entre muchos mensajeros que venían a Atabalipa, le vino uno de los que traían preso a su hermano, a decille que cuando sus capitanes supieron su prisión habían ya muerto al Cuzco. 72
Sabido esto por el Gobernador, mostró que le pesaba mucho, y dijo que no le habían muerto que lo trujesen luego vivo, y si no, que él mandaría matar a Atabalipa. 72
Atabalipa afirmaba que sus capitanes lo habían muerto sin saberlo él. 72
Pasadas estas cosas, dende algunos días vino gente de Atabalipa y un hermano suyo que venía del Cuzco, y trújole unas hermanas y mujeres de Atabalipa, y trujo muchas vasijas de oro; cántaros y ollas y otras piezas y mucha plata, y dijo que por el camino venía más (...) 72
Todo lo mandó poner el Gobernador en una casa donde Atabalipa tenía sus guardas, hasta tanto que con ello y con los que ha de venir cumpla lo que ha prometido. 72
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
Y el Gobernador mandó traer la cadena, y Atabalipa se la echó diciendo que no se la quitasen hasta que hiciese traer todo el oro de la mezquita, y dijo Atabalipa que lo quería dar a los cristianos, pues que su ídolo es mentiroso (...) 74
Todo lo mandó el Gobernador con lo que primero habían traído, en una casa en donde Atabalipa tenía puestas guardas, diciendo que él lo quería tener a recaudo; pues había de cumplir lo que había prometido, para que venido lo entregase todo junto (...) 75
Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa, y dijo que en Jauja quedaba mayor cantidad de oro, lo cual traían ya por el camino, y venían con ello uno de los capitanes de Atabalipa llamado Chillicuchima. 75
El Gobernador respondió que llegase a la mezquita, porque tenía preso al guardián della y Atabalipa había mandado traer el tesoro que en ella estaba, y que despachase presto de traer todo el oro que en la mezquita hallase, y que le escribiese de cada pueblo lo que le sucediese por el camino; y así lo hizo. 75
Viendo el Gobernador la dilación que había en el traer el oro, envió tres cristianos para que hiciesen venir el oro que estaba en Jauja y para que viesen el pueblo del Cuzco, y dió poder a uno dellos para que en su lugar, en nombre de su majestad, tomase posesión del Cuzco y de sus comarcas ante un escribano público que con ellos iba; y con ellos envió un hermano de Atabalipa. 75
E juntamente con los oficiales de su majestad acordó que se hiciese fundición de todo el oro que hay en este pueblo, que Atabalipa había hecho traer, y de todo lo demás que llegara antes que la fundición se acabe, porque fundido y repartido no se detenga más aquí el Gobernador, y vaya a hacer la población, como manda su majestad. 103
(...) y que hallaron allí al capitán Quisquis que tiene esta ciudad por Atabalipa, con treinta mil hombres de guarnición, con que la guarda, porque confina con caribes y con otras gentes que tienen guerra con aquella ciudad (...) 104
Hay lugar de los que son subjetos al Cuzco, que agora estaba por Atabalipa, a donde dicen que hay dos casas hechas de oro, y las pajas dellas, con que están cubiertas, todas hechas de oro. 107
Asimesmo se sabe por dicho de Atabalipa y de Chillicuchima y otros muchos, que tenía Atabalipa en Jauja ciertas ovejas, y pastores que las guardan, todo hecho de oro, y las ovejas y pastores grandes como los hay en esta tierra; estas piezas eran de su padre, y prometió dar a los españoles. 107
Grandes cosas se cuentan de las riquezas de Atabalipa y de su padre. 107
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Oído por el Gobernador este aviso, agradeciólo mucho al cacique, y hízole mucha honrra, y mandó a un escribano que lo asentase todo, y hízole sobre ello información, y tomó el dicho a un tío de Atabalipa, y a algunos señores principales y a algunas indias, y hállose ser verdad todo lo que dijo el cacique señor de Caxamalca. 108
El Gobernador habló a Atabalipa, diciendo: ¿Qué traición es esta que me tienes armada, habiéndote yo hecho tanta honra como a hermano y confiándome de tus palabras? 108
Atabalipa respondió diciendo: ¿Búrlaste conmigo? Siempre me hablas cosas de burla; ¿qué parte somos yo y toda mi gente para enojar a tan valientes hombres como vosotros? No me digas estas burlas. 108
(...) y supo que estaba en tierra muy agria y que se venían acercando, y súpose que luego que le fué echada la cadena a Atabalipa envió sus mensajeros a hacer saber aquel su gran capitán como el Gobernador lo había muerto; y que sabida esta muerte por él y los de su hueste se había retraído atrás: y que tras aquellos mensajeros envió otros enviéndolos a mandar que luego viniesen sin detenerse, enviándoles avisos cómo y por donde y a qué hora habían de dar en el real, porque él estaba vivo y si se tardaban lo hallarían muerto. 109
Con este recaudo está el real, hasta un sábado a la puesta del sol vinieron dos indios de los que servían a los españoles a decir al Gobernador que venían huyendo de la gente del ejército que llegaban a tres leguas de allí y que aquella noche o otra llegarían a dar en el real de los cristianos, porque a gran priesa se venían acercando por lo que Atabalipa les había enviado a mandar. 109-110
Luego el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de su majestad, y de los capitanes y personas de experiencia, sentenció a muerte a Atabalipa, y mandó por su sentencia, por la traición por él cometida, que muriese quemado si no se tornase cristiano, por la seguridad de los cristianos y por el bien de toda la tierra y conquista y pacificación della; porque muerto Atabalipa, luego desbarataría toda aquella gente, y no tenían tanto ánimo para ofender y hacer todo lo que les había enviado a mandar. 110
Luego tomó el Gobernador, otro hijo del Cuzco viejo, llamado Atabalipa, que mostraba tener amistad a los cristianos, y lo puso en el señorío en presencia de los caciques y señores comarcanos y de otros indios; y les mandó que lo tuviesen todos por señor y le obedeciesen como antes obedecían a Atabalipa, pues este era señor natural, por ser hijo del Cuzco viejo; y todos dijeros que lo tenían por tal señor y le obedescerían como el Gobernador les mandaba. 111
Agora quiero decir una cosa admirable, y es que veinte días antes que esto acaeciese, ni se supiese de la hueste que Atabalipa había hecho juntar, estando Atabalipa una noche muy alegre con algunos españoles, hablando con ellos, paresció a deshora una señal en el cielo a la parte del Cuzco, como cometa de fuego, que duró mucha parte de la noche; y vista esta señal por Atabalipa, dijo que muy presto había de morir en aquella tierra un gran señor . 111-112
Cuando el Gobernador hubo puesto en el estado y señorío desta tierra a Atabalipa el menor (como ya se ha dicho), díjole el Gobernador que le quería notificar lo que su majestad manda, y lo que ha de hacer y cumplir para ser su vasallo. 112
Atabalipa respondió que había de estar cuatro días retraído sin hablar a ninguno, porque así se usa entre ellos cuando un señor muere, para que el sucesor sea temido y obedescido y luego le dan todos la obediencia. 112
Así fué recebido este señor al estado de Atabalipa y luego le pusieron una borla muy rica atada por la cabeza, que desciende desde la frente, que cuasi le tapaba los ojos, que entre ellos es corona, que trea el que es señor del Cuzco, y así la traía Atabalipa. 112

bohío/bohíos


Cita Número de página
Atabalipa dijo que daría de oro una sala que tiene 22 pies en largo y diez y siete en ancho, llena hasta una raya blanca que está en la mitad del altor de la sala, que será lo que dijo de altura de estado y medio; y dijo que hasta allí henchiría la sala de diversas piezas de oro, cántaros, ollas y tejuelos, y otras piezas, y que de plata daría todo aquel bohío dos veces lleno, y que esto cumpliría dentro de doce meses. 68
E a las palabras que el religioso había dicho por el faraute respondió con mucha soberbia diciendo: 'Bien sé lo que habéis hecho por ese camino, cómo habéis tratado a los caciques y tomado la ropa de los bohíos'. 57
Esta ciudad tiene muy ricos edificios; en ella tenía el Cuzco su tesoro, y que eran tres bohíos llenos de piedras de oro que había sacado de las minas, y cinco de plata, y cien mil tejuelos de oro; cada tejuelo pesa cincuenta castellanos; ésto había habido del tributo de las tierras que había señoreado. 66
Esto quitaron de las paredes de los bohíos, y traían agujeros que parece haber estado clavadas. 105

bulto


Cita Número de página
Era tan temido y obedescido, que lo tuvieron cuasi por su Dios, y en muchos pueblos lo tenían hecho de bulto. 65

cacique/caciques


Cita Número de página
Y en este puerto prendieron al cacique señor dél, con alguna gente suya, y hallaron mucha ropa de diversas maneras, y muchos mantenimientos, en que había para mantenerse los españoles tres o cuatro años. 15
El Gobernador fué recebido en esta isla por el cacique señor della con mucha alegría y buen recebimiento, así de mantenimientos que le sacaron al camino, como de diversos instrumentos músicos que los naturales tienen para su recreación. 16
Hay en ella muchos pueblos, y siete caciques son señores dellos, y uno es señor de todos ellos. 16
Y como la inclinación de los indios es de no obedecer y servir a otra generación si por fuerza no son atraidos a ello, estando este cacique con el Gobernador pacíficamente, habiéndose ya dado por vasallos de su majestad, súpose por laslenguas que el Gobernador tenía consigo, que el cacique tenía hecha junta de toda su gente de guerra, y que había muchos días que no entendía en otra cosa sino en hacer armas, demás de las que los indios tenían: lo cual por vista de ojos se vió, porque en el mesmo pueblo donde los españoles estaban aposentados y el cacique residía, se hallaron en la casa del cacique y en otras muchas mucha gente toda puesta a punto de guerra, esperando a que se recogiese toda la gente de la isla para dar aquella noche sobre los cristianos. 16
Sabida la verdad, y habida información secretamente, sobre ello, luego mandó el Gobernador prender al cacique y a tres hijos suyos y a otros dos principales que pudieron ser presos y tomados a vida, y en la otra gente dieron todos los españoles de sobresalto, y aquella tarde mataron alguna gente; y los demás todos huyeron y desampararon el pueblo; y la casa del cacique y otras, algunas fueron metidas a saco, y en ellas se halló algún oro y plata y mucha ropa. 16-17
Sabida la verdad, y habida información secretamente, sobre ello, luego mandó el Gobernador prender al cacique y a tres hijos suyos y a otros dos principales que pudieron ser presos y tomados a vida, y en la otra gente dieron todos los españoles de sobresalto, y aquella tarde mataron alguna gente; y los demás todos huyeron y desampararon el pueblo; y la casa del cacique y otras, algunas fueron metidas a saco, y en ellas se halló algún oro y plata y mucha ropa. 16-17
Otro día envío el Gobernador la gente dividida en cuadrillas a buscar a los contrarios por la isla y a hacerles guerra; la cual se les hizo en término de veinte días; de manera que ellos quedaron bien castigados, y diez principales fueron presos con el cacique; porque él confesó que le habían aconsejado que ordenase la traición que tenía urdida, y que él no quería venir en ello, y no lo pudo estorbar a los principales. 17
Por el alzamiento y traición que el cacique y indios de la isla de Santiago tenían ordenado se les hizo guerra, hasta que, apremiados della, desampararon la isla y se pasaron a Tierra Firme (...) 18
(...) y por ser la isla tan poblada, abundosa y rica, porque no se acabase de destruir acordó el Gobernador de poner en libertad al cacique, porque recogiese la gente que andaba derramada, y la isla se tornase a poblar. 18
El cacique fué contento, con voluntad de servir a su majestad de allí en adelante, por la honra que en su prisión se le había hecho. 18
Y porque en aquella isla no se podía hacer fruto, el Gobernador se repartió con algunos españoles y caballos que en tres navíos que allí estaban cupieron, para el pueblo de Túmbez, que a la sazón estaba de paces, dejando allí la otra gente con un capitán, en tanto que los navíos volvían por ella, y para ayudar a pasar más presto, vinieron por mandato del Gobernador ciertas balsas de Túmbez, que el cacique envió, y en ellas se metieron tres cristianos con alguna ropa. 18
El y la gente se aposentaron en el pueblo del cacique en dos casas fuertes, la una a manera de fortaleza. 18
Esta gente se recogió en dos balsas con toda la más comida que pudo haber, y se prendieron algunos indios, de los cuales envió el Gobernador mensajeros al cacique y algunos principales, requiriéndoles de parte de su majestad que viniesen de paz y trujesen los tres cristianos vivos, sin les hacer mal y daño, y que él los recebiría por vasallos de su majestad, aunque habían sido transgresores; donde nó, que les haría guerra a fuego y a sangre hasta destruirlos. 19
(...) y visto por el capitán que bastaba el daño que se les había hecho, envío mensajeros a llamar de paz al cacique de aquella provincia que há por nombre Quilimasa, envió con los mensajeros un principal suyo, y por él respondió que por el mucho temor que tenía de los españoles no osaba venir; que si fuese cierto que no le habían de matar, que vendría de paz. 20
Con esta seguridad, aunque con mucho temor, vino el cacique con algunos principales. 20
Después que mandó llevar de la otra parte del río el mantenimiento que halló, el capitán se fué con los españoles adonde había quedado el Gobernador, llevando consigo al cacique y a los principales indios, y contó al Gobernador todo lo que había pasado (...) 20
El Gobernador preguntó al cacique que por qué se había alzado y muerto los cristianos, habiendo sido tan bien tratado dél y habiéndole restituído mucha parte de su gente que el cacique de la isla le había tomado, y habiéndole dado los capitanes que le habían quemado su pueblo para que él hiciese justicia dellos, creyendo que fuera fiel y agradeciera estos beneficios. 20-21
El cacique le respondió: 'Yo supe que ciertos principales míos que en las balsas venían llevaron tres cristianos y los mataron, y yo no fuí en ello, pero tuve temor que me echásedes a mí la culpa'. 21
El cacique envió a llamar a su gente y a los principales, y dijo que no se podían haber los que mataron a los cristianos porque se habían ausentado de su tierra. 21
Dicen los naturales que a causa de una gran pestilencia que en éllos dió, y de la guerra que han habido del cacique de la isla, están asolados (...) 21
(...) y por no haber en esta comarca más indios de los que están subjectos a este cacique determinó el Gobernador de partirse con alguna gente de pie y de caballo en busca de otra provincia más poblada de naturales para asentar en ella pueblo (...) 21
(...) y así se partió dejando en ella su tiniente con los cristianos que quedaron en guarda del fardaje, y el cacique quedó de paz, recogiendo su gente a los pueblos. 21-22
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra yganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
Llegado a este río que se dice Turicarami, asentó su real en un pueblo grande llamado Puechio, y todos los más caciques que había el río abajo vinieron de paz al Gobernador y los deste pueblo le salieron a recibir al camino. 22
(...) y fue hallado muy buen puerto a la costa de la mar cerca desta ribera, y caciques señores de mucha gente en parte donde podian venir a servir a este río. 23
(...) y después de enviado este mensajero , parecióle que habría dilación en la venida si no fuese persona a quien el cacique e indios de Túmbez tuviesen temor, para que ayudasen a venir la gente, y envió a su hermano Hernando Pizarro, capitán general (...) 23
(...) y después supo el Gobernador que ciertos caciques que viven en la sierra no querían venir de paz, aunque eran requeridos por los mandamientos de su majestad (...) 23
(...) y dejando toda aquella provincia pacificada, se volvió donde el Gobernador estaba, y trujo los caciques; y el Gobernador los recibió con mucho añor, y mándolos volver a sus pueblos y recoger su gente; y el capitán dijo que había hallado en los pueblos destos caciques de la sierra minas de oro fino y que los vecinos lo cogen, y trujo muestra dello, y que las minas están veinte leguas de este pueblo. 24
Llegando donde estaba un cacique llamado Lachira, halló ciertos cristianos que habían desembarcado, los cuales se quejaban al Gobernador que el cacique les había hecho mal tratamiento, y la noche antes no habían dormido de temor, porque vieron andar alterados a los indios y acaudillados. 24
El Gobernador hizo información de los indios naturales, y halló que el cacique de Lachira con sus principales y otro llamado Almotaje [sic: Amotape], tenían concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador. 24
Luego mandó hacer justicia, quemando al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y a sus principales e algunos indios, y a todos los principales de Lachira; deste cacique Lachira no se fizo justicia, porque pareció no tener tanta culpa y ser apremiado de sus principales, y porque estas dos poblaciones quedaban sin cabezas t se perderían (...) 25
Vista la información, el Gobernador envió secretamente a prender al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y los principales indios y él prendió también al de Lachira y algunos de sus principales, los cuales confesaron el delicto. 25
Junto a la ribera deste río, seis leguas del puerto de mar, hay un cacique señor de una población que se llama Tangarara, a la cual se puso por nombre San Miguel y porque los navíos que habían venido de Panamá no recibiesen detrimento dilatándose su tornada, el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de sus majestades, mandó fundir cierto oro que estos caciques y el de Túmbez habían dado de presente (...) 25-26
Habiendo proveído el Gobernador el despacho destos navíos, repartió entre las personas que se avecindaron en este pueblo las tierras y solares, porque los vecinos sin ayuda y servicio de los naturales no se podían sostener ni poblarse el pueblo y sirviendo sin estar repartidos los caciques en personas que los administrasen, los naturales recibirían mucho daño (...) 26
A esta causa, con acuerdo del religioso y de los oficiales que les pareció convenir así al servicio de Dios, y bien de los naturales, el Gobernador depositó los caciques y indios de los vecinos deste pueblo, porque los ayudasen a sostener, y los cristianos los doctrinasen en nuestra santa fe conforme a los mandamientos de su majestad (...) 26
(...) en tres días siguientes llegó al valle de Piura, a una fortaleza de un cacique; adonde halló un capitán con ciertos españoles al cual él había enviado para pacificar aquel cacique; y porque no pusiesen en necesidad al cacique de San Miguel (...) 27
Luego que hubo proveído en todo lo que convenía se partió con la gente: y habiendo caminado hasta medio día, llegó a una plaza grande cercada de tapias, de un cacique llamado Pabor; el Gobernador y su gente se aposentaron allí. 28
Súpose que este cacique era gran señor, el cual al presente estaba destruído; que el Cuzco viejo, padre de Atabalipa, le había destruído veinte pueblos y muerte gente déllos. 28
El Gobernador se informó allí de los pueblos y caciques comarcanos y del camino de Caxamalca, y informáronle que dos jornadas de allí había un pueblo grande que se dice Caxas, en el cual había guarnición de Atabalipa, esperando a los cristianos, si fuesen por allí. 28
Luego aquel día se partió el capitán; otro día se partió el Gobernador y llegó a un pueblo llamado Zarán, donde esperó al capitán que fué a Caxas; el cacique del pueblo trujo al Gobernador mantenimiento de ovejas y otras cosas, a una fortaleza donde el Gobernador llegó a medio día. 29
El Gobernador respondió luego cómo en aquel pueblo quedaba esperando que desque hubiesen negociado viniesen a se juntar con él y; que de camino visitasen y pacificasen otro pueblo que está cerca de la ciudad de Caxas que se dice Gicabamba [sic: Huancabamba], y que tenía noticias que este cacique de Zarán es señor de bueno pueblos y de un valle abundoso, el cual está depositado en los vecinos de la ciudad de San Miguel. 29
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Al cabo de tres días llegó a una gran plaza cercada, en la cual no halló gente; súpose que es de un cacique señor de un pueblo que se dice Cópiz, que está cerca de allí en un valle, y que aquella fortaleza está despoblada porque no tenía agua. 33
Otro día madrugó el Gobernador con la Luna, porque había gran jornada hasta llegar a poblado; a medio día llegó a una casa cercada con muy buenos aposentos, de donde le salieron a recibir algunos indios; y porque allí no había agua y mantenimientos, se fué dos leguas de allí al pueblo del cacique; llegado allá, mandó que la gente se aposentase junta en cierta parte dél. 34
Allí supo el Gobernador de los principales indios de aquel pueblo, que se llama Mótux, que el cacique dél estaba en Caxamalca y que había llevado trescientos hombres de guerra. 34
Allí reposó el Gobernador cuatro días, y en ellos vió alguna parte de la población deste cacique, que pareció tener mucha en un valle abundose. 34
(...) y como hubo pasado, [El Gobernador] se fué a aposentar a la fortaleza donde el capitán estaba; y mandó llamar a un cacique, del cual supo que Atabalipa estaba adelante de Caxamalca, en Guamachuco, con mucha gente de guerra, que serían cincuenta mil hombres (...) 36
(...) como el Gobernador oyó tanto número de gente, creyendo que erraba el cacique en la cuenta, informóse de su manera de contar, y supo que cuentan de uno hasta diez, y de diez hasta ciento, y de diez cientos hacen mil, y cinco dieces de millares era la gente que Atabalipa tenía. 36
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36
El Gobernador dijo que fuese como quisiese; y que si en la sierra hobiese gente, como allí habían sabido, que le enviase aviso con un indio de los que consigo llevaba, y que hablase con Atabalipa y su gente y le dijese el buen tratamiento que él y los cristianos hacen a los caciques de paz, y que no hacen guerra sino a los que se ponen en ella, y que de todo les dijese la verdad, según lo que había visto; y que si Atabalipa quisiese ser bueno, que él sería su amigo y hermano y le favorecería y ayudaría en su guerra. 37
(...) y si quisiere guerra yo se la haré como la hecho al cacique de la isla de Santiago y al de Túmbez y todos los demás que conmigo la han querido; que yo no hago a ninguno ni enojo si él no la busca'. 44
En esto llegó el otro capitán adonde el primero había dejado la gente, y preguntóle por el capitán, y dijéronle que hablaba con el cacique. 51
Entonces alzó los ojos el cacique y dijo: 'Maizabilica, un capitán que tengo en el río de Zuricara, me envió a decir como tratábades mal a los caciques, y echábadelos en cadenas; y me envió una collera de hierro, y dice que el mató tres cristianos y un caballo. Pero yo huelgo de ir mañana a ver al Gobernador y ser amigos de los cristianos porque son buenos'. 52
Hernando Pizarro respondió: 'Maizabilica es un bellaco, y a él y a todos los indios de aquel río mataría un solo cristiano; ¿cómo podía matar cristianos, ni caballo siendo ellos unas gallinas? El Gobernador ni los cristianos no tratan mal los caciques si no quieren guerra con él, porque a los buenos que quieren ser amigos los trata muy bien, y a los que quieren guerra se la hace hasta destruírlos; y cuando tú vieres lo que hacen los cristianos ayudándote en la guerra contra tus enemigos, conocerás cómo Maizabilica te mintió'. 52
Atabalipa dijo: 'Un cacique no me ha querido obedecer, mi gente irá con vosotros y haréisle guerra'. 52
Hernando Pizarro respondió: 'Para un cacique, por mucha gente que tenga, no es menester que vayan tus indios, sino diez cristianos a caballo lo destruirán'. 52
E a las palabras que el religioso había dicho por el faraute respondió con mucha soberbia diciendo: 'Bien sé lo que habéis hecho por ese camino, cómo habéis tratado a los caciques y tomado la ropa de los bohíos'. 57
Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres principales, los cuales, todos murieron, y también todos los que venían en las literas y hamacas; y el de la una litera era su paje y señor; a quién él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente y consejeros suyos: murió también el cacique señor de Caxamalca. 58
(...) nosotros usamos de piedad con nuestros enemigos vencidos, y no hacemos guerra sino a los que nos la hacen, y pudiéndolos destruir no lo hacemos, antes los perdonamos; que teniendo yo preso al cacique señor de la isla lo dejé porque de ahí en adelante fuese bueno; y lo mismo hice con los señores caciques de Túmbez y Chulimasa y con otros, que teniéndolos en mi poder, siendo merecedores de muerte, los perdoné. 59-60
Atabalipa y estos sus capitanes generales andaban en andas, y después que la guerra comenzó ha muerto mucha gente, y Atabalipa ha hecho muchas crueldades en los contrarios, y tiene consigo a todos los caciques de los pueblos que ha conquistado, y tiene puestos gobernadores en todos los pueblos, porque de otra manera no pudiera tener tan pacífica y subjecta la tierra como la ha tenido (...) 67-68
Sabido por los caciques desta provincia la venida del Gobernador y la prisión de Atabalipa muchos dellos vinieron de paz a ver al Gobernador. 71
Algunos destos caciques eran señores de treinta mil indios, todos subjectos a Atabalipa, y como ante él llegaban, le hacían gran acatamiento, besándole los pies, y las manos; él los recibía sin mirallos. 71
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73
Luego despachó el Gobernador sus mensajeros , escribiendo al capitán Diego de Almagro y a algunas personas de las que con él venían, haciéndoles saber cuánto holgaba con su venida, y que, llegados al pueblo de San Miguel, porque no les pusiesen en necesidad, se saliesen a los caciques comarcanos que están en el camino de Caxamalca, porque tienen mucha abundancia de mantenimientos, y que él proveería de fundir oro para pagar el flete de los navíos, porque se volviesen luego. 73
Como de cada día venían caciques al Gobernador, vinieron entre ellos dos caciques que se dicen de los ladrones, porque su gente saltea a todos los que pasan por su tierra; todos están camino del Cuzco. 73-74
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
El Gobernador y el cacique que vino con el guardián despacharon sus mensajeros para que trujesen el oro de la mezquita y lo que el cacique tenía, y dijeron que volverían dende en cincuenta días con todo esto. 74
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Oído por el Gobernador este aviso, agradeciólo mucho al cacique, y hízole mucha honrra, y mandó a un escribano que lo asentase todo, y hízole sobre ello información, y tomó el dicho a un tío de Atabalipa, y a algunos señores principales y a algunas indias, y hállose ser verdad todo lo que dijo el cacique señor de Caxamalca. 108
Luego tomó el Gobernador, otro hijo del Cuzco viejo, llamado Atabalipa, que mostraba tener amistad a los cristianos, y lo puso en el señorío en presencia de los caciques y señores comarcanos y de otros indios; y les mandó que lo tuviesen todos por señor y le obedeciesen como antes obedecían a Atabalipa, pues este era señor natural, por ser hijo del Cuzco viejo; y todos dijeros que lo tenían por tal señor y le obedescerían como el Gobernador les mandaba. 111
Luego todos los señores principales y caciques que presentes se hallaron, con mucho acatamiento lo recibieron por señor y le besaron la mano y en el carrillo; y volviendo las caras al Sol, le dieron gracias, las manos juntas, diciendo que les había dado señor natural. 112

camino


Cita Número de página
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra y ganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
El Gobernador se informó allí de los pueblos y caciques comarcanos y del camino de Caxamalca, y informáronle que dos jornadas de allí había un pueblo grande que se dice Caxas, en el cual había guarnición de Atabalipa, esperando a los cristianos, si fuesen por allí. 28
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Pasa por aquellos dos pueblos un camino ancho, hecho a mano, que atraviesa toda aquella tierra, y viene desde el Cuzco hasta Guito [sic: Quito], que hay más de trescientas leguas; va llano, y por la sierra bien labrado, es tan ancho, que seis de acaballo, pueden ir por él a la par sin llegar uno a otro; van por el camino caños de agua traídos de otra parte, de donde los caminantes beben. 31-32
A la entrada de este camino en el pueblo de Caxas, está una casa al principio de una puente, donde reside una guarda que recibe el portazgo de los que van y vienen, y páganlo en la mesma cosa que llevan; y ninguno puede sacar carga del pueblo si no la mete. 32
Ningún pasajero puede entrar ni salir por otro camino con carga, sino por do está la guarda, so pena de muerte. 32
El mensajero dijo que quería volver con la respuesta a su señor; el Gobernador le dijo: 'Dírasle de mi parte lo que te he dicho, que no pararé en ningún pueblo del camino por llegar presto a verme con él.' 33
Por este camino toda la gente tiene una mesma manera de vivir: las mujeres visten una ropa larga que arrastra por el suelo, como hábito de las mujeres de Castilla; los hombres traen unas camisas cortadas; es gente sucia, comen carne y pescado, todo crudo; el maíz comen cocido y tostado; tienen otras suciedades de sacrificios y mezquitas, a las cuales tienen en veneración; todo lo mejor de sus haciendas; ofrescen en ellas. 34
(...) y en tres jornadas llegó a un pueblo que está al pie de la sierra, dejando a la mano derecha el camino que había traído, porque aquel va siguiendo por aquellos valles a Chincha, y este otro va a Caxamalca derecho (...) 37
(...) el cual camino se supo que iba hasta Chincha poblado de buenos pueblos, y viene desde el río de San Miguel, hecho de calzada, cercado de ambas partes de tapia; dos carretas pueden ir por él a la par; y de Chincha va al Cuzco, y en mucha parte dél van árboles de una parte y otra, puestos a mano para que hagan sombra al camino. 37
Este camino se hizo para el Cuzco viejo, por donde venía a visitar su tierra, y aquellas casas cercadas eran sus aposentos. 37-38
Algunos de los cristianos fueron de parecer que fuese el Gobernador con ellos por aquel camino a Chincha,porque por el otro camino había una mala sierra de pasar antes de llegar a Caxamalca, y en ella había gente de guerra de Atabalipa y yendo por allí se les podía seguir algún detrimento. 38
El Gobernador respondió que ya tenía noticia Atabalipa que él iba en su demanda, desde que partió del río San Miguel; que si dejasen aquel camino dirían los indios que no osaban ir a ellos, y tomarían más soberbia de la que tenían; por lo cual, y por otras muchas causas, dijo que no se había de dejar el camino comenzado, y ir a do quiera que Atabalipa estuviese; que todos se animasen a hacer como de éllos se esperaba; que no les pusiese temor la mucha gente que decían que tenía Atabalipa (...) 38
Otro día por la mañana tomó el camino todavía por la sierra, y en unos pueblos que cerca de allí en un valle halló, fué a dormir aquella noche. 44
Venidos ante el Gobernador dijeron que en el camino, habían hallado un mal paso en una ciénaga que de antes parecía ser hecho de calzada, porque desde deste pueblo va todo el camino ancho hecho de calzada y de piedra hasta el real de Atabalipa; y como la calzada iba sobre los malos pasos, rompieron sobre aquel mal paso, y que lo pasaron por otra parte (...) 50-51
Luego despachó el Gobernador sus mensajeros , escribiendo al capitán Diego de Almagro y a algunas personas de las que con él venían, haciéndoles saber cuánto holgaba con su venida, y que, llegados al pueblo de San Miguel, porque no les pusiesen en necesidad, se saliesen a los caciques comarcanos que están en el camino de Caxamalca, porque tienen mucha abundancia de mantenimientos, y que él proveería de fundir oro para pagar el flete de los navíos, porque se volviesen luego. 73
Como de cada día venían caciques al Gobernador, vinieron entre ellos dos caciques que se dicen de los ladrones, porque su gente saltea a todos los que pasan por su tierra; todos están camino del Cuzco. 73-74
Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa, y dijo que en Jauja quedaba mayor cantidad de oro, lo cual traían ya por el camino, y venían con ello uno de los capitanes de Atabalipa llamado Chillicuchima. 75
El Gobernador respondió que llegase a la mezquita, porque tenía preso al guardián della y Atabalipa había mandado traer el tesoro que en ella estaba, y que despachase presto de traer todo el oro que en la mezquita hallase, y que le escribiese de cada pueblo lo que le sucediese por el camino; y así lo hizo. 75
Pasados diez días llegó a este pueblo de Caxamalca uno de los tres cristianos que fueron a la ciudad del Cuzco, éste es el que fué por escribano y trujo la razón de cómo se había tomado posesión en nombre de su majestad en aquella ciudad del Cuzco; asimesmo trujo relación de los pueblos que hay en el camino, en que dijo que hay treinta pueblos principales sin la ciudad del Cuzco, y otros muchos pueblos pequeños; y dijo que la ciudad del Cuzco es tan grande como se ha dicho, y que está asentada en una ladera cerca del llano; las calles muy bien concertadas y empedradas, y en ocho días que allí estuvieron no pudieron ver todo lo que allí había (...) 103
Y en este camino padecieron, desde la ciudad del Cuzco hasta el puerto, que son cuasi doscientas leguas, mucha hambre y mucha sed, y mucho trabajo y grande falta de bestias o personas para que les trujesen sus haciendas. 113

Cancebi


Cita Número de página
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73
(...) y fué, que llegó hasta el pueblo de Cancebi, que es en aquella costa, y antes de este pueblo habían visto los que en el navío iban, otras poblaciones muy ricas de oro y plata, y la gente de más razón que toda la que antes habían visto de indios (...) 11

capitán/capitanes


Cita Número de página
A 25 días del mes de marzo entró en este pueblo de Caxamalca el capitán Hernando Pizarro con todos los cristianos que llevó y con el capitán Chillicuchima. 76
(...) y que hallaron allí al capitán Quisquis que tiene esta ciudad por Atabalipa, con treinta mil hombres de guarnición, con que la guarda, porque confina con caribes y con otras gentes que tienen guerra con aquella ciudad (...) 104
(...) y supo que estaba en tierra muy agria y que se venían acercando, y súpose que luego que le fué echada la cadena a Atabalipa envió sus mensajeros a hacer saber aquel su gran capitán como el Gobernador lo había muerto; y que sabida esta muerte por él y los de su hueste se había retraído atrás: y que tras aquellos mensajeros envió otros enviéndolos a mandar que luego viniesen sin detenerse, enviándoles avisos cómo y por donde y a qué hora habían de dar en el real, porque él estaba vivo y si se tardaban lo hallarían muerto. 109
(...) y los capitanes se quedaron en aquella ciudad que habían conquistado por guardar la ciudad y el tesoro que en ella había, y que tenían diez mil hombres de guarnición, de los cuarenta mil que llevaron, y los otros treinta mil fueron a descansar a sus casas con el despojo que habían habido: y todo lo que su hermano el Cuzco poseía tenía Atabalipa subjectado. 67
Atabalipa y estos sus capitanes generales andaban en andas, y después que la guerra comenzó ha muerto mucha gente, y Atabalipa ha hecho muchas crueldades en los contrarios, y tiene consigo a todos los caciques de los pueblos que ha conquistado, y tiene puestos gobernadores en todos los pueblos, porque de otra manera no pudiera tener tan pacífica y subjecta la tierra como la ha tenido (...) 67-68
Atabalipa tenía pensamiento, si no le acaeciera ser preso, de irse a descansar a su tierra, y de camino acabar de asolar todos los pueblos de aquella comarca de Tomepomba [sic: Tumipampa] que se le había puesto en defensa y poblalla de nuevo de su gente, y que le envíasen sus capitanes, de la gente del Cuzco que han conquistado, cuatro mil hombres casados para poblar a Tomepomba [sic: Tumipampa]. 68
Entre muchos mensajeros que venían a Atabalipa, le vino uno de los que traían preso a su hermano, a decille que cuando sus capitanes supieron su prisión habían ya muerto al Cuzco. 72
Y como llegó Caxamalca, parecióle la tierra buena y abundante, y asentó allí para acabar de conquistar toda la tierra de su hermano, y envió con un capitán dos mil hombres de guerra sobre la ciudad donde su hermano reside; y como su hermano tenía mucho número de gente, matóle estos dos mil hombres; y Atabalipa tornó a enviar más gente con dos capitanes, seis meses há, y de pocos días acá le han venido nuevas destos dos capitanes que han ganado toda la tierra del Cuzco hasta llegar a su pueblo, y han desbaratado a él y a su gente, y traen presa su persona, y le tomaron mucho oro y plata'. 42-43
Otros capitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso déllos, porque todos los que venían en guarda de Atabalipa eran grandes señores . 58-59
Hecho este razonamiento por el Gobernador, respondió Atabalipa que había sido engañado de sus capitanes, que le dijeron que no hiciese caso de los españoles; que él de paz quería venir, y los suyos no le dejaron, y que todos los que le aconsejaron eran muertos. 60
También dijo Atabalipa que entregaría al Gobernador a su hermano el Cuzco, al cual sus capitanes enviaban preso de la ciudad, para que hiciese dél lo que quisiese (...) 68
Luego despachó Atabalipa mensajeros a sus capitanes, que estaban en la ciudad del Cuzco, que le enviasen dos mil indios cargados de oro y muchos de plata; esto sin lo que venía camino con su hermano, que traían preso. 69
Atabalipa afirmaba que sus capitanes lo habían muerto sin saberlo él. 72
Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa, y dijo que en Jauja quedaba mayor cantidad de oro, lo cual traían ya por el camino, y venían con ello uno de los capitanes de Atabalipa llamado Chillicuchima. 75

caribes


Cita Número de página
(...) y que hallaron allí al capitán Quisquis que tiene esta ciudad por Atabalipa, con treinta mil hombres de guarnición, con que la guarda, porque confina con caribes y con otras gentes que tienen guerra con aquella ciudad (...) 104
Y de la gente natural de Guito [sic: Quito] vienen doscientos mil hombres de guerra y treinta mil caribes que comen carne humana, y de otra provincia que se dice Pazalta [sic: Palta], y de otras partes viene gran número de gente. 108

carneros


Cita Número de página
Y el Gobernador dió algunas ovejas y carneros y indios a los españoles a quienes había dado licencia, para que trujesen su oro y plata en cuantidad de más de veinte y cinco mil castellanos, porque los carneros y ovejas se les huían con el oro y plata, y también huían algunos indios. 113

casa/casas


Cita Número de página
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
(...) y que se halló en aquel pueblo de Caxas una casa grande, fuerte y cercada de tapias, con sus puertas, en la cual estaban muchas mujeres hilando y tejiendo ropas para la hueste de Atabalipa, sin tener varones mas de los porteros que las guardaban 31
A la entrada de este camino en el pueblo de Caxas, está una casa al principio de una puente, donde reside una guarda que recibe el portazgo de los que van y vienen, y páganlo en la mesma cosa que llevan; y ninguno puede sacar carga del pueblo si no la mete. 32
Otro día madrugó el Gobernador con la Luna, porque había gran jornada hasta llegar a poblado; a medio día llegó a una casa cercada con muy buenos aposentos, de donde le salieron a recibir algunos indios; y porque allí no había agua y mantenimientos, se fué dos leguas de allí al pueblo del cacique; llegado allá, mandó que la gente se aposentase junta en cierta parte dél. 34
Con esta embajada se partió aquel indio y el Gobernador prosiguió su viaje por aquellos valles, hallando cada día pueblo con su casa cercada como fortaleza (...) 37
Atabalipa te envía a decir que no quería traer su gente armada; porque aunque viniesen con él, muchos venían sin armas, porque los querían traer consigo y aposentarlos en este pueblo; y que le aderezasen un aposento de los desta plaza, donde él pose, que sea una casa que se dice de la Sierpe, que tiene dentro una sierpe de piedra'. 54
Todo lo mandó poner el Gobernador en una casa donde Atabalipa tenía sus guardas, hasta tanto que con ello y con los que ha de venir cumpla lo que ha prometido. 72
Todo lo mandó el Gobernador con lo que primero habían traído, en una casa en donde Atabalipa tenía puestas guardas, diciendo que él lo quería tener a recaudo; pues había de cumplir lo que había prometido, para que venido lo entregase todo junto (...) 75
Este camino se hizo para el Cuzco viejo, por donde venía a visitar su tierra, y aquellas casas cercadas eran sus aposentos. 37-38
Y antes de entrar en este pueblo hay una casa cercada de un corral de tapia, y en él una arboleda puesta por mano. 49
Esta casa dicen que es del Sol, porque en cada pueblo hacen sus mezquitas al Sol. 49
En este pueblo de Caxamalca fueron halladas ciertas casas llenas de ropa iliada en fardos arrimados hasta los techos de las casas . 63
La casa de aposento de Atabalipa que en medio de su real tema, es la mejor que entre los indios se ha visto, aunque pequeña; hecha en cuatro cuartos, y en medio un patio, y en él un estanque, al cual viene agua por un caño, tan caliente, que no se puede sofrir la mano en ella. 64
El aposento en donde Atabalipa estaba entre día es un corredor sobre un huerto, y junto está una cámara donde dormía, con una ventana sobre el patio y estanque, y el corredor así mesmo sale sobre el patio; las paredes están enjabelgadas de un betumen bermejo, mejor que almagre, que luee mucho, y la madera que cae, sobre la cobija de la casa está teñida de la mesma color; y el otro cuarto frontero es de cuatro bóvedas, redondas como campanas, todas cuatro encorporadas en una; este es encalado, blanco como nieve. Los otros dos son casas de servicio. 64-65
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
(...) y los capitanes se quedaron en aquella ciudad que habían conquistado por guardar la ciudad y el tesoro que en ella había, y que tenían diez mil hombres de guarnición, de los cuarenta mil que llevaron, y los otros treinta mil fueron a descansar a sus casas con el despojo que habían habido: y todo lo que su hermano el Cuzco poseía tenía Atabalipa subjectado. 67
(...) y que una casa del Cuzco tenía chapería de oro, que la casa es muy bien hecha y cuadrada, y tiene de esquina a esquina trescientos y cincuenta asos, y de las chapas de oro que esta casa tenía quitaron setesientas planchas que una con otra tenían a quinientos pesos, y de otra casa quitaron los indios cuantidad de a doscientos mil pesos, y que por ser muy bajo no lo quisieron recebir, que tenía a siete o ocho quilates el peso; y que no vieron más casas chapadas de oro destas dos, porque los indios no les dejaron ver toda la ciudad, y que por la muestra y parecer de la ciudad y de los edificios della creen que hay mucha riqueza en ella (...) 103-104
El y la gente se aposentaron en el pueblo del cacique en dos casas fuertes, la una a manera de fortaleza. 18
Después que el Gobernador hubo estado allí algunos días, viendo que no podían ser habidos los indios matadores, y que el pueblo de Túmbez estaba destruído, aunque parecía ser gran cosa, por algunos edificios que tenía y dos casas cercadas, la una con dos cercas de tierra ciega y sus patios y aposentos y puertas con defensas, que para entre indios es buena fortaleza. 21
También dijo que halló en estos dos pueblos dos casas llenas de clazado y panes de sal, y un manjar que parecía albóndigas, y depósito de otras cosas para la hueste de Atabalipa; y dijo que aquellos pueblos tenían buena orden y vivían políticamente. 32
Las mezquitas son diferenciales de las otras casas cercadas de piedra y de tapias, muy bien labradas, asentadas en lo más alto de los pueblos; en Túmbez y en estas poblaciones usan un traje y tienen los mesmos sacrificios. 35
El Gobernador caminó dos días por unos valles muy poblados, durmiendo en cada jornada en casas fuertes cercadas de tapias; los señores destos pueblos dicen que el Cuzco viejo posaba en estas casas cuando iba camino por una tierra arenosa y seca, hasta que llegó a otro valle bien poblado, por el cual pasa un río muy furioso y grande (...) 35
En medio del pueblo está una plaza grande cerca de tapias y de casas de aposento, y por no hallar el Gobernador gente, reparó en aquella plaza, y envió un mensajero a Atabalipa haciéndole saber cómo era llegado; que viniese a verse con él y a mostrarle dónde se aposentase. 48
Las casas della son de más de doscientos pasos en largo, son muy bien hechas, cercadas de tapias fuertes, de altura de tres estados; las paredes y el techo cubierto de paja y madera asentada sobre las paredes; están dentro destas unos aposentos repartidos en ocho cuartos muy mejor hechos que ninguno de los otros. 48
Las paredes dellos son de piedra de cantería muy bien labradas, y cercados estos aposentos por sí con su cerca de cantería y sus puertas, y dentro en los patios sus pilas de agua traída de otra parte por caños para el servicio destas casas ; por la delantera desta plaza, a la parte del campo, está encorporada en la plaza una fortaleza de piedra con una escalera de cantería, por donde suben de la plaza a la fortaleza; por la delantera della, a la parte del campo, está otra puerta falsa pequeña, con otra escalera angosta, sin salir de la cerca de la plaza. 48-49
Sobre este pueblo, en la ladera de la sierra, donde comienzan las casas dél esta fortaleza está asentada en un peñol, la mayor parte dél tajado. 49
Hay lugar de los que son subjetos al Cuzco, que agora estaba por Atabalipa, a donde dicen que hay dos casas hechas de oro, y las pajas dellas, con que están cubiertas, todas hechas de oro. 107

Caxamalca


Cita Número de página
Tuvo noticias el Gobernador que la vía de Chincha y del Cuzco hay muchas y grandes poblaciones abundosas y ricas; y que doce o quince jornadas deste pueblo está un valle poblado que se dice Caxamalca adonde reside Atabalipa, que es el mayor señor que al presente hay entre los naturales, al cual todos obedecen (...) 26-27
El Gobernador se informó allí de los pueblos y caciques comarcanos y del camino de Caxamalca, y informáronle que dos jornadas de allí había un pueblo grande que se dice Caxas, en el cual había guarnición de Atabalipa, esperando a los cristianos, si fuesen por allí. 28
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Con el capitán vino un indio principal con otros algunos, y dijo el capitán que aquel indio había venido con cierto presente para el Gobernador que su señor Atabalipa le envía desde Caxamalca para le traer aquel presente, que eran dos fortalezas a manera de fuente figuradas en piedra, con que beba, y dos cargas de patos secos desollados, para que, hechos polvos, se sahume con ellos, porque así se usa entre los señores de su tierra; y que le envía a decir que él tiene voluntad de ser su amigo, y esperalle de paz en Caxamalca. 32
Allí supo el Gobernador de los principales indios de aquel pueblo, que se llama Mótux, que el cacique dél estaba en Caxamalca y que había llevado trescientos hombres de guerra. 34
Todos los pueblos que hay de allí hasta el pueblo de San Miguel están en valles, y así mesmo todos aquellos de que se tiene noticias que hay hasta el pie de la sierra que está cerca de Caxamalca. 34
(...) Él les preguntó por Atabalipa, si sabían si esperaba de paz o de guerra a los cristianos; y ninguno quiso decir verdad, por temor que tenían de Atabalipa, hasta que tomado parte, un principal y atormentado, dijo que Atabalipa esperaba de guerra con su gente en tres partes, la una al pie de la sierra, y otra en Caxamalca, con mucha soberbia, diciendo que ha de matar a los cristianos; lo cual dijo este principal que él lo había oído. 35-36
(...) y como hubo pasado, [El Gobernador] se fué a aposentar a la fortaleza donde el capitán estaba; y mandó llamar a un cacique, del cual supo que Atabalipa estaba adelante de Caxamalca, en Guamachuco, con mucha gente de guerra, que serían cincuenta mil hombres (...) 36
Aquí reposó el Gobernador con su gente cuatro días y un día antes que se hubiese de partir habló con un indio principal de la provincia de San Miguel, y le dijo si se atrevía a ir a Caxamalca por espía y traer aviso de lo que hobiese en la tierra. 37
(...) y en tres jornadas llegó a un pueblo que está al pie de la sierra, dejando a la mano derecha el camino que había traído, porque aquel va siguiendo por aquellos valles a Chincha, y este otro va a Caxamalca derecho (...) 37
Algunos de los cristianos fueron de parecer que fuese el Gobernador con ellos por aquel camino a Chincha,porque por el otro camino había una mala sierra de pasar antes de llegar a Caxamalca, y en ella había gente de guerra de Atabalipa y yendo por allí se les podía seguir algún detrimento. 38
El capitán supo dellos cómo había tres días que Atabalipa era venido a Caxamalca y que tenía consigo mucha gente; que no sabía lo que quería hacer; que siempre habían oído que quería paz con los cristianos, y que la gente deste pueblo estaba por Atabalipa. 40
Ya que el Sol se quería poner llegó un indio de los que había llevado el indio que el Gobernador envió por mensajero , y dijo que le había enviado el principal indio que iba por mensajero desde cerca de Caxamalca; porque allí había encontrado dos mensajeros de Atabalipa que venían atrás; que otro día llegarían y que Atabalipa estaba en Caxamalca, y que él no quiso parar hasta ir a hablar a Atabalipa, y que él volvería con la respuesta, y que en el camino no había hallado gente de guerra. 40
Llegados ante el Gobernador y hecho su acatamiento, dijeron que Atabalipa enviaba aquellas ovejas para los cristianos y para saber el día que llegarían a Caxamalca, para les enviar comida al camino. 41
El uno dellos respondió que cinco días había que Atabalipa estaba en Caxamalca para esperar allí al Gobernador, y que no tenía consigo sino poca gente; que la había enviado a dar guerra al Cuzco su hermano. 41
Y como llegó Caxamalca, parecióle la tierra buena y abundante, y asentó allí para acabar de conquistar toda la tierra de su hermano, y envió con un capitán dos mil hombres de guerra sobre la ciudad donde su hermano reside; y como su hermano tenía mucho número de gente, matóle estos dos mil hombres; y Atabalipa tornó a enviar más gente con dos capitanes, seis meses há, y de pocos días acá le han venido nuevas destos dos capitanes que han ganado toda la tierra del Cuzco hasta llegar a su pueblo, y han desbaratado a él y a su gente, y traen presa su persona, y le tomaron mucho oro y plata'. 42-43
Este embajador traía servicio de señor y cinco o seis vasos de oro fino, con que bebía, y con ellos daba de beber a los españoles de la chicha que traía, y dijo que con el Gobernador se quería ir hasta Caxamalca. 44-45
Preguntóle el Gobernador que por qué había hecho aquello al mensajero de su hermano Atabalipa, él dijo: 'Este es un gran bellaco, llevador de Atabalipa, y viene aquí a decir mentiras, mostrando ser persona principal; que Atabalipa está de guerra fuera de Caxamalca, en el campo y tiene mucha gente; que yo hallé el pueblo sin gente, y de ahí fui a las tiendas, y ví que tenía mucha gente y ganados y muchas tiendas, y todos están a punto de guerra (...) 45
El mensajero de Atabalipa respondió muy atemorizado de ver que el otro indio hablaba con tanto atrevimiento, y dijo que si no había gente en el pueblo de Caxamalca era por dejar las casas vacías en que los cristianos se aposentaron, y Atabalipa está en el campo porque así lo tiene de costumbre después que comenzó la guerra (...) 46
Otro día partió el Gobernador y fué a dormir a un llano de sábana por llegar a otro día a medio día a Caxamalca, que decían que estaba cerca. 47
Otro día en amaneciendo partió el Gobernador con su gente puesto en orden, y anduvo hasta una legua de Caxamalca, donde esperó que se juntase la retaguarda (...) 47
Con esta orden caminó, enviando mensajeros a Atabalipa que viniese allí al pueblo de Caxamalca para verse con él. 47
Y en llegando a la entrada de Caxamalca vieron estar el real de Atabalipa una legua de Caxamalca, en la falda de una sierra. 47
Llegó el Gobernador a este pueblo de Caxamalca viernes a la hora de vísperas, que se contaron 15 días de noviembre año del Señor de 1532. 47-48
Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres principales, los cuales, todos murieron, y también todos los que venían en las literas y hamacas; y el de la una litera era su paje y señor; a quién él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente y consejeros suyos: murió también el cacique señor de Caxamalca. 58
En este pueblo de Caxamalca fueron halladas ciertas casas llenas de ropa iliada en fardos arrimados hasta los techos de las casas. 63
Adelante de esta ciudad hay otra llamada Collao donde hay un río que tiene mucha cantidad de oro; y camino de diez jornadas desta provincia de Caxamalca, en otra provincia que se dice Guaneso, hay otro río tan rico como este. 66
Entre otras cosas dijo Atabalipa al Gobernador que diez jornadas de Caxamalca camino del Cuzco, está en un pueblo una mezquita que tienen todos los moradores de aquella tierra por su templo general, en la cual todos ofrescen oro y plata, y su padre la tuvo en mucha veneración (...) 69-70
(...) y mandó hacer en la plaza de Caxamalca una iglesia donde se celebrase el santísimo sacramento de la misa, y mandó derribar la cerca de la plaza, porque era baja, y fué hecha de tapias de altura de dos estados, de largura de quinientos y cincuenta pasos. 71
Luego despachó el Gobernador sus mensajeros , escribiendo al capitán Diego de Almagro y a algunas personas de las que con él venían, haciéndoles saber cuánto holgaba con su venida, y que, llegados al pueblo de San Miguel, porque no les pusiesen en necesidad, se saliesen a los caciques comarcanos que están en el camino de Caxamalca, porque tienen mucha abundancia de mantenimientos, y que él proveería de fundir oro para pagar el flete de los navíos, porque se volviesen luego. 73
El Gobernador que ayuntaba gente en la tierra y que había gente de guerra en Guamachuco, envió el Gobernador a Hernando Pizarro con veinte de a caballo y algunos de a pié a Guamachuco, que está tres jornadas de Caxamalca para saber qué se hacía, para que hiciese venir el oro y plata que está en Guamachuco. 74
El capitán Hernando Pizarro se partió de Caxamalca vísperas de los Reyes del año 1533; quince días después llegaron a Caxamalca ciertos cristianos con mucha cuantía de oro y plata, en que vinieron más de trescientas cargas de oro y plata en cántaros y ollas grandes y otras diversas piezas. 74-75
Y mándoles que no hiciesen mal a los naturales ni les tomasen oro ni otra cosa contraria a su voluntad, ni hiciesen más de lo que quisiese aquel principal que con ellos iba, porque no los matasen; y que procurasen de ver el pueblo del Cuzco, y de todo trujesen relación; los cuales se partieron de Caxamalca a 15 días de febrero del año sobredicho. 75-76
El capitán Diego de Almagro llegó a este pueblo con alguna gente, y entraron en Caxamalca víspera de Pascua florida, a 14 de abril de dicho año; el cual fué bien recibido del Gobernador y de los que con él estaban. 76
A 25 días del mes de marzo entró en este pueblo de Caxamalca el capitán Hernando Pizarro con todos los cristianos que llevó y con el capitán Chillicuchima. 76
Pasados diez días llegó a este pueblo de Caxamalca uno de los tres cristianos que fueron a la ciudad del Cuzco, éste es el que fué por escribano y trujo la razón de cómo se había tomado posesión en nombre de su majestad en aquella ciudad del Cuzco; asimesmo trujo relación de los pueblos que hay en el camino, en que dijo que hay treinta pueblos principales sin la ciudad del Cuzco, y otros muchos pueblos pequeños; y dijo que la ciudad del Cuzco es tan grande como se ha dicho, y que está asentada en una ladera cerca del llano; las calles muy bien concertadas y empedradas, y en ocho días que allí estuvieron no pudieron ver todo lo que allí había (...) 103
Por manera que todo el oro que traen vienen ciento y setenta y ocho cargas y son las cargas de paligueres que las traen cuatro indios, y que traen poca plata, y que el oro viene a los cristianos poco a poco y deteniéndose, porque son menester muchos indios para ello y los vienen recogiendo de pueblo en pueblo, y que cree que llegará a Caxamalca dentro de un mes. 104
El oro que se ha dicho que venía del Cuzco entró en este pueblo de Caxamalca a 13 días de junio del año sobredicho, y vinieron doscientas cargas de oro y veinte y siete de plata; en el oro al parecer había más de ciento y treinta quintales; y después de haber venido esto vinieron otras sesenta cargas de oro bajo; la mayor parte de todo esto eran planchas a manera de tablas de cajas de a tres y a cuatro palmos de largo. 104
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Oído por el Gobernador este aviso, agradeciólo mucho al cacique, y hízole mucha honrra, y mandó a un escribano que lo asentase todo, y hízole sobre ello información, y tomó el dicho a un tío de Atabalipa, y a algunos señores principales y a algunas indias, y hállose ser verdad todo lo que dijo el cacique señor de Caxamalca. 108
El Gobernador mandó traer una cadena y que se la echasen a la garganta, y envió dos indios por espías a saber dónde estaba este ejército, porque se decía que estaba a siete leguas de Caxamalca, por ver si estaba en parte donde pudiese enviar sobre ellos ciento de a caballo (...) 109
La una de las dos naos postreras que llegaron (en la cual vino por maestre Francisco Rodríguez) es de Francisco de Jerez, natural desta ciudad de Sevilla, el cual escribió esta relación por mandato del Gobernador Francisco Pizarro, estando en la provincia de la Nueva Castilla, en la ciudad de Caxamalca, por secretario del señor Gobernador. 115

Caxas


Cita Número de página
El Gobernador se informó allí de los pueblos y caciques comarcanos y del camino de Caxamalca, y informáronle que dos jornadas de allí había un pueblo grande que se dice Caxas, en el cual había guarnición de Atabalipa, esperando a los cristianos, si fuesen por allí. 28
Sabido por el Gobernador, mandó secretamente a un capitán con gente de pie y de a cauallo para que fuese al pueblo de Caxas, porque si allí bebiese gente de Atabalipa no tomasen soberbia yendo a ellos (...) 29
Luego aquel día se partió el capitán; otro día se partió el Gobernador y llegó a un pueblo llamado Zarán, donde esperó al capitán que fué a Caxas; el cacique del pueblo trujo al Gobernador mantenimiento de ovejas y otras cosas, a una fortaleza donde el Gobernador llegó a medio día. 29
Otro día partió de la fortaleza y llegó al pueblo de Zarán, en el cual mandó asentar su real para esperar al capitán que había ido a Caxas (...) 29
El Gobernador respondió luego cómo en aquel pueblo quedaba esperando que desque hubiesen negociado viniesen a se juntar con él y; que de camino visitasen y pacificasen otro pueblo que está cerca de la ciudad de Caxas que se dice Gicabamba [sic: Huancabamba], y que tenía noticias que este cacique de Zarán es señor de bueno pueblos y de un valle abundoso, el cual está depositado en los vecinos de la ciudad de San Miguel. 29
Venido el capitán con su gente hizo relación al Gobernador de lo que en aquellos pueblos había visto; y que dijo que había estado dos días y una noche hasta llegar a Caxas, sin reposar más de a comer, subiendo grandes sierras por tomar de sobresalto aquel pueblo (...) 30
El pueblo de Caxas está en un valle pequeño entre unas sierras, y la gente del pueblo estaba algo alterada; y como el capitán les dió seguro, y les hizo entender cómo venía de parte de del Gobernador para los recibir como vasallos del emperador. 30
(...) y que se halló en aquel pueblo de Caxas una casa grande, fuerte y cercada de tapias, con sus puertas, en la cual estaban muchas mujeres hilando y tejiendo ropas para la hueste de Atabalipa, sin tener varones mas de los porteros que las guardaban 31
Como este capitán hubo apaciguado este pueblo de Caxas, fué al de Guacamba [sic: Huancabamba], que es una jornada de allí, y es mayor que el de Caxas y de mejores edificios, y la fortaleza toda piedra bien labrada, asentadas las piedras grandes de largo de cinco y seis palmos, tan juntas que parece no haber entre ellas mezcla, con su azotea alta de cantería, con dos escaleras de piedra en medio de dos aposentos. 31
Por medio deste pueblo y del de Caxas pasa un río pequeño, de que los pueblos se sirven y tienen sus puentes con calzadas muy bien hechas. 31
A la entrada de este camino en el pueblo de Caxas, está una casa al principio de una puente, donde reside una guarda que recibe el portazgo de los que van y vienen, y páganlo en la mesma cosa que llevan; y ninguno puede sacar carga del pueblo si no la mete. 32
Partido este mensajero , el Gobernador se detuvo allí dos días, porque la gente que había venido de Caxas venía fatigada del camino; y entre tanto escribió a los vecinos del pueblo de San Miguel la relación que de la tierra tenía y las nuevas de Atabalipa, y les envió las dos fortalezas y ropa de lana de la tierra que de Caxas trujeron (...) 33
Y luego que el señor Gobernador allí fué llegado, vino el principal mensajero que Atabalipa había primero enviado con el presente de las fortalezas que vino a Zarán por la vía de Caxas. 44

chicha


Cita Número de página
Este embajador traía servicio de señor y cinco o seis vasos de oro fino, con que bebía, y con ellos daba de beber a los españoles de la chicha que traía, y dijo que con el Gobernador se quería ir hasta Caxamalca. 44-45
Luego vinieron mujeres con vasos de oro, en que traían chicha de maíz. Como Atabalipa las vido, alzó los ojos a ellas, sin les decir palabra se fueron presto e volvieron con otros vasos de oro mayores: y con ellos les dieron a beber. 52-53

Chillicuchima/Chialiachín [sic: Chillicuchima]


Cita Número de página
Seis meses había que Atabalipa había enviado dos pajes suyos, muy valientes hombres, el uno llamado Quisques, y el otro Chialiachín [sic: Chillicuchima], los cuales fueron con cuarenta mil hombres sobre la ciudad de su hermano: y fueron ganando toda la tierra hasta aquella ciudad donde el Cuzco estaba, y se la tomaron y mataron mucha gente, y prendieron su persona y le tomaron todo el tesoro de su padre, y luego lo hicieron saber a Atabalipa y mandó que se lo enviase preso (...) 67
A 25 días del mes de marzo entró en este pueblo de Caxamalca el capitán Hernando Pizarro con todos los cristianos que llevó y con el capitán Chillicuchima. 76
Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa, y dijo que en Jauja quedaba mayor cantidad de oro, lo cual traían ya por el camino, y venían con ello uno de los capitanes de Atabalipa llamado Chillicuchima. 75
(...) y elprincipal que con éllos fué viene con los otros dos cristianos con seiscientas planchas de oro y plata, y mucha cuantidad que le dió en Jauja el principal que allí dejo Chillicuchima. 104
Asimesmo se sabe por dicho de Atabalipa y de Chillicuchima y otros muchos, que tenía Atabalipa en Jauja ciertas ovejas, y pastores que las guardan, todo hecho de oro, y las ovejas y pastores grandes como los hay en esta tierra; estas piezas eran de su padre, y prometió dar a los españoles. 107

Chincha


Cita Número de página
Tuvo noticias el Gobernador que la vía de Chincha y del Cuzco hay muchas y grandes poblaciones abundosas y ricas; y que doce o quince jornadas deste pueblo está un valle poblado que se dice Caxamalca adonde reside Atabalipa, que es el mayor señor que al presente hay entre los naturales, al cual todos obedecen; y que de lejos tierra de donde es natural, ha venido conquistando, y como llegó a la provincia de Caxamalca (por ser tan rica y apreciable), asentó en ella, y de allí va conquistando más tierra (...) 26-27
(...) y en tres jornadas llegó a un pueblo que está al pie de la sierra, dejando a la mano derecha el camino que había traído, porque aquel va siguiendo por aquellos valles a Chincha, y este otro va a Caxamalca derecho (...) 37
(...) el cual camino se supo que iba hasta Chincha poblado de buenos pueblos, y viene desde el río de San Miguel, hecho de calzada, cercado de ambas partes de tapia; dos carretas pueden ir por él a la par; y de Chincha va al Cuzco, y en mucha parte dél van árboles de una parte y otra, puestos a mano para que hagan sombra al camino. 37
Algunos de los cristianos fueron de parecer que fuese el Gobernador con ellos por aquel camino a Chincha,porque por el otro camino había una mala sierra de pasar antes de llegar a Caxamalca, y en ella había gente de guerra de Atabalipa y yendo por allí se les podía seguir algún detrimento. 38
La plata sacan en la sierra con poco trabajo; que un indio saca de un día cinco o seis marcos, la cual saca envuelta con plomo y estaño y piedra azufre, y después la apuran y para sacarla pegan fuego a la sierra; y como se enciende la piedra azufre cae la plata a pedazos; y en Guito [sic: Quito] y Chincha hay las mayores minas. 66
Chincha está a medio camino, que es gran población. 66

Chulimasa


Cita Número de página
(...) nosotros usamos de piedad con nuestros enemigos vencidos, y no hacemos guerra sino a los que nos la hacen, y pudiéndolos destruir no lo hacemos, antes los perdonamos; que teniendo yo preso al cacique señor de la isla lo dejé porque de ahí en adelante fuese bueno; y lo mismo hice con los señores caciques de Túmbez y Chulimasa y con otros, que teniéndolos en mi poder, siendo merecedores de muerte, los perdoné. 59-60

Cinto


Cita Número de página
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36

Coaque/Quaque


Cita Número de página
(...) y caminaron hasta llegar a un gran pueblo que se dice Coaque, al cual saltearon porque no se alzase como los otros pueblos (...) 14
Deste pueblo de Coaque despachó el Gobernador los tres navíos para la ciudad de Panamá y para Nicoragua [sic: Nicaragua], para que en ellos viniesen más gente y caballos para poder efectuar la conquista y población de la tierra (...) 15
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73

Collao


Cita Número de página
Adelante de esta ciudad hay otra llamada Collao donde hay un río que tiene mucha cantidad de oro; y camino de diez jornadas desta provincia de Caxamalca, en otra provincia que se dice Guaneso, hay otro río tan rico como este. 66

Cópiz


Cita Número de página
Al cabo de tres días llegó a una gran plaza cercada, en la cual no halló gente; súpose que es de un cacique señor de un pueblo que se dice Cópiz, que está cerca de allí en un valle, y que aquella fortaleza está despoblada porque no tenía agua. 33

Cuchama [sic: Chicama]


Cita Número de página
Visto por el capitán este desbaratado, y el poco remedio que allí había para curarse y reformar su gente, embarcóse y volvió a la tierra de Panamá, y desembarcó en un pueblo de indios cerca de la islas de las Perlas, que se llama Cuchama [sic: Chicama]; de allí envió el navío a Panamá, porque ya no se podía sostener en el agua, de la mucha broma que había cojido. 9
De allí se embarcaron y siguieron la costa hasta llegar a un gran río que llamaron de San Juan, porque en su día llegaron allí, donde hallaron mucha muestra de oro, y no hallando rastro del capitán Pizarro, volvióse el capitán Almagro a Cuchama [sic: Chicama], donde lo halló (...) 10

Cuzco


Cita Número de página
Tuvo noticias el Gobernador que la vía de Chincha y del Cuzco hay muchas y grandes poblaciones abundosas y ricas; y que doce o quince jornadas deste pueblo está un valle poblado que se dice Caxamalca adonde reside Atabalipa, que es el mayor señor que al presente hay entre los naturales, al cual todos obedecen (...) 26-27
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Y que aquellos pueblos habían estado hasta un año antes por el Cuzco, hijo del Cuzco viejo; que hasta que Atabalipa su hermano, se levantó, y ha venido conquistando la tierra, echándoles grandes pechos y tributos, y que cada día hace en ellos grandes crueldades, y que, además del tributo que les dan de sus haciendas y granjerías, se lo dan de sus hijos y hijas. 30
Pasa por aquellos dos pueblos un camino ancho, hecho a mano, que atraviesa toda aquella tierra, y viene desde el Cuzco hasta Guito [sic: Quito], que hay más de trescientas leguas; va llano, y por la sierra bien labrado, es tan ancho, que seis de acaballo, pueden ir por él a la par sin llegar uno a otro; van por el camino caños de agua traídos de otra parte, de donde los caminantes beben. 31-32
(...) el cual camino se supo que iba hasta Chincha poblado de buenos pueblos, y viene desde el río de San Miguel, hecho de calzada, cercado de ambas partes de tapia; dos carretas pueden ir por él a la par; y de Chincha va al Cuzco, y en mucha parte dél van árboles de una parte y otra, puestos a mano para que hagan sombra al camino. 37
El uno dellos respondió que cinco días había que Atabalipa estaba en Caxamalca para esperar allí al Gobernador, y que no tenía consigo sino poca gente; que la había enviado a dar guerra al Cuzco su hermano. 41
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
Y no contento con el señorío que tenía, vino a dar guerra a su hermano Atabalipa, el cual le envió mensajeros rogándole que le dejase pacíficamente en lo que su padre le había dejado por herencia, y no lo queriendo hacer el Cuzco, mató a sus herederos y a un hermano de los dos que fué con la embajada. 42
E allí le vinieron nuevas que su hermano había entrado en su tierra haciendo guerra, y fué sobre él; y como el Cuzco supo su venida, fuése huyendo a su tierra. 42
Atabalipa fué conquistando la tierra del Cuzco, sin que algún pueblo se le defendiese, porque sabían el castigo que en Tumepamba [sic: Tumipampa] hizo y de todas las tierras que señoreaba se rehacía de gente de guerra. 42
Y como llegó Caxamalca, parecióle la tierra buena y abundante, y asentó allí para acabar de conquistar toda la tierra de su hermano, y envió con un capitán dos mil hombres de guerra sobre la ciudad donde su hermano reside; y como su hermano tenía mucho número de gente, matóle estos dos mil hombres; y Atabalipa tornó a enviar más gente con dos capitanes, seis meses há, y de pocos días acá le han venido nuevas destos dos capitanes que han ganado toda la tierra del Cuzco hasta llegar a su pueblo, y han desbaratado a él y a su gente, y traen presa su persona, y le tomaron mucho oro y plata'. 42-43
A los soberbios les acaesce como al Cuzco; que no solámente no alcanzan lo que malamente desean, pero aún ellos quedan perdidos en bienes y personas'. 43
Su padre deste Atabalipa se llamó el Cuzco, que señoreó toda aquella tierra; de más de trescientas leguas le obedecían y daban tributo. 65
Fué natural de una provincia más atrás de Guito [sic: Quito], y como hallase aquella tierra donde está apacible y abundosa y rica, asentó en ella, y puso nombre a una gran ciudad donde estaba la ciudad del Cuzco. 65
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
Esta ciudad tiene muy ricos edificios; en ella tenía el Cuzco su tesoro, y que eran tres bohíos llenos de piedras de oro que había sacado de las minas, y cinco de plata, y cien mil tejuelos de oro; cada tejuelo pesa cincuenta castellanos; ésto había habido del tributo de las tierras que había señoreado. 66
De aquí a la ciudad del Cuzco hay cuarenta jornadas de indios cargados, y la tierra es bien poblada. 66
Y asímismo dijo Atabalipa que después de la muerte de su padre, él y su hermano el Cuzco estuvieron en paz siete años cada uno en la tierra que le dejó su padre y podrá haber un año, poco más, que su hermano el Cuzco se levantó contra él con voluntad de tomarle su señorío, y después le envío rogar Atabalipa que no le hiciese guerra, sino que se contentase con lo que su padre le había dejado; y el Cuzco no lo quizo hacer, y Atabalipa salió de su tierra que se dice Guito [sic: Quito], con la más gente de guerra que pudo, y vino a Tomepompa [sic: Tumipampa], donde hubo con su hermano una batalla, y mató Atabalipa más de mil hombres de la gente del Cuzco, y lo hizo volver huyendo (...) 66-67
(...) y el Cuzco se fué a su tierra huyendo, y Atabalipa vino conquistando con gran poder toda aquella tierra y todos los pueblos se le daban, sabiendo la grandísima destruición que había hecho en Tomepomba [sic: Tumipampa]. 67
Seis meses había que Atabalipa había enviado dos pajes suyos, muy valientes hombres, el uno llamado Quisques, y el otro Chialiachín [sic: Chillicuchima], los cuales fueron con cuarenta mil hombres sobre la ciudad de su hermano: y fueron ganando toda la tierra hasta aquella ciudad donde el Cuzco estaba, y se la tomaron y mataron mucha gente, y prendieron su persona y le tomaron todo el tesoro de su padre, y luego lo hicieron saber a Atabalipa y mandó que se lo enviase preso (...) 67
(...) y los capitanes se quedaron en aquella ciudad que habían conquistado por guardar la ciudad y el tesoro que en ella había, y que tenían diez mil hombres de guarnición, de los cuarenta mil que llevaron, y los otros treinta mil fueron a descansar a sus casas con el despojo que habían habido: y todo lo que su hermano el Cuzco poseía tenía Atabalipa subjectado. 67
Atabalipa tenía pensamiento, si no le acaeciera ser preso, de irse a descansar a su tierra, y de camino acabar de asolar todos los pueblos de aquella comarca de Tomepomba [sic: Tumipampa] que se le había puesto en defensa y poblalla de nuevo de su gente, y que le envíasen sus capitanes, de la gente del Cuzco que han conquistado, cuatro mil hombres casados para poblar a Tomepomba [sic: Tumipampa]. 68
También dijo Atabalipa que entregaría al Gobernador a su hermano el Cuzco, al cual sus capitanes enviaban preso de la ciudad, para que hiciese dél lo que quisiese (...) 68
Luego despachó Atabalipa mensajeros a sus capitanes, que estaban en la ciudad del Cuzco, que le enviasen dos mil indios cargados de oro y muchos de plata; esto sin lo que venía camino con su hermano, que traían preso. 69
El Gobernador le preguntó que qué tanto tardarían sus mensajeros en ir a la ciudad del Cuzco; Atabalipa dijo que cuando envía con priesa hacer saber alguna cosa corren por postas de pueblo en pueblo, y llega la nueva en cinco días, y que yendo todo el camino, los que él envía con el mensaje, aunque sean hombres sueltos, tardan quince días en ir. 69
Entre otras cosas dijo Atabalipa al Gobernador que diez jornadas de Caxamalca camino del Cuzco, está en un pueblo una mezquita que tienen todos los moradores de aquella tierra por su templo general, en la cual todos ofrescen oro y plata, y su padre la tuvo en mucha veneración (...) 69-70
Entre muchos mensajeros que venían a Atabalipa, le vino uno de los que traían preso a su hermano, a decille que cuando sus capitanes supieron su prisión habían ya muerto al Cuzco. 72
Pasadas estas cosas, dende algunos días vino gente de Atabalipa y un hermano suyo que venía del Cuzco, y trújole unas hermanas y mujeres de Atabalipa, y trujo muchas vasijas de oro; cántaros y ollas y otras piezas y mucha plata, y dijo que por el camino venía más (...) 72
Como de cada día venían caciques al Gobernador, vinieron entre ellos dos caciques que se dicen de los ladrones, porque su gente saltea a todos los que pasan por su tierra; todos están camino del Cuzco. 73-74
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
Viendo el Gobernador la dilación que había en el traer el oro, envió tres cristianos para que hiciesen venir el oro que estaba en Jauja y para que viesen el pueblo del Cuzco, y dió poder a uno dellos para que en su lugar, en nombre de su majestad, tomase posesión del Cuzco y de sus comarcas ante un escribano público que con ellos iba; y con ellos envió un hermano de Atabalipa. 75
Y mándoles que no hiciesen mal a los naturales ni les tomasen oro ni otra cosa contraria a su voluntad, ni hiciesen más de lo que quisiese aquel principal que con ellos iba, porque no los matasen; y que procurasen de ver el pueblo del Cuzco, y de todo trujesen relación; los cuales se partieron de Caxamalca a 15 días de febrero del año sobredicho. 75-76
Un negro que partió con los cristianos que fueron al Cuzco volvió a 28 de abril con ciento y siete cargas de oro y siete de plata; este negro volvió desde Jauja donde hallaron los indios que venían con el oro, y otros cristianos se fueron al Cuzco; y dijo este negro que venía el capitán Hernando Pizarro muy presto, que era ido a poner este oro con lo otro, y contáronse todas las piezas. 76
Pasados diez días llegó a este pueblo de Caxamalca uno de los tres cristianos que fueron a la ciudad del Cuzco, éste es el que fué por escribano y trujo la razón de cómo se había tomado posesión en nombre de su majestad en aquella ciudad del Cuzco; asimesmo trujo relación de los pueblos que hay en el camino, en que dijo que hay treinta pueblos principales sin la ciudad del Cuzco, y otros muchos pueblos pequeños; y dijo que la ciudad del Cuzco es tan grande como se ha dicho, y que está asentada en una ladera cerca del llano; las calles muy bien concertadas y empedradas, y en ocho días que allí estuvieron no pudieron ver todo lo que allí había (...) 103
(...) y que una casa del Cuzco tenía chapería de oro, que la casa es muy bien hecha y cuadrada, y tiene de esquina a esquina trescientos y cincuenta asos, y de las chapas de oro que esta casa tenía quitaron setesientas planchas que una con otra tenían a quinientos pesos, y de otra casa quitaron los indios cuantidad de a doscientos mil pesos, y que por ser muy bajo no lo quisieron recebir, que tenía a siete o ocho quilates el peso; y que no vieron más casas chapadas de oro destas dos, porque los indios no les dejaron ver toda la ciudad, y que por la muestra y parecer de la ciudad y de los edificios della creen que hay mucha riqueza en ella (...) 103-104
El oro que se ha dicho que venía del Cuzco entró en este pueblo de Caxamalca a 13 días de junio del año sobredicho, y vinieron doscientas cargas de oro y veinte y siete de plata; en el oro al parecer había más de ciento y treinta quintales; y después de haber venido esto vinieron otras sesenta cargas de oro bajo; la mayor parte de todo esto eran planchas a manera de tablas de cajas de a tres y a cuatro palmos de largo. 104
Hay lugar de los que son subjetos al Cuzco, que agora estaba por Atabalipa, a donde dicen que hay dos casas hechas de oro, y las pajas dellas, con que están cubiertas, todas hechas de oro. 107
Con el oro que aquí se trujo del Cuzco trajeron algunas pajas hechas de oro macizo con su espigueta hecha al cabo, propia como nace en el campo. 107
Agora quiero decir una cosa admirable, y es que veinte días antes que esto acaeciese, ni se supiese de la hueste que Atabalipa había hecho juntar, estando Atabalipa una noche muy alegre con algunos españoles, hablando con ellos, paresció a deshora una señal en el cielo a la parte del Cuzco, como cometa de fuego, que duró mucha parte de la noche; y vista esta señal por Atabalipa, dijo que muy presto había de morir en aquella tierra un gran señor . 111-112
Así fué recebido este señor al estado de Atabalipa y luego le pusieron una borla muy rica atada por la cabeza, que desciende desde la frente, que cuasi le tapaba los ojos, que entre ellos es corona, que trea el que es señor del Cuzco, y así la traía Atabalipa. 112
Y en este camino padecieron, desde la ciudad del Cuzco hasta el puerto, que son cuasi doscientas leguas, mucha hambre y mucha sed, y mucho trabajo y grande falta de bestias o personas para que les trujesen sus haciendas. 113

Cuzco viejo


Cita Número de página
Súpose que este cacique era gran señor, el cual al presente estaba destruído; que el Cuzco viejo, padre de Atabalipa, le había destruído veinte pueblos y muerte gente déllos. 28
Entonces salió un capitán que dijo que estaba por Atabalipa recibiendo los tributos de aquellos pueblos, del cual se informó del camino de Caxamalca, y de la intención que Atabalipa tenía para recebir a los cristianos, y de la ciudad del Cuzco, que está de allí a treinta jornadas; que tiene la cerca un día de andadura, y la casa de aposento del cacique tiene cuatro tiros de ballesta y que hay una sala donde está muerto el Cuzco viejo, que el suelo está chapado de plata, y el techo y las paredes de chapas de oro y plata entretejidas. 30
Y que aquellos pueblos habían estado hasta un año antes por el Cuzco, hijo del Cuzco viejo; que hasta que Atabalipa su hermano, se levantó, y ha venido conquistando la tierra, echándoles grandes pechos y tributos, y que cada día hace en ellos grandes crueldades, y que, además del tributo que les dan de sus haciendas y granjerías, se lo dan de sus hijos y hijas. 30
El Gobernador caminó dos días por unos valles muy poblados, durmiendo en cada jornada en casas fuertes cercadas de tapias; losseñores destos pueblos dicen que el Cuzco viejo posaba en estas casas cuando iba camino por una tierra arenosa y seca, hasta que llegó a otro valle bien poblado, por el cual pasa un río muy furioso y grande (...) 35
Este camino se hizo para el Cuzco viejo, por donde venía a visitar su tierra, y aquellas casas cercadas eran sus aposentos. 37-38
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
Luego tomó el Gobernador, otro hijo del Cuzco viejo, llamado Atabalipa, que mostraba tener amistad a los cristianos, y lo puso en el señorío en presencia de los caciques y señores comarcanos y de otros indios; y les mandó que lo tuviesen todos por señor y le obedeciesen como antes obedecían a Atabalipa, pues este era señor natural, por ser hijo del Cuzco viejo; y todos dijeros que lo tenían por tal señor y le obedescerían como el Gobernador les mandaba. 111

edificios


Cita Número de página
Después que el Gobernador hubo estado allí algunos días, viendo que no podían ser habidos los indios matadores, y que el pueblo de Túmbez estaba destruído, aunque parecía ser gran cosa, por algunos edificios que tenía y dos casas cercadas, la una con dos cercas de tierra ciega y sus patios y aposentos y puertas con defensas, que para entre indios es buena fortaleza. 21
Como este capitán hubo apaciguado este pueblo de Caxas, fué al de Guacamba [sic: Huancabamba], que es una jornada de allí, y es mayor que el de Caxas y de mejores edificios, y la fortaleza toda piedra bien labrada, asentadas las piedras grandes de largo de cinco y seis palmos, tan juntas que parece no haber entre ellas mezcla, con su azotea alta de cantería, con dos escaleras de piedra en medio de dos aposentos. 31
Esta ciudad tiene muy ricos edificios; en ella tenía el Cuzco su tesoro, y que eran tres bohíos llenos de piedras de oro que había sacado de las minas, y cinco de plata, y cien mil tejuelos de oro; cada tejuelo pesa cincuenta castellanos; ésto había habido del tributo de las tierras que había señoreado. 66
(...) y que una casa del Cuzco tenía chapería de oro, que la casa es muy bien hecha y cuadrada, y tiene de esquina a esquina trescientos y cincuenta asos, y de las chapas de oro que esta casa tenía quitaron setesientas planchas que una con otra tenían a quinientos pesos, y de otra casa quitaron los indios cuantidad de a doscientos mil pesos, y que por ser muy bajo no lo quisieron recebir, que tenía a siete o ocho quilates el peso; y que no vieron más casas chapadas de oro destas dos, porque los indios no les dejaron ver toda la ciudad, y que por la muestra y parecer de la ciudad y de los edificios della creen que hay mucha riqueza en ella (...) 103-104

fortaleza/fortalezas


Cita Número de página
El y la gente se aposentaron en el pueblo del cacique en dos casas fuertes, la una a manera de fortaleza. 18
Después que el Gobernador hubo estado allí algunos días, viendo que no podían ser habidos los indios matadores, y que el pueblo de Túmbez estaba destruído, aunque parecía ser gran cosa, por algunos edificios que tenía y dos casas cercadas, la una con dos cercas de tierra ciega y sus patios y aposentos y puertas con defensas, que para entre indios es buena fortaleza. 21
(...) en tres días siguientes llegó al valle de Piura, a una fortaleza de un cacique; adonde halló un capitán con ciertos españoles al cual él había enviado para pacificar aquel cacique; y porque no pusiesen en necesidad al cacique de San Miguel (...) 27
Luego aquel día se partió el capitán; otro día se partió el Gobernador y llegó a un pueblo llamado Zarán, donde esperó al capitán que fué a Caxas; el cacique del pueblo trujo al Gobernador mantenimiento de ovejas y otras cosas, a una fortaleza donde el Gobernador llegó a medio día. 29
Otro día partió de la fortaleza y llegó al pueblo de Zarán, en el cual mandó asentar su real para esperar al capitán que había ido a Caxas (...) 29
Como este capitán hubo apaciguado este pueblo de Caxas, fué al de Guacamba [sic: Huancabamba], que es una jornada de allí, y es mayor que el de Caxas y de mejores edificios, y la fortaleza toda piedra bien labrada, asentadas las piedras grandes de largo de cinco y seis palmos, tan juntas que parece no haber entre ellas mezcla, con su azotea alta de cantería, con dos escaleras de piedra en medio de dos aposentos. 31
Al cabo de tres días llegó a una gran plaza cercada, en la cual no halló gente; súpose que es de un cacique señor de un pueblo que se dice Cópiz, que está cerca de allí en un valle, y que aquella fortaleza está despoblada porque no tenía agua. 33
El capitán Hernando Pizarro pasó, y los indios de un pueblo que están a la otra parte vinieron a él de paz, y aposentóse en una fortaleza cercada (...) 35
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36
Con esta embajada se partió aquel indio y el Gobernador prosiguió su viaje por aquellos valles, hallando cada día pueblo con su casa cercada como fortaleza (...) 37
Subióse este paso sin que alguna gente lo defendiese; esta fortaleza está cercada de piedra, asentada sobre una sierra cercada de peña tajada. 39
De allí fué el Gobernador a dormir a otro pueblo, y hizo mensajeros a los que atrás venían, haciéndoles saber que, seguramente, podían subir aquel paso; que trabajasen por venir a dormir a la fortaleza. 39
Las paredes dellos son de piedra de cantería muy bien labradas, y cercados estos aposentos por sí con su cerca de cantería y sus puertas, y dentro en los patios sus pilas de agua traída de otra parte por caños para el servicio destas casas; por la delantera desta plaza, a la parte del campo, está encorporada en la plaza una fortaleza de piedra con una escalera de cantería, por donde suben de la plaza a la fortaleza; por la delantera della, a la parte del campo, está otra puerta falsa pequeña, con otra escalera angosta, sin salir de la cerca de la plaza. 48-49
Sobre este pueblo, en la ladera de la sierra, donde comienzan las casas dél esta fortaleza está asentada en un peñol, la mayor parte dél tajado. 49
Este capitán llegaría al medio camino cuando el Gobernador subió encima de la fortaleza y delante de las tiendas vió en el campo gran número de gente (...) 50
Desde a poco rato comenzó a llover y a caer granizo, y el Gobernador mandó a los cristianos que se aposentasen en los aposentos del palacio, y el capitán de la artillería con los tiros en la fortaleza. 50
Estando en esto vino un indio de Atabalipa a decir al Gobernador que se aposentase donde quisiese, con tanto que no se subiese en la fortaleza de la plaza; que él no podía venir por entonces porque ayunaba. 50
Con el capitán vino un indio principal con otros algunos, y dijo el capitán que aquel indio había venido con cierto presente para el Gobernador que su señor Atabalipa le envía desde Caxamalca para le traer aquel presente, que eran dos fortalezas a manera de fuente figuradas en piedra, con que beba, y dos cargas de patos secos desollados, para que, hechos polvos, se sahume con ellos, porque así se usa entre los señores de su tierra; y que le envía a decir que él tiene voluntad de ser su amigo, y esperalle de paz en Caxamalca. 32
Partido este mensajero , el Gobernador se detuvo allí dos días, porque la gente que había venido de Caxas venía fatigada del camino; y entre tanto escribió a los vecinos del pueblo de San Miguel la relación que de la tierra tenía y las nuevas de Atabalipa, y les envió las dos fortalezas y ropa de lana de la tierra que de Caxas trujeron (...) 33
Y luego que el señor Gobernador allí fué llegado, vino el principal mensajero que Atabalipa había primero enviado con el presente de las fortalezas que vino a Zarán por la vía de Caxas. 44
(...) y como hubo pasado, [El Gobernador] se fué a aposentar a la fortaleza donde el capitán estaba; y mandó llamar a un cacique, del cual supo que Atabalipa estaba adelante de Caxamalca, en Guamachuco, con mucha gente de guerra, que serían cincuenta mil hombres (...) 36

ganado/ganados


Cita Número de página
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra y ganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
En toda esta tierra hay mucho ganados de ovejas, muchas se hacen monteses, por no sostener tantas como se crían. 66
Preguntóle el Gobernador que por qué había hecho aquello al mensajero de su hermano Atabalipa, él dijo: 'Este es un gran bellaco, llevador de Atabalipa, y viene aquí a decir mentiras, mostrando ser persona principal; que Atabalipa está de guerra fuera de Caxamalca, en el campo y tiene mucha gente; que yo hallé el pueblo sin gente, y de ahí fui a las tiendas, y ví que tenía mucha gente y ganados y muchas tiendas, y todos están a punto de guerra (...) 45

Gicabamba [sic: Huancabamba]/Guacamba [sic: Huancabamba]


Cita Número de página
El Gobernador respondió luego cómo en aquel pueblo quedaba esperando que desque hubiesen negociado viniesen a se juntar con él y; que de camino visitasen y pacificasen otro pueblo que está cerca de la ciudad de Caxas que se dice Gicabamba [sic: Huancabamba], y que tenía noticias que este cacique de Zarán es señor de bueno pueblos y de un valle abundoso, el cual está depositado en los vecinos de la ciudad de San Miguel. 29
Como este capitán hubo apaciguado este pueblo de Caxas, fué al de Guacamba [sic: Huancabamba], que es una jornada de allí, y es mayor que el de Caxas y de mejores edificios, y la fortaleza toda piedra bien labrada, asentadas las piedras grandes de largo de cinco y seis palmos, tan juntas que parece no haber entre ellas mezcla, con su azotea alta de cantería, con dos escaleras de piedra en medio de dos aposentos. 31

Guamachuco


Cita Número de página
(...) y como hubo pasado, [El Gobernador] se fué a aposentar a la fortaleza donde el capitán estaba; y mandó llamar a un cacique, del cual supo que Atabalipa estaba adelante de Caxamalca, en Guamachuco, con mucha gente de guerra, que serían cincuenta mil hombres (...) 36
Así, preso como estaba, tenía estado de señor y estaba muy alegre; verdad es que el Gobernador le hacía muy buen tratamiento, aunque algunas veces le dijo que algunos indios habían dicho a los españoles cómo hacían ayuntar gente de guerra en Guamachuco y en otras partes. 71
El Gobernador que ayuntaba gente en la tierra y que había gente de guerra en Guamachuco, envió el Gobernador a Hernando Pizarro con veinte de a caballo y algunos de a pié a Guamachuco, que está tres jornadas de Caxamalca para saber qué se hacía, para que hiciese venir el oro y plata que está en Guamachuco. 74

Guaneso


Cita Número de página
Adelante de esta ciudad hay otra llamada Collao donde hay un río que tiene mucha cantidad de oro; y camino de diez jornadas desta provincia de Caxamalca, en otra provincia que se dice Guaneso, hay otro río tan rico como este. 66

hamacas


Cita Número de página
Traíanle muchos indios sobre los hombres en alto, y tras de esta venían otras dos literas y dos hamacas, en que venían otras dos personas principales; luego venía mucha gente en escuadrones con coronas de oro y plata. 56
Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres principales, los cuales, todos murieron, y también todos los que venían en las literas y hamacas; y el de la una litera era su paje y señor; a quién él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente y consejeros suyos: murió también el cacique señor de Caxamalca. 58

ídolo/ídolos


Cita Número de página
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
Y el Gobernador mandó traer la cadena, y Atabalipa se la echó diciendo que no se la quitasen hasta que hiciese traer todo el oro de la mezquita, y dijo Atabalipa que lo quería dar a los cristianos, pues que su ídolo es mentiroso (...) 74
(...) la cual mezquita dijo Atabalipa que tenía mucha riqueza; porque aunque en cada pueblo hay mezquita donde tienen sus ídolos particulares en que ellos adoran, en aquella mezquita estaba el general ídolo de todos ellos; y que por guarda de aquella mezquita estaba un gran sabio, el cual los indios creían que sabía las cosas por venir, porque hablaba con aquel ídolo y se las decía. 70
Oídas estas palabras por el Gobernador (aunque antes tenía noticia de esta mezquita) dió a entender a Atabalipa cómo todos aquellos ídolos son vanidad, y el que en ellos habla es el diablo, que los engaña por los llevar a perdición (...) irán a las penas infernales, donde para siempre están ardiendo todos los que carecieron deste conoscimiento, que han servido al diablo haciéndole sacrificios y ofrendas y mezquitas (...) 70
Atabalipa dijo que, como hasta entonces no había visto cristianos él ni sus antepasados, no supieron esto y que él había vivido como ellos; y más dijo Atabalipa, que está espantado de lo que el Gobernador le había dicho; que bien conoscía que aquel que hablaba en su ídolo no es dios verdadero, pues tampoco le ayuda. 70-71
Sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y los mesmos de quien hacen sacrificios se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas. 34-35

Jauja


Cita Número de página
Con este oro y plata vino un hermano de Atabalipa, y dijo que en Jauja quedaba mayor cantidad de oro, lo cual traían ya por el camino, y venían con ello uno de los capitanes de Atabalipa llamado Chillicuchima. 75
Hernando Pizarro escribió al Gobernador que él se había informado de las cosas de la tierra y que no había nueva del ayuntamiento de gente ni de otra cosa, sino que el oro estaba en Jauja, y con ello un capitán, y que le hiciese saber qué mandaba que hiciese, si mandaba que pasase adelante, porque hasta ver su respuesta no se partiría de allí. 75
Viendo el Gobernador la dilación que había en el traer el oro, envió tres cristianos para que hiciesen venir el oro que estaba en Jauja y para que viesen el pueblo del Cuzco, y dió poder a uno dellos para que en su lugar, en nombre de su majestad, tomase posesión del Cuzco y de sus comarcas ante un escribano público que con ellos iba; y con ellos envió un hermano de Atabalipa. 75
Un negro que partió con los cristianos que fueron al Cuzco volvió a 28 de abril con ciento y siete cargas de oro y siete de plata; este negro volvió desde Jauja donde hallaron los indios que venían con el oro, y otros cristianos se fueron al Cuzco; y dijo este negro que venía el capitán Hernando Pizarro muy presto, que era ido a poner este oro con lo otro, y contáronse todas las piezas. 76
(...) y elprincipal que con éllos fué viene con los otros dos cristianos con seiscientas planchas de oro y plata, y mucha cuantidad que le dió en Jauja el principal que allí dejo Chillicuchima. 104
Asimesmo se sabe por dicho de Atabalipa y de Chillicuchima y otros muchos, que tenía Atabalipa en Jauja ciertas ovejas, y pastores que las guardan, todo hecho de oro, y las ovejas y pastores grandes como los hay en esta tierra; estas piezas eran de su padre, y prometió dar a los españoles. 107

Lachira


Cita Número de página
Llegando donde estaba un cacique llamado Lachira, halló ciertos cristianos que habían desembarcado, los cuales se quejaban al Gobernador que el cacique les había hecho mal tratamiento, y la noche antes no habían dormido de temor, porque vieron andar alterados a los indios y acaudillados. 24
El Gobernador hizo información de los indios naturales, y halló que el cacique de Lachira con sus principales y otro llamado Almotaje [sic: Amotape], tenían concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador. 24
Luego mandó hacer justicia, quemando al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y a sus principales e algunos indios, y a todos los principales de Lachira; deste cacique Lachira no se fizo justicia, porque pareció no tener tanta culpa y ser apremiado de sus principales, y porque estas dos poblaciones quedaban sin cabezas t se perderían (...) 25
Vista la información, el Gobernador envió secretamente a prender al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y los principales indios y él prendió también al de Lachira y algunos de sus principales, los cuales confesaron el delicto. 25

lenguas


Cita Número de página
Y como la inclinación de los indios es de no obedecer y servir a otra generación si por fuerza no son atraidos a ello, estando este cacique con el Gobernador pacíficamente, habiéndose ya dado por vasallos de su majestad, súpose por las lenguas que el Gobernador tenía consigo, que el cacique tenía hecha junta de toda su gente de guerra, y que había muchos días que no entendía en otra cosa sino en hacer armas, demás de las que los indios tenían: lo cual por vista de ojos se vió, porque en el mesmo pueblo donde los españoles estaban aposentados y el cacique residía, se hallaron en la casa del cacique y en otras muchas mucha gente toda puesta a punto de guerra, esperando a que se recogiese toda la gente de la isla para dar aquella noche sobre los cristianos. 16
El Gobernador los recibió a todos con mucho amor, y les notificó el requerimiento que su majestad manda para traellos en conoscimiento y obediencia de la Iglesia y de su majestad; y entendiéndolo ellos por sus lenguas, dijeron que querían ser sus vasallos, y por tales los recibió el Gobernador con la solenidad que se requiere, y dieron servicio y mantenimientos. 22
Como hubo hecho su razonamiento, preguntó el Gobernador a las lenguas que qué decía. 44
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108

Lluminabe


Cita Número de página
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108

maíz


Cita Número de página
Con el bastimento que el navío trujo, que fue maíz y puercos, se reformó la gente que quedaba viva (…) 9
Por este camino toda la gente tiene una mesma manera de vivir: las mujeres visten una ropa larga que arrastra por el suelo, como hábito de las mujeres de Castilla; los hombres traen unas camisas cortadas; es gente sucia, comen carne y pescado, todo crudo; el maíz comen cocido y tostado; tienen otras suciedades de sacrificios y mezquitas, a las cuales tienen en veneración; todo lo mejor de sus haciendas; ofrescen en ellas. 34
Siembran de regadío en las vegas de los ríos, repartiendo las agujas en acequias; cogen mucho maíz y otras semillas y raíces, que comen; en esta tierra llueve poco. 35
Luego vinieron mujeres con vasos de oro, en que traían chicha de maíz. Como Atabalipa las vido, alzó los ojos a ellas, sin les decir palabra se fueron presto e volvieron con otros vasos de oro mayores: y con ellos les dieron a beber. 52-53

Maizabilica


Cita Número de página
Entonces alzó los ojos el cacique y dijo: 'Maizabilica, un capitán que tengo en el río de Zuricara, me envió a decir como tratábades mal a los caciques, y echábadelos en cadenas; y me envió una collera de hierro, y dice que el mató tres cristianos y un caballo. Pero yo huelgo de ir mañana a ver al Gobernador y ser amigos de los cristianos porque son buenos'. 52
Hernando Pizarro respondió: 'Maizabilica es un bellaco, y a él y a todos los indios de aquel río mataría un solo cristiano; ¿cómo podía matar cristianos, ni caballo siendo ellos unas gallinas? El Gobernador ni los cristianos no tratan mal los caciques si no quieren guerra con él, porque a los buenos que quieren ser amigos los trata muy bien, y a los que quieren guerra se la hace hasta destruírlos; y cuando tú vieres lo que hacen los cristianos ayudándote en la guerra contra tus enemigos, conocerás cómo Maizabilica te mintió'. 52
Y que también había visto la bondad y ánimo de los españoles; y de Maizabilica, sintiendo lo que envió a decir de los cristianos; como ya fuese de noche y viese el Gobernador que no eran recogidos los que habían ido en el alcance, mandó tirar los tiros y tañer las trompetas porque se recogiesen. 60

mensajero/mensajeros


Cita Número de página
El indio respondió: 'No osaré ir por espía; más iré por tu mensajero a hablar con Atabalipa, y sabré si hay gente de guerra en la sierra, y el propósito que tiene Atabalipa'. 37
El Gobernador dijo al mensajero: 'Mucho he holgado de lo que me has dicho, por saber de la victoria de tu señor; porque no contento su hermano con lo que tenía, quería abajar a tu señor del estado en que su padre le había dejado. 43
Y creyendo el Gobernador que todo lo que este indio había dicho era de parte de Atabalipa por poner temor a los cristianos y dar a entender su poderío y destreza dijo al mensajero: 'Bien creo lo que has dicho es así, porque Atabalipa es gran señor, y tengo nuevas que es buen guerrero (...) 43
Y luego que el señor Gobernador allí fué llegado, vino el principal mensajero que Atabalipa había primero enviado con el presente de las fortalezas que vino a Zarán por la vía de Caxas. 44
Dijeron que lo mesmo había dicho el otro mensajero el día antes y otras muchas razones alabando el gran estado de su señor, y la gran pujanza de su hueste, y asegurando y certificando al Gobernador que Atabalipa le recibiría de paz y lo quería tener por amigo y hermano. 44
Otro día vino allí el mensajero que había enviado el Gobernador a Atabalipa, que era un principal indio de la provincia de San Miguel; y viendo al mensajero de Atabalipa, que presente estaba, arremetió contra él, trabóle de las orejas, tirando reciamente hasta que el Gobernador mandó que lo soltase, que dejándolos hubiera entre ellos mala escaramuza. 45
El mensajero de Atabalipa respondió muy atemorizado de ver que el otro indio hablaba con tanto atrevimiento, y dijo que si no había gente en el pueblo de Caxamalca era por dejar las casas vacías en que los cristianos se aposentaron, y Atabalipa está en el campo porque así lo tiene de costumbre después que comenzó la guerra (...) 46
En medio del pueblo está una plaza grande cerca de tapias y de casas de aposento, y por no hallar el Gobernador gente, reparó en aquella plaza, y envió un mensajero a Atabalipa haciéndole saber cómo era llegado; que viniese a verse con él y a mostrarle dónde se aposentase. 48
Con esta respuesta se partió el mensajero; el cual que siendo llegado al real, las atalayas vieron venir la gente. 53-54
Como el mensajero fué a Atabalipa, hízole acatamiento y por señas le dijo que fuese donde el Gobernador estaba. 55-56
(...) y visto por el capitán que bastaba el daño que se les había hecho, envío mensajeros a llamar de paz al cacique de aquella provincia que há por nombre Quilimasa, envió con los mensajeros un principal suyo, y por él respondió que por el mucho temor que tenía de los españoles no osaba venir; que si fuese cierto que no le habían de matar, que vendría de paz. 20
El capitán respondió al mensajero que no recibiría mal ni daño, que viniese sin temor; que el Gobernador lo recibiría de paz por vasallo de su majestad y le perdonaría el delicto que había hecho. 20
(...) y porque se cumpla lo que su majestad manda, y los naturales vengan a la conversión y conoscimiento de nuestra santa de católica, hizo mensajeros a los españoles que quedaron en Túmbez que viniesen, para que, con acuerdo de las personas que su majestad mandase, hiciese la población en la parte más conveniente a su servicio y bien de los naturales (...) 23
(...) y después de enviado este mensajero, parecióle que habría dilación en la venida si no fuese persona a quien el cacique e indios de Túmbez tuviesen temor, para que ayudasen a venir la gente, y envió a su hermano Hernando Pizarro, capitán general (...) 23
El Gobernador recibió el presente y le habló bien, diciendo que holgaba mucho de su venida, por ser mensajero de Atabalipa, a quien él deseaba ver por las nuevas que dél oía (...) 33
El mensajero dijo que quería volver con la respuesta a su señor; el Gobernador le dijo: 'Dírasle de mi parte lo que te he dicho, que no pararé en ningún pueblo del camino por llegar presto a verme con él.' 33
Partido este mensajero, el Gobernador se detuvo allí dos días, porque la gente que había venido de Caxas venía fatigada del camino; y entre tanto escribió a los vecinos del pueblo de San Miguel la relación que de la tierra tenía y las nuevas de Atabalipa, y les envió las dos fortalezas y ropa de lana de la tierra que de Caxas trujeron (...) 33
Como el Gobernador hubo despachado estos mensajeros para el pueblo de San Miguel, él se partió, y anduvo tres días sin hallar pueblo, ni agua, mas de una fuente pequeña, de donde con trabajo se proveyó. 33
Esta gente se recogió en dos balsas con toda la más comida que pudo haber, y se prendieron algunos indios, de los cuales envió el Gobernador mensajeros al cacique y algunos principales, requiriéndoles de parte de su majestad que viniesen de paz y trujesen los tres cristianos vivos, sin les hacer mal y daño, y que él los recebiría por vasallos de su majestad, aunque habían sido transgresores; donde nó, que les haría guerra a fuego y a sangre hasta destruirlos. 19
De allí fué el Gobernador a dormir a otro pueblo, y hizo mensajeros a los que atrás venían, haciéndoles saber que, seguramente, podían subir aquel paso; que trabajasen por venir a dormir a la fortaleza. 39
Ya que el Sol se quería poner llegó un indio de los que había llevado el indio que el Gobernador envió por mensajero, y dijo que le había enviado el principal indio que iba por mensajero desde cerca de Caxamalca; porque allí había encontrado dos mensajeros de Atabalipa que venían atrás; que otro día llegarían y que Atabalipa estaba en Caxamalca, y que él no quiso parar hasta ir a hablar a Atabalipa, y que él volvería con la respuesta, y que en el camino no había hallado gente de guerra. 40
Dende a poco rato que el Gobernador había aquí reposado llegó la retaguardia y por otra parte los mensajeros que Atabalipa enviaba, los cuales traían diez ovejas. 41
Y no contento con el señorío que tenía, vino a dar guerra a su hermano Atabalipa, el cual le envió mensajeros rogándole que le dejase pacíficamente en lo que su padre le había dejado por herencia, y no lo queriendo hacer el Cuzco, mató a sus herederos y a un hermano de los dos que fué con la embajada. 42
Al tiempo que me quería venir les rogué que me dejasen ver a Atabalipa, pues sus mensajeros ven y hablan al Gobernador que es mejor que él, y no me quisieron dejar hablar con él, y así me vine. 46
El Gobernador dijo que bien creía que era así como él decía, porque no tenía menos confianza de su hermano Atabalipa; y no dejó de le hacer un buen tratamiento de ahí en adelante como antes; riñendo con el indio su mensajero, dando a entender que le pesaba porque le había maltratado en su presencia; teniendo en lo secreto por cierto que era verdad lo que su indio había dicho, por el conoscimiento que tenía de las cautelosas mañas de los indios. 47
Allí vinieron mensajeros de Atabalipa con comida para los cristianos. 47
Con esta orden caminó, enviando mensajeros a Atabalipa que viniese allí al pueblo de Caxamalca para verse con él. 47
Luego despachó Atabalipa mensajeros a sus capitanes, que estaban en la ciudad del Cuzco, que le enviasen dos mil indios cargados de oro y muchos de plata; esto sin lo que venía camino con su hermano, que traían preso. 69
El Gobernador le preguntó que qué tanto tardarían sus mensajeros en ir a la ciudad del Cuzco; Atabalipa dijo que cuando envía con priesa hacer saber alguna cosa corren por postas de pueblo en pueblo, y llega la nueva en cinco días, y que yendo todo el camino, los que él envía con el mensaje, aunque sean hombres sueltos, tardan quince días en ir. 69
Entre muchos mensajeros que venían a Atabalipa, le vino uno de los que traían preso a su hermano, a decille que cuando sus capitanes supieron su prisión habían ya muerto al Cuzco. 72
El Gobernador se informó de los mensajeros, y supo que lo habían muerto. 72
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73
El Gobernador y el cacique que vino con el guardián despacharon sus mensajeros para que trujesen el oro de la mezquita y lo que el cacique tenía, y dijeron que volverían dende en cincuenta días con todo esto. 74
(...) y supo que estaba en tierra muy agria y que se venían acercando, y súpose que luego que le fué echada la cadena a Atabalipa envió sus mensajeros a hacer saber aquel su gran capitán como el Gobernador lo había muerto; y que sabida esta muerte por él y los de su hueste se había retraído atrás: y que tras aquellos mensajeros envió otros enviéndolos a mandar que luego viniesen sin detenerse, enviándoles avisos cómo y por donde y a qué hora habían de dar en el real, porque él estaba vivo y si se tardaban lo hallarían muerto. 109

mezquita/mezquitas


Cita Número de página
Entre otras cosas dijo Atabalipa al Gobernador que diez jornadas de Caxamalca camino del Cuzco, está en un pueblo una mezquita que tienen todos los moradores de aquella tierra por su templo general, en la cual todos ofrescen oro y plata, y su padre la tuvo en mucha veneración (...) 69-70
(...) la cual mezquita dijo Atabalipa que tenía mucha riqueza; porque aunque en cada pueblo hay mezquita donde tienen sus ídolos particulares en que ellos adoran, en aquella mezquita estaba el general ídolo de todos ellos; y que por guarda de aquella mezquita estaba un gran sabio, el cual los indios creían que sabía las cosas por venir, porque hablaba con aquel ídolo y se las decía. 70
Oídas estas palabras por el Gobernador (aunque antes tenía noticia de esta mezquita) dió a entender a Atabalipa cómo todos aquellos ídolos son vanidad, y el que en ellos habla es el diablo, que los engaña por los llevar a perdición (...) irán a las penas infernales, donde para siempre están ardiendo todos los que carecieron deste conoscimiento, que han servido al diablo haciéndole sacrificios y ofrendas y mezquitas (...) 70
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
Y el Gobernador mandó traer la cadena, y Atabalipa se la echó diciendo que no se la quitasen hasta que hiciese traer todo el oro de la mezquita, y dijo Atabalipa que lo quería dar a los cristianos, pues que su ídolo es mentiroso (...) 74
El Gobernador y el cacique que vino con el guardián despacharon sus mensajeros para que trujesen el oro de la mezquita y lo que el cacique tenía, y dijeron que volverían dende en cincuenta días con todo esto. 74
El Gobernador respondió que llegase a la mezquita, porque tenía preso al guardián della y Atabalipa había mandado traer el tesoro que en ella estaba, y que despachase presto de traer todo el oro que en la mezquita hallase, y que le escribiese de cada pueblo lo que le sucediese por el camino; y así lo hizo. 75
Trujo de la mezquita veinte y siete cargas de oro y dos mil marcos de plata, y dió al Gobernador la relación que Miguel Estete, veedor (que con él fué en el viaje), hizo; la cual es la siguiete: 76
Por este camino toda la gente tiene una mesma manera de vivir: las mujeres visten una ropa larga que arrastra por el suelo, como hábito de las mujeres de Castilla; los hombres traen unas camisas cortadas; es gente sucia, comen carne y pescado, todo crudo; el maíz comen cocido y tostado; tienen otras suciedades de sacrificios y mezquitas, a las cuales tienen en veneración; todo lo mejor de sus haciendas; ofrescen en ellas. 34
Sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y los mesmos de quien hacen sacrificios se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas. 34-35
Las mezquitas son diferenciales de las otras casas cercadas de piedra y de tapias, muy bien labradas, asentadas en lo más alto de los pueblos; en Túmbez y en estas poblaciones usan un traje y tienen los mesmos sacrificios. 35
Esta casa dicen que es del Sol, porque en cada pueblo hacen sus mezquitas al Sol. 49
Otras mezquitas hay en este pueblo, y en toda esta tierra las tienen en veneración, y cuando entran en ellas se quitan los zapatos a la puerta. 49

Mótux


Cita Número de página
Allí supo el Gobernador de los principales indios de aquel pueblo, que se llama Mótux, que el cacique dél estaba en Caxamalca y que había llevado trescientos hombres de guerra. 34

Nata


Cita Número de página
Siendo descubierta la mar del Sur, y conquistados y pacificados los moradores de Tierra Firme; habiendo poblado el gobernador Pedrarias de Avila la ciudad de Panamá y la ciudad de Nata, y la villa del Nombre de Dios (…) 7

Nicaragua


Cita Número de página
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73

Nicoragua [sic: Nicaragua]


Cita Número de página
Deste pueblo de Coaque despachó el Gobernador los tres navíos para la ciudad de Panamá y para Nicoragua [sic: Nicaragua], para que en ellos viniesen más gente y caballos para poder efectuar la conquista y población de la tierra (...) 15

ovejas


Cita Número de página
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra yganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
Luego aquel día se partió el capitán; otro día se partió el Gobernador y llegó a un pueblo llamado Zarán, donde esperó al capitán que fué a Caxas; el cacique del pueblo trujo al Gobernador mantenimiento de ovejas y otras cosas, a una fortaleza donde el Gobernador llegó a medio día. 29
Sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y los mesmos de quien hacen sacrificios se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas. 34-35
Dende a poco rato que el Gobernador había aquí reposado llegó la retaguardia y por otra parte los mensajeros que Atabalipa enviaba, los cuales traían diez ovejas. 41
Llegados ante el Gobernador y hecho su acatamiento, dijeron que Atabalipa enviaba aquellas ovejas para los cristianos y para saber el día que llegarían a Caxamalca, para les enviar comida al camino. 41
El Gobernador mostró holgarse mucho con él, y le preguntó qué tal quedaba Atabalipa; él respondió que bueno, y le enviaba con diez ovejas que traía para los cristianos y fabló muy desenvueltamente, y en sus razones parecía hombre vivo. 44
El capitán con los de a caballo recogió todo lo que había en el campo y tiendas de Atabalipa, y entró antes de medio día en el real con una cabalgada de hombres y mujeres, y ovejas y oro, plata y ropa; en esta cabalgada hubo ochenta mil pesos y siete mil marcos de plata y catorce esmeraldas; el oro y plata en piezas monstruosas y platos grandes y pequeños, y cántaros y ollas y braceros y copones grandes y otras piezas diversas. 61
El Gobernador mandó que soltasen todas las ovejas porque era mucha cantidad y embarazaban el real y que los cristianos matasen todos los días cuantas hobieren menester (...) 61
En toda esta tierra hay mucho ganados de ovejas, muchas se hacen monteses, por no sostener tantas como se crían. 66
Asimesmo se sabe por dicho de Atabalipa y de Chillicuchima y otros muchos, que tenía Atabalipa en Jauja ciertas ovejas, y pastores que las guardan, todo hecho de oro, y las ovejas y pastores grandes como los hay en esta tierra; estas piezas eran de su padre, y prometió dar a los españoles. 107

ovejas


Cita Número de página
Y el Gobernador dió algunas ovejas y carneros y indios a los españoles a quienes había dado licencia, para que trujesen su oro y plata en cuantidad de más de veinte y cinco mil castellanos, porque los carneros y ovejas se les huían con el oro y plata, y también huían algunos indios. 113

Pabor


Cita Número de página
Luego que hubo proveído en todo lo que convenía se partió con la gente: y habiendo caminado hasta medio día, llegó a una plaza grande cercada de tapias, de un cacique llamado Pabor; el Gobernador y su gente se aposentaron allí. 28

Panamá


Cita Número de página
Siendo descubierta la mar del Sur, y conquistados y pacificados los moradores de Tierra Firme; habiendo poblado el gobernador Pedrarias de Avila la ciudad de Panamá y la ciudad de Nata, y la villa del Nombre de Dios (…) 7
(…) viviendo en la ciudad de Panamá el capitán Francisco Pizarro, hijo del capitán Gonzalo Pizarro, caballero de la ciudad de Trujillo: teniendo su casa y hacienda y repartimiento de indios como uno de los principales de la tierra, porque siempre lo fue, y se señaló en la conquista y población en las cosas del servicio de su majestad (...) 7
Y partió de la ciudad de Panamá a 14 días del mes de noviembre de 1524 años, llevando en su compañía ciento y doce españoles, los cuales llevavan algunos indios para su servicio. 7
Setenta días después que salieron de Panamá saltaron en tierra en un puerto que después se nombró de el Hambre: en muchos de los puertos que antes hallaron habían tomado tierra, y por no hallar poblaciones los dejaban (…) 8
(…) y porque los mantenimientos se le habían acabado y en aquella tierra no los había, envió el navío con los marineros y un capitán a la isla de las Perlas, que está en el término de Panamá, para que trujese mantenimientos, porque pensó que en término de diez o doce días socorrido (...) 8
Visto por el capitán este desbaratado, y el poco remedio que allí había para curarse y reformar su gente, embarcóse y volvió a la tierra de Panamá, y desembarcó en un pueblo de indios cerca de la islas de las Perlas, que se llama Cuchama [sic: Chicama]; de allí envió el navío a Panamá, porque ya no se podía sostener en el agua, de la mucha broma que había cojido. 9
Cuando este navío llegó a Panamá, pocos días antes había partido en seguimiento y busca del capitán Pizarro, el capitán Diego de Almagro, su compañero, con otro navío y con setenta hombres, y navegó hasta llegar al pueblo donde el capitán Pizarro fué desbaratado (...) 9
De allí se embarcaron y siguieron la costa hasta llegar a un gran río que llamaron de San Juan, porque en su día llegaron allí, donde hallaron mucha muestra de oro, y no hallando rastro del capitán Pizarro, volvióse el capitán Almagro a Cuchama [sic: Chicama], donde lo halló (...) 10
(...) y concertaron que el capitán Almagro fuese a Panamá y aderezase los navíos, y hiciese más gente para conseguir su propósito y acabar de gastar lo que les quedaba, que ya debían más de diez mil castellanos. 10
En Panamá hubo gran contradición de parte de Pedrarias y de otros, diciendo que no se debía proceder en tal viaje, de que su majestad no era servido. 10
Con ciento diez hombres salió de Panamá, y fué donde estaba el capitán Pizarro con otros cincuenta de los primeros ciento diez que con él salieron y de los setenta que el capitán Almagro llevó cuando le fué a buscar; que los ciento y treinta ya eran muertos. 11
(...) y esta buena tierra que se descubrió fué desde el río San Juan, donde el capitán Pizarro se quedó con la poca gente que le quedó, y envió un capitán con el más pequeño navío a descubrir alguna buena tierra de la costa adelante, y el otro navió envió con el capitán Diego de Almagro a Panamá para traer más gente, porque yendo los dos navíos juntos y con la gente no podían descubrir, y la gente se moría. 11
Y como aquellos que deseaban verse en aquella tierra, pues tan buena muestra daba de si, venido el capitán Almagro de Panamá con el navío cargado de gente y caballos, los dos navíos con los capitanes y toda la gente salieron del río de San Juan para ir a aquella tierra nuevamente descubierta (...) 12
(...) e acordaron que se cargasen los navíos del mantenimiento que en aquellos pueblos había, y que volviesen atrás, a una isla que se dice del Gallo, porque allí podían estar seguros entretanto que los navíos llegaban a Panamá a hacer saber al Gobernador la nueva de lo descubierto, y a pedirle más gente para que los capitanes pudiesen conseguir su propósito y pacificar la tierra. 12
Y en los navíos iba el capitán Almagro, porque con algunas personas fué encripto al Gobernador que mandase volver la gente a Panamá, diciendo que no podían sufrir más trabajos de los que habían sufrido en tres años que había que andaban descubriendo (...) 12
(...) a lo cual proveyó el gobernador que todos los que quisiessen volver a Panamá que pudiesen hacer, y los que quisiesen quedar para descubrir más adelante, que tuviesen libertad para ello; y así, se quedaron con el capitán Pizarro diez y seis hombres, e toda la otra gente se fué en los dos navíos a Panamá. 13
(...) y así, volvió el capitán con ellos, porque el término que el Gobernador le había dado se le acababa; y el día que el término se cumplió entró en el puerto de Panamá. 13
Despachado por su majestad el Gobernador y adelantado Francisco Pizarro, partió del puerto de Sanlúcar con una armada y con próspero viento, sin ningún contraste, llegó al puerto de Nombre de Dios, y dé allí se fué con su gente a la ciudad de Panamá donde tuvo muchas contradiciones y estorbos para que no saliese de allí a ir a poblar la tierra que él había descubierto, como su majestad lo había mandado. 14
Y con la firmeza que en la prosecución dello tuvo, con la más gente, que fueron ciento y ochenta hombres y treinta y siete caballos, en tres navíos partió del puerto de Panamá (...) 14
Deste pueblo de Coaque despachó el Gobernador los tres navíos para la ciudad de Panamá y para Nicoragua [sic: Nicaragua], para que en ellos viniesen más gente y caballos para poder efectuar la conquista y población de la tierra (...) 15
(...) y el Gobernador se quedó allí con la gente reposando algunos días hasta que dos de los navíos volvieron de Panamá con veinte y seis de caballo y treinta de pie; y éstos venidos, partióse el Gobernador de allí con toda la gente de pie y de caballo y anduvieron la costa adelante (la cual es muy poblada), poniendo a todos los pueblos debajo el señorío de su majestad; porque losseñores destos pueblos , de una voluntad salían a los caminos a recebir al Gobernador sin ponerse en defensa (...) 15
Estos eran venidos de Panamá con mercadurías, y no trajeron gente porque el capitán Diego de Almagro quedaba haciendo una armada para venir a esta población con propósito de poblar por sí. 24
Junto a la ribera deste río, seis leguas del puerto de mar, hay un cacique señor de una población que se llama Tangarara, a la cual se puso por nombre San Miguel y porque los navíos que habían venido de Panamá no recibiesen detrimento dilatándose su tornada, el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de sus majestades, mandó fundir cierto oro que estos caciques y el de Túmbez habían dado de presente (...) 25-26
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73
Y así, embarcándose vinieron a Panamá, y desde allí al Nombre de Dios, a donde se embarcaron, y Nuestro Señor los trujo hasta Sevilla, adonde hasta agora son venidas cuatro naos, las cuales trujeron la siguiente cuantidad de oro y plata. 113

papagayos


Cita Número de página
Entre estos venía Atabalipa en una litera aforrada de plumas de papagayos de muchos colores, guarnecida de chapas de oro y plata. 56

Pazalta [sic: paltas]


Cita Número de página
Y de la gente natural de Guito [sic: Quito] vienen doscientos mil hombres de guerra y treinta mil caribes que comen carne humana, y de otra provincia que se dice Pazalta [sic: Palta], y de otras partes viene gran número de gente. 108

Piura


Cita Número de página
(...) en tres días siguientes llegó al valle de Piura, a una fortaleza de un cacique; adonde halló un capitán con ciertos españoles al cual él había enviado para pacificar aquel cacique; y porque no pusiesen en necesidad al cacique de San Miguel (...) 27
Estos eran de paz, depositados en la ciudad de San Miguel; esta población y la de Piura está en unos valles muy buenos. 28

principal/principales


Cita Número de página
Y mándoles que no hiciesen mal a los naturales ni les tomasen oro ni otra cosa contraria a su voluntad, ni hiciesen más de lo que quisiese aquel principal que con ellos iba, porque no los matasen; y que procurasen de ver el pueblo del Cuzco, y de todo trujesen relación; los cuales se partieron de Caxamalca a 15 días de febrero del año sobredicho. 75-76
(...) y el principal que con éllos fué viene con los otros dos cristianos con seiscientas planchas de oro y plata, y mucha cuantidad que le dió en Jauja el principal que allí dejo Chillicuchima. 104
Esta gente se recogió en dos balsas con toda la más comida que pudo haber, y se prendieron algunos indios, de los cuales envió el Gobernador mensajeros al cacique y algunos principales, requiriéndoles de parte de su majestad que viniesen de paz y trujesen los tres cristianos vivos, sin les hacer mal y daño, y que él los recebiría por vasallos de su majestad, aunque habían sido transgresores; donde nó, que les haría guerra a fuego y a sangre hasta destruirlos. 19
(...) y visto por el capitán que bastaba el daño que se les había hecho, envío mensajeros a llamar de paz al cacique de aquella provincia que há por nombre Quilimasa, envió con los mensajeros un principal suyo, y por él respondió que por el mucho temor que tenía de los españoles no osaba venir; que si fuese cierto que no le habían de matar, que vendría de paz. 20
Con esta seguridad, aunque con mucho temor, vino el cacique con algunos principales. 20
El cacique le respondió: 'Yo supe que ciertos principales míos que en las balsas venían llevaron tres cristianos y los mataron, y yo no fuí en ello, pero tuve temor que me echásedes a mí la culpa'. 21
El Gobernador le dijo: 'Esos principales que eso hicieron me traed aqui, y venga la gente a sus pueblos'. 21
El cacique envió a llamar a su gente y a los principales, y dijo que no se podían haber los que mataron a los cristianos porque se habían ausentado de su tierra. 21
El Gobernador hizo información de los indios naturales, y halló que el cacique de Lachira con sus principales y otro llamado Almotaje [sic: Amotape], tenían concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador. 24
Luego mandó hacer justicia, quemando al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y a sus principales e algunos indios, y a todos los principales de Lachira; deste cacique Lachira no se fizo justicia, porque pareció no tener tanta culpa y ser apremiado de sus principales, y porque estas dos poblaciones quedaban sin cabezas t se perderían (...) 25
Vista la información, el Gobernador envió secretamente a prender al cacique de Almotaje [sic: Amotape] y los principales indios y él prendió también al de Lachira y algunos de sus principales, los cuales confesaron el delicto. 25
(...) y que a la entrada del pueblo había ciertos indios ahorcados de los pies y supo deste principal que Atabalipa los mandó matar por que uno dellos entró en las casas de las mujeres a dormir con una; al cual y a todos los porteros que consintieron, ahorcó (...) 31
(...) Él les preguntó por Atabalipa, si sabían si esperaba de paz o de guerra a los cristianos; y ninguno quiso decir verdad, por temor que tenían de Atabalipa, hasta que tomado parte, un principal y atormentado, dijo que Atabalipa esperaba de guerra con su gente en tres partes, la una al pie de la sierra, y otra en Caxamalca, con mucha soberbia, diciendo que ha de matar a los cristianos; lo cual dijo este principal que él lo había oído. 35-36
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36
Sabida la verdad, y habida información secretamente, sobre ello, luego mandó el Gobernador prender al cacique y a tres hijos suyos y a otros dos principales que pudieron ser presos y tomados a vida, y en la otra gente dieron todos los españoles de sobresalto, y aquella tarde mataron alguna gente; y los demás todos huyeron y desampararon el pueblo; y la casa del cacique y otras, algunas fueron metidas a saco, y en ellas se halló algún oro y plata y mucha ropa. 16-17
Otro día envío el Gobernador la gente dividida en cuadrillas a buscar a los contrarios por la isla y a hacerles guerra; la cual se les hizo en término de veinte días; de manera que ellos quedaron bien castigados, y diez principales fueron presos con el cacique; porque él confesó que le habían aconsejado que ordenase la traición que tenía urdida, y que él no quería venir en ello, y no lo pudo estorbar a los principales. 17
Algunas hachas y porras hay de oro y plata que traen los principales; tras éstos vienen otros con lanzas pequeñas, arrojadizas como dardos; en la retaguarda vienen piqueros con lanzas largas de treinta palmos; en el brazo izquierdo traen una manga con mucho algodón, sobre que juegan con la porra. 63-64
(…) viviendo en la ciudad de Panamá el capitán Francisco Pizarro, hijo del capitán Gonzalo Pizarro, caballero de la ciudad de Trujillo: teniendo su casa y hacienda y repartimiento de indios como uno de los principales de la tierra, porque siempre lo fue, y se señaló en la conquista y población en las cosas del servicio de su majestad (...) 7

provincia/provincias


Cita Número de página
y que de lejos tierra de donde es natural, ha venido conquistando, y como llegó a la provincia de Caxamalca (por ser tan rica y apreciable), asentó en ella, y de allí va conquistando más tierra (...) 26-27
El Gobernador acordó de partirse en busca de Atabalipa para traerlo al servicio de su majestad, y para pacificar las provincias comarcanas; porque, éste conquistado, lo restante ligeramente sería pacificado. 27
Otro día vino allí el mensajero que había enviado el Gobernador a Atabalipa, que era un principal indio de la provincia de San Miguel; y viendo al mensajero de Atabalipa, que presente estaba, arremetió contra él, trabóle de las orejas, tirando reciamente hasta que el Gobernador mandó que lo soltase, que dejándolos hubiera entre ellos mala escaramuza. 45
(...) y los indios que la noche antes habían recogido mandó el Gobernador poner en la plaza para que los cristianos tomasen los que hobiesen menester para su servicio; todos los demás mandó soltar y que se fuesen a sus casas; porque eran de diversas provincias, que los traía Atabalipa para sostener sus guerras y para servicio de su ejército. 61
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73
Por esta causa otros se han animado a gastar sus haciendas en su real servicio, descubriendo por aquella mar del Sur y por todo el mar océano tierras y provincias que tan remotas están de la conversación destos reinos de Castilla. 14
(...) y visto por el capitán que bastaba el daño que se les había hecho, envío mensajeros a llamar de paz al cacique de aquella provincia que há por nombre Quilimasa, envió con los mensajeros un principal suyo, y por él respondió que por el mucho temor que tenía de los españoles no osaba venir; que si fuese cierto que no le habían de matar, que vendría de paz. 20
(...) y por no haber en esta comarca más indios de los que están subjectos a este cacique determinó el Gobernador de partirse con alguna gente de pie y de caballo en busca de otra provincia más poblada de naturales para asentar en ella pueblo (...) 21
(...) y dejando toda aquella provincia pacificada, se volvió donde el Gobernador estaba, y trujo los caciques; y el Gobernador los recibió con mucho añor, y mándolos volver a sus pueblos y recoger su gente; y el capitán dijo que había hallado en los pueblos destos caciques de la sierra minas de oro fino y que los vecinos lo cogen, y trujo muestra dello, y que las minas están veinte leguas de este pueblo. 24
Aquí reposó el Gobernador con su gente cuatro días y un día antes que se hubiese de partir habló con un indio principal de la provincia de San Miguel, y le dijo si se atrevía a ir a Caxamalca por espía y traer aviso de lo que hobiese en la tierra. 37
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
Visto esto por Atabalipa, salió a él con mucha gente de guerra hasta llegar a la provincia de Tumepomba [sic: Tumipampa], que era del señorío de su hermano; y por defenderse de la gente, quemó el pueblo principal de aquella provincia y mató toda la gente. 42
Fué natural de una provincia más atrás de Guito [sic: Quito], y como hallase aquella tierra donde está apacible y abundosa y rica, asentó en ella, y puso nombre a una gran ciudad donde estaba la ciudad del Cuzco. 65
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
Adelante de esta ciudad hay otra llamada Collao donde hay un río que tiene mucha cantidad de oro; y camino de diez jornadas desta provincia de Caxamalca, en otra provincia que se dice Guaneso, hay otro río tan rico como este. 66
En todas estas provincias hay muchas minas de oro y plata. 66
Sabido por los caciques desta provincia la venida del Gobernador y la prisión de Atabalipa muchos dellos vinieron de paz a ver al Gobernador. 71
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Y de la gente natural de Guito [sic: Quito] vienen doscientos mil hombres de guerra y treinta mil caribes que comen carne humana, y de otra provincia que se dice Pazalta [sic: Palta], y de otras partes viene gran número de gente. 108
La una de las dos naos postreras que llegaron (en la cual vino por maestre Francisco Rodríguez) es de Francisco de Jerez, natural desta ciudad de Sevilla, el cual escribió esta relación por mandato del Gobernador Francisco Pizarro, estando en la provincia de la Nueva Castilla, en la ciudad de Caxamalca, por secretario del señor Gobernador. 115

Puechio


Cita Número de página
Llegado a este río que se dice Turicarami, asentó su real en un pueblo grande llamado Puechio, y todos los más caciques que había el río abajo vinieron de paz al Gobernador y los deste pueblo le salieron a recibir al camino. 22
Sabido por el Gobernador que estos navíos eran llegados, porque con más brevedad se descargase el fardaje y se subiese el río arriba, él se partió del pueblo de Puechio por el río abajo con alguna gente. 24

Pugna [sic: Puná]


Cita Número de página
Así anduvo el Gobernador con la gente española hasta llegar a un isla que se decía la Pugna [sic: Puná], a la cual los cristianos llamaron la Isla de Santiago, que está dos leguas de la Tierra Firme (...) 15

Quilimasa


Cita Número de página
(...) y visto por el capitán que bastaba el daño que se les había hecho, envío mensajeros a llamar de paz al cacique de aquella provincia que há por nombre Quilimasa, envió con los mensajeros un principal suyo, y por él respondió que por el mucho temor que tenía de los españoles no osaba venir; que si fuese cierto que no le habían de matar, que vendría de paz. 20

Quisquis/Quisques


Cita Número de página
Seis meses había que Atabalipa había enviado dos pajes suyos, muy valientes hombres, el uno llamado Quisques, y el otro Chialiachín [sic: Chillicuchima], los cuales fueron con cuarenta mil hombres sobre la ciudad de su hermano: y fueron ganando toda la tierra hasta aquella ciudad donde el Cuzco estaba, y se la tomaron y mataron mucha gente, y prendieron su persona y le tomaron todo el tesoro de su padre, y luego lo hicieron saber a Atabalipa y mandó que se lo enviase preso (...) 67
(...) y que hallaron allí al capitán Quisquis que tiene esta ciudad por Atabalipa, con treinta mil hombres de guarnición, con que la guarda, porque confina con caribes y con otras gentes que tienen guerra con aquella ciudad (...) 104

Quito/Guito [sic: Quito]


Cita Número de página
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Pasa por aquellos dos pueblos un camino ancho, hecho a mano, que atraviesa toda aquella tierra, y viene desde el Cuzco hasta Guito [sic: Quito], que hay más de trescientas leguas; va llano, y por la sierra bien labrado, es tan ancho, que seis de acaballo, pueden ir por él a la par sin llegar uno a otro; van por el camino caños de agua traídos de otra parte, de donde los caminantes beben. 31-32
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
Fué natural de una provincia más atrás de Guito [sic: Quito], y como hallase aquella tierra donde está apacible y abundosa y rica, asentó en ella, y puso nombre a una gran ciudad donde estaba la ciudad del Cuzco. 65
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
La plata sacan en la sierra con poco trabajo; que un indio saca de un día cinco o seis marcos, la cual saca envuelta con plomo y estaño y piedra azufre, y después la apuran y para sacarla pegan fuego a la sierra; y como se enciende la piedra azufre cae la plata a pedazos; y en Guito [sic: Quito] y Chincha hay las mayores minas. 66
Y asímismo dijo Atabalipa que después de la muerte de su padre, él y su hermano el Cuzco estuvieron en paz siete años cada uno en la tierra que le dejó su padre y podrá haber un año, poco más, que su hermano el Cuzco se levantó contra él con voluntad de tomarle su señorío, y después le envío rogar Atabalipa que no le hiciese guerra, sino que se contentase con lo que su padre le había dejado; y el Cuzco no lo quizo hacer, y Atabalipa salió de su tierra que se dice Guito [sic: Quito], con la más gente de guerra que pudo, y vino a Tomepompa [sic: Tumipampa], donde hubo con su hermano una batalla, y mató Atabalipa más de mil hombres de la gente del Cuzco, y lo hizo volver huyendo (...) 66-67
Y de la gente natural de Guito [sic: Quito] vienen doscientos mil hombres de guerra y treinta mil caribes que comen carne humana, y de otra provincia que se dice Pazalta [sic: Palta], y de otras partes viene gran número de gente. 108

reinos


Cita Número de página
Por esta causa otros se han animado a gastar sus haciendas en su real servicio, descubriendo por aquella mar del Sur y por todo el mar océano tierras y provincias que tan remotas están de la conversación destos reinos de Castilla. 14

repartimiento


Cita Número de página
(…) viviendo en la ciudad de Panamá el capitán Francisco Pizarro, hijo del capitán Gonzalo Pizarro, caballero de la ciudad de Trujillo: teniendo su casa y hacienda y repartimiento de indios como uno de los principales de la tierra, porque siempre lo fue, y se señaló en la conquista y población en las cosas del servicio de su majestad (...) 7
De cierta cantidad de oro que el Gobernador apartó antes del repartimiento, dió a los vecinos que quedaron en el pueblo de San Miguel y a toda la gente que vino con el capitán Diego de Almagro y todos los mercaderes y marineros que vinieron después de la guerra hecha (...) 105-106

sacrificios


Cita Número de página
Por este camino toda la gente tiene una mesma manera de vivir: las mujeres visten una ropa larga que arrastra por el suelo, como hábito de las mujeres de Castilla; los hombres traen unas camisas cortadas; es gente sucia, comen carne y pescado, todo crudo; el maíz comen cocido y tostado; tienen otras suciedades de sacrificios y mezquitas, a las cuales tienen en veneración; todo lo mejor de sus haciendas; ofrescen en ellas. 34
Sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y los mesmos de quien hacen sacrificios se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas. 34-35
Las mezquitas son diferenciales de las otras casas cercadas de piedra y de tapias, muy bien labradas, asentadas en lo más alto de los pueblos; en Túmbez y en estas poblaciones usan un traje y tienen los mesmos sacrificios. 35
Oídas estas palabras por el Gobernador (aunque antes tenía noticia de esta mezquita) dió a entender a Atabalipa cómo todos aquellos ídolos son vanidad, y el que en ellos habla es el diablo, que los engaña por los llevar a perdición (...) irán a las penas infernales, donde para siempre están ardiendo todos los que carecieron deste conoscimiento, que han servido al diablo haciéndole sacrificios y ofrendas y mezquitas (...) 70

señor/señores


Cita Número de página
Y en este puerto prendieron al cacique señor dél, con alguna gente suya, y hallaron mucha ropa de diversas maneras, y muchos mantenimientos, en que había para mantenerse los españoles tres o cuatro años. 15
Pasados sesenta días de la prisión de Atabalipa, un cacique del pueblo en donde está la mezquita, y el guardián della llegaron ante el Gobernador, el cual preguntó a Atabalipa que quién eran; dijo que el uno era señor del pueblo de la mezquita y el otro guardián della, y que se holgaba con su venida, por que pagarías las mentiras que le habían dicho; y pidió una cadena para echar al guardián porque le había aconsejado que tuviese guerra con los cristianos, que el ídolo le había dicho que los mataría todos; y también dijo a su padre el Cuzco, cuando estaba a la muerte, que no moriría de aquella enfermedad. 74
Agora digamos una cosa que no es para dejar de escrebir, y es que pareció ante el señor un cacique señor del pueblo de Caxamalca y por las lenguas le dijo 'Hágote saber que después que Atabalipa fué presso, envió, a Quito su tierra, y por todas las otras provincias a hacer ayuntamiento de mucha gente de guerra para venirse sobre ti y tu gente y mataros a todos, y que toda esta gente viene con un gran capitán llamado Lluminabe, y que está muy cerca de aquí y verná de noche y dará en este real quemándolo por todas partes, y al primero que trabajarán por matar será a tí, y sacarán de su prisión a su señor Atabalipa. 107-108
Oído por el Gobernador este aviso, agradeciólo mucho al cacique, y hízole mucha honrra, y mandó a un escribano que lo asentase todo, y hízole sobre ello información, y tomó el dicho a un tío de Atabalipa, y a algunos señores principales y a algunas indias, y hállose ser verdad todo lo que dijo el cacique señor de Caxamalca. 108
Luego tomó el Gobernador, otro hijo del Cuzco viejo, llamado Atabalipa, que mostraba tener amistad a los cristianos, y lo puso en el señorío en presencia de los caciques y señores comarcanos y de otros indios; y les mandó que lo tuviesen todos por señor y le obedeciesen como antes obedecían a Atabalipa, pues este era señor natural, por ser hijo del Cuzco viejo; y todos dijeros que lo tenían por tal señor y le obedescerían como el Gobernador les mandaba. 111
Agora quiero decir una cosa admirable, y es que veinte días antes que esto acaeciese, ni se supiese de la hueste que Atabalipa había hecho juntar, estando Atabalipa una noche muy alegre con algunos españoles, hablando con ellos, paresció a deshora una señal en el cielo a la parte del Cuzco, como cometa de fuego, que duró mucha parte de la noche; y vista esta señal por Atabalipa, dijo que muy presto había de morir en aquella tierra un gran señor . 111-112
(...) y el Gobernador se quedó allí con la gente reposando algunos días hasta que dos de los navíos volvieron de Panamá con veinte y seis de caballo y treinta de pie; y éstos venidos, partióse el Gobernador de allí con toda la gente de pie y de caballo y anduvieron la costa adelante (la cual es muy poblada), poniendo a todos los pueblos debajo el señorío de su majestad; porque los señores destos pueblos , de una voluntad salían a los caminos a recebir al Gobernador sin ponerse en defensa (...) 15
El Gobernador fué recebido en esta isla por el cacique señor della con mucha alegría y buen recebimiento, así de mantenimientos que le sacaron al camino, como de diversos instrumentos músicos que los naturales tienen para su recreación. 16
Hay en ella muchos pueblos, y siete caciques son señores dellos, y uno es señor de todos ellos. 16
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra y ganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
(...) y fue hallado muy buen puerto a la costa de la mar cerca desta ribera, y caciques señores de mucha gente en parte donde podian venir a servir a este río. 23
Junto a la ribera deste río, seis leguas del puerto de mar, hay un cacique señor de una población que se llama Tangarara, a la cual se puso por nombre San Miguel y porque los navíos que habían venido de Panamá no recibiesen detrimento dilatándose su tornada, el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de sus majestades, mandó fundir cierto oro que estos caciques y el de Túmbez habían dado de presente (...) 25-26
Tuvo noticias el Gobernador que la vía de Chincha y del Cuzco hay muchas y grandes poblaciones abundosas y ricas; y que doce o quince jornadas deste pueblo está un valle poblado que se dice Caxamalca adonde reside Atabalipa, que es el mayor señor que al presente hay entre los naturales, al cual todos obedecen (...) 26-27
(...) y por ser este señor tan temido, los comarcanos deste río no están domésticos al servicio de su majestad, como conviene, antes se favorescen con este Atabalipa, y dicen que a él tienen por señor y no hay otro, y que pequeña parte de su hueste basta para matar a todos los cristianos, poniendo mucho temor con su acostumbrada crueldad. 27
Súpose que este cacique era gran señor, el cual al presente estaba destruído; que el Cuzco viejo, padre de Atabalipa, le había destruído veinte pueblos y muerte gente déllos. 28
Con todo este daño, tenía mucha gente y junto con él está otro su hermano, tan grande señor como él. 28
El Gobernador respondió luego cómo en aquel pueblo quedaba esperando que desque hubiesen negociado viniesen a se juntar con él y; que de camino visitasen y pacificasen otro pueblo que está cerca de la ciudad de Caxas que se dice Gicabamba [sic: Huancabamba], y que tenía noticias que este cacique de Zarán es señor de bueno pueblos y de un valle abundoso, el cual está depositado en los vecinos de la ciudad de San Miguel. 29
Con el capitán vino un indio principal con otros algunos, y dijo el capitán que aquel indio había venido con cierto presente para el Gobernador que su señor Atabalipa le envía desde Caxamalca para le traer aquel presente, que eran dos fortalezas a manera de fuente figuradas en piedra, con que beba, y dos cargas de patos secos desollados, para que, hechos polvos, se sahume con ellos, porque así se usa entre los señores de su tierra; y que le envía a decir que él tiene voluntad de ser su amigo, y esperalle de paz en Caxamalca. 32
El mensajero dijo que quería volver con la respuesta a su señor; el Gobernador le dijo: 'Dírasle de mi parte lo que te he dicho, que no pararé en ningún pueblo del camino por llegar presto a verme con él.' 33
Al cabo de tres días llegó a una gran plaza cercada, en la cual no halló gente; súpose que es de un cacique señor de un pueblo que se dice Cópiz, que está cerca de allí en un valle, y que aquella fortaleza está despoblada porque no tenía agua. 33
El Gobernador caminó dos días por unos valles muy poblados, durmiendo en cada jornada en casas fuertes cercadas de tapias; losseñores destos pueblos dicen que el Cuzco viejo posaba en estas casas cuando iba camino por una tierra arenosa y seca, hasta que llegó a otro valle bien poblado, por el cual pasa un río muy furioso y grande (...) 35
Este cacique de quien el Gobernador se informó es el principal de los de aquel río; el cual dijo que al tiempo que vino Atabalipa por aquella tierra, él se había escondido por temor, y como no lo halló en sus pueblos, de cinco mil indios que tenía, le mató los cuatro mil, y le tomó seiscientas mujeres y seiscientos muchachos, para repartir entre su gente de guerra: e dijo que el cacique señor de aquel pueblo, y fortaleza donde estaba se llama Cinto, y estaba con Atabalipa. 36
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
El Gobernador dijo al mensajero : 'Mucho he holgado de lo que me has dicho, por saber de la victoria de tu señor; porque no contento su hermano con lo que tenía, quería abajar a tu señor del estado en que su padre le había dejado. 43
Y creyendo el Gobernador que todo lo que este indio había dicho era de parte de Atabalipa por poner temor a los cristianos y dar a entender su poderío y destreza dijo al mensajero : 'Bien creo lo que has dicho es así, porque Atabalipa es gran señor, y tengo nuevas que es buen guerrero (...) 43
Dijeron que lo mesmo había dicho el otro mensajero el día antes y otras muchas razones alabando el gran estado de su señor, y la gran pujanza de su hueste, y asegurando y certificando al Gobernador que Atabalipa le recibiría de paz y lo quería tener por amigo y hermano. 44
Este embajador traía servicio de señor y cinco o seis vasos de oro fino, con que bebía, y con ellos daba de beber a los españoles de la chicha que traía, y dijo que con el Gobernador se quería ir hasta Caxamalca. 44-45
Venido el día sábado por la mañana llegó al Gobernador un mensajero de Atabalipa y le dijo de su parte: 'Mi señor te envía a decir que quiere venir a verte, y traer su gente armada, pues tu enviaste la tuya ayer armada; y que les envíes un cristiano con quien venga'. 53
El Gobernador respondió: 'Dí a tu señor que venga en hora buena como quisiere; que de la manera que viniere lo recibiré como amigo y hermano; y que no le envío cristiano porque no se usa entre nosotros enviarlo de un señor a otro'. 53
Todos los que traían las andas de Atabalipa pareció ser hombres principales, los cuales, todos murieron, y también todos los que venían en las literas y hamacas; y el de la una litera era su paje y señor; a quién él mucho estimaba; y los otros eran también señores de mucha gente y consejeros suyos: murió también el cacique señor de Caxamalca. 58
Otros capitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso déllos, porque todos los que venían en guarda de Atabalipa eran grandes señores . 58-59
Cosa fué maravillosa ver preso en tan breve tiempo a tan gran señor, que tan poderoso venía. 59
(...) nosotros usamos de piedad con nuestros enemigos vencidos, y no hacemos guerra sino a los que nos la hacen, y pudiéndolos destruir no lo hacemos, antes los perdonamos; que teniendo yo preso al cacique señor de la isla lo dejé porque de ahí en adelante fuese bueno; y lo mismo hice con los señores caciques de Túmbez y Chulimasa y con otros, que teniéndolos en mi poder, siendo merecedores de muerte, los perdoné. 59-60
Agora se dirá del padre deste Atabalipa, y cómo se hizo señor y otras cosas de su grandeza y estado, según que él mesmo lo contó al Gobernador. 65
El Cuzco viejo dejó por señor de la provincia de Guito [sic: Quito], apartada del otro señorío principal a Atabalipa, y el cuerpo del Cuzco está en la provincia de Guito [sic: Quito], donde murió, y la cabeza lleváronla a la ciudad del Cuzco; oro y plata; que la casa donde está es el suelo y paredes y techo todo chapado de oro y plata, entretejido uno con otro; y en esta ciudad hay otras veinte casas las paredes chapadas de una hoja delgada de oro por dentro y por de fuera. 65
Atabalipa era hombre de treinta años; bien apersonado y dispuesto, algo grueso; el rostro grande, hermoso y feroz, los ojos encarnizados en sangre; hablaba con mucha gravedad, como gran señor; habla muy vivos razonamientos, y entendidos por los españoles, conoscían ser hombre sabio; era hombre alegre; aunque crudo; hablando con los suyos era muy robusto y no mostraba alegría. 69
Algunos destos caciques eran señores de treinta mil indios, todos subjectos a Atabalipa, y como ante él llegaban, le hacían gran acatamiento, besándole los pies, y las manos; él los recibía sin mirallos. 71
Así, preso como estaba, tenía estado de señor y estaba muy alegre; verdad es que el Gobernador le hacía muy buen tratamiento, aunque algunas veces le dijo que algunos indios habían dicho a los españoles cómo hacían ayuntar gente de guerra en Guamachuco y en otras partes. 71
Atabalipa respondió que había de estar cuatro días retraído sin hablar a ninguno, porque así se usa entre ellos cuando un señor muere, para que el sucesor sea temido y obedescido y luego le dan todos la obediencia. 112
Luego todos los señores principales y caciques que presentes se hallaron, con mucho acatamiento lo recibieron por señor y le besaron la mano y en el carrillo; y volviendo las caras al Sol, le dieron gracias, las manos juntas, diciendo que les había dado señor natural. 112
Así fué recebido este señor al estado de Atabalipa y luego le pusieron una borla muy rica atada por la cabeza, que desciende desde la frente, que cuasi le tapaba los ojos, que entre ellos es corona, que trea el que es señor del Cuzco, y así la traía Atabalipa. 112

sepulturas


Cita Número de página
Sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y los mesmos de quien hacen sacrificios se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas. 34-35

Tangarara


Cita Número de página
Junto a la ribera deste río, seis leguas del puerto de mar, hay un cacique señor de una población que se llama Tangarara, a la cual se puso por nombre San Miguel y porque los navíos que habían venido de Panamá no recibiesen detrimento dilatándose su tornada, el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de sus majestades, mandó fundir cierto oro que estos caciques y el de Túmbez habían dado de presente (...) 25-26

Tomepompa [sic: Tumibamba]/Tomepomba [sic: Tumibamba]/Tomipunxa [sic: Tumibamba]/Tumepampa [sic: Tumibamba]/Tumepomba [sic: Tumibamba]


Cita Número de página
Y asímismo dijo Atabalipa que después de la muerte de su padre, él y su hermano el Cuzco estuvieron en paz siete años cada uno en la tierra que le dejó su padre y podrá haber un año, poco más, que su hermano el Cuzco se levantó contra él con voluntad de tomarle su señorío, y después le envío rogar Atabalipa que no le hiciese guerra, sino que se contentase con lo que su padre le había dejado; y el Cuzco no lo quizo hacer, y Atabalipa salió de su tierra que se dice Guito [sic: Quito], con la más gente de guerra que pudo, y vino a Tomepompa [sic: Tumipampa], donde hubo con su hermano una batalla, y mató Atabalipa más de mil hombres de la gente del Cuzco, y lo hizo volver huyendo (...) 66-67
(...) y porque el pueblo de Tomepomba [sic: Tumipampa] se le puso en defensa, lo abrasó y mató toda la gente dél, y quería asolar todos los pueblos de aquella comarca, y dejólo de hacer por seguir a su hermano (...) 67
(...) y el Cuzco se fué a su tierra huyendo, y Atabalipa vino conquistando con gran poder toda aquella tierra y todos los pueblos se le daban, sabiendo la grandísima destruición que había hecho en Tomepomba [sic: Tumipampa]. 67
Atabalipa tenía pensamiento, si no le acaeciera ser preso, de irse a descansar a su tierra, y de camino acabar de asolar todos los pueblos de aquella comarca de Tomepomba [sic: Tumipampa] que se le había puesto en defensa y poblalla de nuevo de su gente, y que le envíasen sus capitanes, de la gente del Cuzco que han conquistado, cuatro mil hombres casados para poblar a Tomepomba [sic: Tumipampa]. 68
Mi señor Atabalipa es hijo del Cuzco viejo, que ya es fallecido, el cual señoreó todas estas tierras; y a este su hijo Atabalipa dejó por señor de una gran provincia que está adelante de Tomipunxa [sic: Tumipampa], la cual se dice Guito [sic: Quito]; y a otro su hijo mayor dejó las otras tierras y señorío principal; por ser sucesor del señorío, se llama Cuzco, como su padre. 42
Atabalipa fué conquistando la tierra del Cuzco, sin que algún pueblo se le defendiese, porque sabían el castigo que en Tumepamba [sic: Tumipampa] hizo y de todas las tierras que señoreaba se rehacía de gente de guerra. 42
Visto esto por Atabalipa, salió a él con mucha gente de guerra hasta llegar a la provincia de Tumepomba [sic: Tumipampa], que era del señorío de su hermano; y por defenderse de la gente, quemó el pueblo principal de aquella provincia y mató toda la gente. 42

Túmbez


Cita Número de página
Y porque en aquella isla no se podía hacer fruto, el Gobernador se repartió con algunos españoles y caballos que en tres navíos que allí estaban cupieron, para el pueblo de Túmbez, que a la sazón estaba de paces, dejando allí la otra gente con un capitán, en tanto que los navíos volvían por ella, y para ayudar a pasar más presto, vinieron por mandato del Gobernador ciertas balsas de Túmbez, que el cacique envió, y en ellas se metieron tres cristianos con alguna ropa. 18
En tres días arribaron los navíos a la playa de Túmbez. 18
Después que el Gobernador hubo estado allí algunos días, viendo que no podían ser habidos los indios matadores, y que el pueblo de Túmbez estaba destruído, aunque parecía ser gran cosa, por algunos edificios que tenía y dos casas cercadas, la una con dos cercas de tierra ciega y sus patios y aposentos y puertas con defensas, que para entre indios es buena fortaleza. 21
El primero día que el Gobernador partió de Túmbez, que fué a 16 de mayo de 1532 años, llegó a un pueblo pequeño, y en tres días siguientes llegó a un pueblo que está entre unas sierras; el cacique señor de aquel pueblo fué llamado Juan; allí reposó tres días, y otras tres jornadas llegó a las riberas de un río que estaba bien poblada y bastecida, de muchos mantenimientos de la tierra y ganados de ovejas: el camino está todo hecho a mano, ancho y bien labrado, y en algunos pasos malos hechas sus calzadas. 22
(...) y porque se cumpla lo que su majestad manda, y los naturales vengan a la conversión y conoscimiento de nuestra santa de católica, hizo mensajeros a los españoles que quedaron en Túmbez que viniesen, para que, con acuerdo de las personas que su majestad mandase, hiciese la población en la parte más conveniente a su servicio y bien de los naturales (...) 23
(...) y después de enviado este mensajero , parecióle que habría dilación en la venida si no fuese persona a quien el cacique e indios de Túmbez tuviesen temor, para que ayudasen a venir la gente, y envió a su hermano Hernando Pizarro, capitán general (...) 23
El capitán que fue a Túmbez por la gente vino con ella desde en treinta días; alguna della vino por mar con el fardaje en un navío y un barco y en balas. 24
Hecha esta justicia, y recogida toda la gente y fardaje que vino de Túmbez, vista aquella comarca y ribera por el reverendo padre Vicente de Valverde, religioso de la orden de Santo Domingo, y por los oficiales de su majestad, el Gobernador, con acuerdo destas personas, como sus majestades mandan (...) asentó y fundó pueblo en nombre de sus majestades. 25
Junto a la ribera deste río, seis leguas del puerto de mar, hay un cacique señor de una población que se llama Tangarara, a la cual se puso por nombre San Miguel y porque los navíos que habían venido de Panamá no recibiesen detrimento dilatándose su tornada, el Gobernador, con acuerdo de los oficiales de sus majestades, mandó fundir cierto oro que estos caciques y el de Túmbez habían dado de presente (...) 25-26
Las mezquitas son diferenciales de las otras casas cercadas de piedra y de tapias, muy bien labradas, asentadas en lo más alto de los pueblos; en Túmbez y en estas poblaciones usan un traje y tienen los mesmos sacrificios. 35
(...) y si quisiere guerra yo se la haré como la hecho al cacique de la isla de Santiago y al de Túmbez y todos los demás que conmigo la han querido; que yo no hago a ninguno ni enojo si él no la busca'. 44
(...) nosotros usamos de piedad con nuestros enemigos vencidos, y no hacemos guerra sino a los que nos la hacen, y pudiéndolos destruir no lo hacemos, antes los perdonamos; que teniendo yo preso al cacique señor de la isla lo dejé porque de ahí en adelante fuese bueno; y lo mismo hice con los señores caciques de Túmbez y Chulimasa y con otros, que teniéndolos en mi poder, siendo merecedores de muerte, los perdoné. 59-60
Veinte días eran pasados de diciembre del sobredicho año, cuando llegaron a este pueblo ciertos indios, mensajeros del pueblo de San Miguel, con una carta en que hacían saber al Gobernador cómo habían arribado a esta costa, a un puerto que se dice Cancebi junto con Quaque, seis navíos en que venían ciento y cincuenta españoles y ochenta y cuatro caballos; los tres navíos venían de Panamá, en que venía el capitán Diego de Almagro con ciento y veinte hombres, y las otras tres carabelas venían de Nicaragua con treinta hombres, y que venían a esta gobernación con voluntad de servir en ella y que desde Cancebi, como hobieron echado la gente y los caballos para venir por tierra, se adelantó un navío a saber dónde estaba el Gobernador, y llegó hasta Túmbez, y el cacique de aquella provincia no le quiso dar razón dél ni mostralle la carta que el Gobernador les dejó para dar a los navíos que por allí viniesen. 72-73

Turicarami


Cita Número de página
Llegado a este río que se dice Turicarami, asentó su real en un pueblo grande llamado Puechio, y todos los más caciques que había el río abajo vinieron de paz al Gobernador y los deste pueblo le salieron a recibir al camino. 22

Zarán


Cita Número de página
Luego aquel día se partió el capitán; otro día se partió el Gobernador y llegó a un pueblo llamado Zarán, donde esperó al capitán que fué a Caxas; el cacique del pueblo trujo al Gobernador mantenimiento de ovejas y otras cosas, a una fortaleza donde el Gobernador llegó a medio día. 29
Otro día partió de la fortaleza y llegó al pueblo de Zarán, en el cual mandó asentar su real para esperar al capitán que había ido a Caxas (...) 29
El Gobernador respondió luego cómo en aquel pueblo quedaba esperando que desque hubiesen negociado viniesen a se juntar con él y; que de camino visitasen y pacificasen otro pueblo que está cerca de la ciudad de Caxas que se dice Gicabamba [sic: Huancabamba], y que tenía noticias que este cacique de Zarán es señor de bueno pueblos y de un valle abundoso, el cual está depositado en los vecinos de la ciudad de San Miguel. 29
Y luego que el señor Gobernador allí fué llegado, vino el principal mensajero que Atabalipa había primero enviado con el presente de las fortalezas que vino a Zarán por la vía de Caxas. 44

Zuricara


Cita Número de página
Entonces alzó los ojos el cacique y dijo: 'Maizabilica, un capitán que tengo en el río de Zuricara, me envió a decir como tratábades mal a los caciques, y echábadelos en cadenas; y me envió una collera de hierro, y dice que el mató tres cristianos y un caballo. Pero yo huelgo de ir mañana a ver al Gobernador y ser amigos de los cristianos porque son buenos'. 52