Cristóbal de Mena

La Conquista del Perú [1534]. Edición de Raúl Porras Barrenechea. Primera edición. Lima: Biblioteca Abraham Valdelomar, Huacachina, 2014.

Presentación de Cristóbal de Mena

Cómo citar:
GLOSAS CRONIQUENSES (1994-), Cristóbal de Mena. https://glosascroniquenses.github.io/Glosario/intro/cronista20. [Fecha de consulta: 24.11.2021]


aposento


Cita Número de página
Yendo por aquel camino que era la mayor parte tapiado de las dos partes y árboles que hacían sombra, de dos en dos leguas hallábamos aposento. 29

Atahualpa


Cita Número de página
Allí tuvimos noticia de un gran señor llamado Atahualpa, el cual tenía guerra con un su hermano mayor llamado el Cuzco, al cual habían desbaratado ciertos capitanes de Atahualpa. 25
Cuando Atahualpa supo que iban los cristianos envió un capitán a espiar qué gente éramos. 26
En un pueblo que se dice Piura halló el gobernador a un capitán hermano suyo a quien había enviado adelante con cuarenta de a pie y de a caballo, y de él supo cómo todos aquellos caciques le amenazaban con Atahualpa. 26
Cuando el gobernador llegó, supo que tres jornadas de allí estaba un pueblo que se decía Caxas en el cual estaban aposentados muchos indios de guerra que tenían recogidos muchos tributos con que Atahualpa abastecía su real. 27
Este pueblo estaba muy destruido de la guerra que le había dado Atahualpa, por los cerros había muchos indios colgados porque no se le habían querido dar, porque todos estos pueblos estaban primero por el Cuzco y le tenían por señor y le pagaban tributo. 28
El capitán envió a llamar al cacique de aquel pueblo, y luego vino quejándose mucho de Atahualpa, de cómo los había destruido y muerto mucha gente, que de diez o doce mil indios que tenía no le había dejado más de tres mil, y que aquellos días pasados estaba gente de guerra en aquel pueblo, y como supieron que venían los cristianos que por temor de ellos se habían ido. 28
El señor capitán les dijo que estuviesen de paz con los cristianos y fuesen vasallos del Emperador, y que no tuviesen miedo de Atahualpa. 28
El cacique se holgó mucho, y luego abrió una casa de aquellas que estaba cerrada y puesta guarda por Atahualpa, y sacó de ella cuatro o cinco mujeres y diolas al capitán para que sirviesen a los cristianos en guisar de comer por los caminos. 28
Oro dijo que no lo tenía, porque todo se lo había tomado Atahualpa; todavía dio cuatro o cinco tejuelos de oro de minas 28
Estando en esto vino un capitán de Atahualpa: el cacique hubo gran temor y se levantó en pie, que no osó estar sentado delante de él, mas el señor Hernando de Soto lo hizo sentar cerca de sí. Este capitán traía un presente para los cristianos de parte de Atahualpa. 28-29
De allí a dos días se partió el gobernador para ir a verse con Atahualpa, y hallaba por el camino destruidos los más de los pueblos y los caciques ausentados, que todos estaban con su señor. 29
Antes de llegar al pueblo tomamos dos indios por saber nuevas del cacique Atahualpa: el capitán los mandó atar a dos palos, porque tuviesen temor. 30
El uno dijo que no sabía de Atahualpa, mas que el otro había pocos días que había dejado con Atahualpa al cacique señor de aquel pueblo. 30
Del otro supimos que Atahualpa estaba en el llano de Cajamarca con mucha gente esperando a los cristianos, y que muchos indios guardaban dos malos pasos que había en la sierra, y que tenían por bandera la camisa que el gobernador había enviado al cacique Atahualpa, y que él no sabía otra cosa más de lo dicho, y con fuego ni con otra cosa nunca dijo más de esto. 30
Y luego la retaguardia llegó aquella noche vinieron dos indios con diez o doce ovejas por mandado de Atahualpa, y las dieron al gobernador. 31
Y una jornada antes que allegásemos al real de Atahualpa vino de su parte un mensajero, y trajo en presente muchas ovejas cocidas y pan de maíz y cántaros con chicha. 31
Y como el gobernador había enviado un indio del camino —era este indio cacique de los pueblos en los cuales los cristianos estaban repartidos y eran grandes amigos de los cristianos— este cacique fue al real de Atahualpa y sus guardas no le dejaron llegar allá, antes le preguntaron que de dónde venía el mensajero de los diablos, que por tanta tierra habían venido y no había quien los matase. 31-32
El cacique les dijo que le dejasen ir a hablar con Atahualpa, porque cuando algún mensajero iba a los cristianos ellos le hacían mucha honra. 32
Aquella noche vino a dormir donde el gobernador había llegado con su gente, y había avisado al gobernador que ninguna cosa de comer que Atahualpa enviase, no la comiésemos: y así fue hecho, que toda la vianda que Atahualpa envió fue dada a los indios que llevaban las cargas. 32
Antes de hora de vísperas llegamos a vista del pueblo, que es muy grande, y hallamos muchos pastores y carneros del real de Atahualpa y vimos abajo del pueblo, cerca de una legua, una casa cercada de árboles. Al derredor de aquella casa a cada parte estaba cubierto de toldos blancos más de media legua: allí era el real donde Atahualpa nos estaba esperando en el campo. 32
En el pueblo había muy poca gente, que serían cuatrocientos o quinientos indios que guardaban las puertas de las casas del cacique Atahualpa que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de Atahualpa. 32-33
El señor Hernando Pizarro y el señor Hernando de Soto pidieron licencia al señor gobernador que los dejase ir con cinco o seis de a caballo y con la lengua a hablar con el cacique Atahualpa, y a ver cómo tenía asentado su real. 33
Al otro día por la mañana no hacían sino ir y venir mensajeros al real de Atahualpa, y una vez decía que había de venir con sus armas, otra vez decía que había de venir sin ellas. 35
A hora de mediodía comenzó Atahualpa a partir de su real con tanta gente que todos los campos venían llenos. 35
Y yo se que vienen en busca mía, y que Atahualpa les prometió un bohio de oro que yo tenía para darles, mas yo les daría cuatro bohíos y ellos no me matarían, como éste pienso que me ha de matar. 42
Luego que Atahualpa supo lo que su hermano el Cuzco había dicho tuvo gran temor que sabiendo esto los cristianos luego lo matarían y alzarían por señor al Cuzco, su hermano. 42
Y así lo mataron, que no aprovechó el mucho temor que el gobernador puso a Atahualpa: cuando supo que un capitán suyo lo tenía, díjole que no lo mandase matar sino que lo hiciese traer allí a donde estaban. 42
El mismo Atahualpa pensaba ser señor, porque había conquistado la tierra pocos días antes. 42
En una provincia que se dice Huamachuco había muerto mucha gente y había prendido a un hermano suyo, el cual había jurado de beber con la cabeza del mismo Atahualpa, y Atahualpa bebía con la suya, porque yo lo vi, y todos los que se hallaron con el señor Hernando Pizarro, y él vio la cabeza con su cuero, y las carnes secas y sus cabellos, y tiene los dientes cerrados y allí tiene un cañuto de plata, y encima de la cabeza tiene un copón de oro pegado, por donde bebía Atahualpa cuando se le acordaba de las guerras que su hermano le había hecho, y echaban la chicha en aquel copón y salíale por la boca y por el cañuto por donde bebía. 42-43
El señor gobernador y todos los que con él quedamos nos veíamos cada día en mucho trabajo, porque aquel traidor de Atahualpa hacía continuamente venir gente sobre nosotros. 43
La mujer no los consintió entrar dentro si no se descalzaban, y descalzándose fueron a ver aquellos bultos secos y les sacaron muchas piezas ricas, y no se las acabaron de sacar todas porque el cacique Atahualpa les había rogado que no se las sacasen diciendo que aquel era su padre el Cuzco, y por eso no osaron sacarle más. 46
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48
Y así volvió y dijo al capitán que fuese a ver al señor gobernador y a su cacique Atahualpa. Él dijo que no quería salir de allí porque así lo había mandado su señor Atahualpa. Hernando Pizarro le dijo que si no quería venir, que lo llevaría por fuerza. 48
Al cacique Atahualpa le pesó mucho de la venida de su capitán, mas como era muy astuto dio a entender que le placía. 48-49
El gobernador le preguntó por el oro del Cuzco, que aquel capitán era el que lo había prendido. Él respondió, según Atahualpa le había avisado, que ningún oro tenía, que todo lo habían traído. 49
Atahualpa le dijo que nos dijese nada, que aquello que hacían no era sino para ponerle espanto, que no osarían quemarle. 49
Y así le preguntaron otra vez por el oro, y no lo quiso decir, mas luego que le pusieron un poco de fuego dijo que le quitasen aquel cacique su señor de delante, porque él le hacía del ojo que no dijese la verdad. Y así se lo quitaron de allí, y luego dijo que por mandado del cacique él había venido tres o cuatro veces con mucho poderío de gente sobre los cristianos, y como los cristianos lo sabían, el mismo Atahualpa su señor le mandaba volver por miedo que los cristianos no los matasen. 49
Asimismo dijo aquel capitán indio a los cristianos que en aquel pueblo de abajo donde el cacique Atahualpa su señor tenía asentado su real estaba un toldo muy grande en el cual el cacique tenía muchos cántaros y otras diversas piezas de oro. 50
Luego llevaron aquel capitán indio a la casa del señor Hernando Pizarro y pusieron diligentemente guarda sobre él, porque así convenía que se pusiese, porque más obedecía la mayor parte de la gente al mandado de este capitán que al del mismo cacique Atahualpa su señor porque era muy valiente hombre en la guerra y había hecho mucho mal por toda aquella tierra. 50
Y así estaba aquel capitán muy enojado contra el cacique Atahualpa, su señor, diciendo que por su causa le habían maltratado. 50
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
Pocos días antes habían venido a nuestro real dos indios hijos del Cuzco viejo, hermanos de Atahualpa de padre y no de madre. 54
Y determinaron de matar luego aquel gran cacique Atahualpa, el cual lo merecía. 54-55
Asimismo se holgó de la muerte de Atahualpa el capitán Chalcuchima, diciendo que por causa de él estaba medio quemado. 55
Y que él daría todo el oro de la tierra, que había mucho más de lo que Atahualpa había dado. 55
Antes que Atahualpa muriese había traer un pastor con ovejas de oro, y piezas ricas. Y esto todo venía para el real. 56

bohío/bohíos


Cita Número de página
Y luego los envió a unos bohíos del sol, en que ellos adoran. Estos bohíos estaban de la parte que sale el sol, chapados de oro de unas planchas grandes, y cuanto más les venía dando la sombra del sol tenían más bajo oro en ellos. Los cristianos fueron a los bohíos, y sin ayuda ninguna de indios (porque ellos no les querían ayudar, porque era bohío del sol, diciendo que se morirían) los cristianos determinaron con unas barretas de cobre de desguarnecer estos bohíos, y así los desguarnecieron según por su boca ellos lo dijeron. 45

cacique/caciques


Cita Número de página
El cacique le respondió (según después nos dijo) que más a su salvo tomaría a los cristianos cuando ellos llegasen a donde él estaba. Sabiendo el gobernador que este cacique andaba conquistando aquella tierra con mucho número de gente determinó de ir en busca de él con la poca gente que llevaba, que seríamos todos ciento y cincuenta, en que irían casi sesenta de a caballo. Así partimos en busca de este cacique, que nos amenazaban que él nos vendría a buscar y el gobernador quiso ir a buscar a él. 26
En un pueblo que se dice Piura halló el gobernador a un capitán hermano suyo a quien había enviado adelante con cuarenta de a pie y de a caballo, y de él supo cómo todos aquellos caciques le amenazaban con Atahualpa. 26
Allí se informó el gobernador de los indios, y le dijeron que este cacique estaba en un pueblo llamado Cajamarca y que allí lo esperaba con mucha gente. 26
Con el gran deseo que el gobernador y los de su compañía tienen de servir a su Majestad, no rehusaron el trabajo del camino y fueron a un pueblo que estaba dos leguas de allí, que era repartimiento del señor capitán Hernando Pizarro, el cual se había adelantado cuatro días antes por apaciguar aquel cacique. 27
El capitán envió a llamar al cacique de aquel pueblo, y luego vino quejándose mucho de Atahualpa, de cómo los había destruido y muerto mucha gente, que de diez o doce mil indios que tenía no le había dejado más de tres mil, y que aquellos días pasados estaba gente de guerra en aquel pueblo, y como supieron que venían los cristianos que por temor de ellos se habían ido. 28
El cacique se holgó mucho, y luego abrió una casa de aquellas que estaba cerrada y puesta guarda por Atahualpa, y sacó de ella cuatro o cinco mujeres y diolas al capitán para que sirviesen a los cristianos en guisar de comer por los caminos. 28
Estando en esto vino un capitán de Atahualpa: el cacique hubo gran temor y se levantó en pie, que no osó estar sentado delante de él, mas el señor Hernando de Soto lo hizo sentar cerca de sí. Este capitán traía un presente para los cristianos de parte de Atahualpa. 28-29
De allí a dos días se partió el gobernador para ir a verse con Atahualpa, y hallaba por el camino destruidos los más de los pueblos y los caciques ausentados, que todos estaban con su señor. 29
Antes de llegar al pueblo tomamos dos indios por saber nuevas del cacique Atahualpa: el capitán los mandó atar a dos palos, porque tuviesen temor. 30
El uno dijo que no sabía de Atahualpa, mas que el otro había pocos días que había dejado con Atahualpa al cacique señor de aquel pueblo. 30
Del otro supimos que Atahualpa estaba en el llano de Cajamarca con mucha gente esperando a los cristianos, y que muchos indios guardaban dos malos pasos que había en la sierra, y que tenían por bandera la camisa que el gobernador había enviado al cacique Atahualpa, y que él no sabía otra cosa más de lo dicho, y con fuego ni con otra cosa nunca dijo más de esto. 30
Y como el gobernador había enviado un indio del camino —era este indio cacique de los pueblos en los cuales los cristianos estaban repartidos y eran grandes amigos de los cristianos— este cacique fue al real de Atahualpa y sus guardas no le dejaron llegar allá, antes le preguntaron que de dónde venía el mensajero de los diablos, que por tanta tierra habían venido y no había quien los matase. 31-32
El cacique les dijo que le dejasen ir a hablar con Atahualpa, porque cuando algún mensajero iba a los cristianos ellos le hacían mucha honra. 32
En el pueblo había muy poca gente, que serían cuatrocientos o quinientos indios que guardaban las puertas de las casas del cacique Atahualpa que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de Atahualpa. 32-33
El señor Hernando Pizarro y el señor Hernando de Soto pidieron licencia al señor gobernador que los dejase ir con cinco o seis de a caballo y con la lengua a hablar con el cacique Atahualpa, y a ver cómo tenía asentado su real. 33
Ellos fueron al real que estaba una legua de allí. Todo el campo donde el cacique estaba, de una parte y de otra estaba cercado de escuadrones de gente, piqueros y alabarderos y flecheros, y otro escuadrón había de indios con tiraderas y hondas, y otros con porras y mazas. 33
Y llegaron donde estaba el cacique, y halláronlo que estaba sentado a la puerta de su casa con muchas mujeres al derredor de él, que ningún indio osaba estar cerca de él. 33
Y llegó Hernando de Soto con el caballo sobre él, y él se estuvo quedo sin hacer mudanza, y llegó tan cerca que una borla que el cacique tenía tocada puesta en la frente le aventaba el caballo con las narices, y el cacique nunca se mudó. 33
Luego vino Hernando Pizarro, que se había quedado algo atrás a poner tres o cuatro de a caballo en un puerto donde había mal paso, y traía a las ancas del caballo un indio que era la lengua, y allegóse al cacique con muy poco temor de él y de toda su gente, y díjole que alzase la cabeza, que la tenía muy baja, y que le hablase, pues él era su amigo y le venía a ver. 34
El cacique le dijo con la cabeza baja que él iría por la mañana a verle. 34
El cacique envió dos indias, y trajeron dos copones grandes de oro para beber, y ellos por contentar le hicieron que bebían, pero no bebieron, y despidiéronse de él. 34
Después de idos los cristianos de allí, ellos pagaron bien lo que se retrujeron, que a ellos y a sus mujeres e hijos mandó el cacique cortar las cabezas, diciendo que adelante habían ellos de ir, que no volver atrás, y que a todos los que volviesen atrás había de mandar hacer otro tanto. 34
Los capitanes volvieron al señor gobernador y le dijeron todo lo que habían pasado con el cacique, y que les parecía que la gente que tenía serían cuarenta mil hombres de pelea, y esto dijéronlo por esforzar a la gente, que más había de ochenta mil. 34-35
Y allí estuvo el cacique esperando un poco a su gente porque viniesen todos juntos. 35
El gobernador le envió luego un hombre enviándole a rogar que viniese donde él estaba, asegurándole que no recibiría ningún daño, ni enojo, por tanto que bien podía venir sin temor, aunque el cacique no mostraba tener ninguno. 35-36
El cacique traía delante de si vestidos de una librea trecientos indios, los cuales venían quitando delante de él todas las piedras y pajas que hallaban por el camino por donde llevaban al cacique en las andas. 36
Cuando el cacique llegó en aquella plaza, dijo: ¿Donde están estos cristianos? ¿Ya están todos escondidos, que no aparece ninguno? En esto se subieron siete u ocho indios en aquella fortaleza. 36-37
El cacique respondió que él no pasaría más adelante hasta que le devolviesen los cristianos todo lo que le habían tomado en toda la tierra, y que después él haría todo lo que le viniese en voluntad. 37
Y el muchacho que era la lengua, que allí estaba diciéndole aquellas cosas, fue corriendo luego y tomó el libro, y diolo al padre, y el padre se volvió luego dando voces, diciendo: Salid, salid cristianos, y venid a estos enemigos perros, que no quieren las cosas de Dios, que me ha echado aquel cacique en el suelo el libro de nuestra santa ley. 37-38
El gobernador estaba muy alegre con la victoria que Dios nuestro señor nos había dado, y dijo al cacique que por qué estaba tan triste, que no debía tener pesar, que nosotros los cristianos no habíamos nacido en su tierra sino muy lejos de ella, y que por todas las tierras por donde habíamos venido había muy grandes señores, a todos los cuales habíamos hecho amigos y vasallos del Emperador por paz o por guerra, y que no se espantase por haber sido preso de nosotros. 39
El cacique les preguntó si había mucha gente muerta. Ellos le dijeron que todos los campos estaban llenos. 40
El gobernador dijo que más había que decirles, y haciendo una cruz diola al cacique diciéndole que toda su gente así junta como apartados unos de otros tuviese cada uno en la mano una [cruz] como aquella 40
En aquella noche y día, ya que el cacique mostraba estar contento, dijo al gobernador que bien sabía lo que ellos buscaban. 41
El cacique dijo que él les daría tanto oro como cabría en un apartado que allí estaba, hasta una raya blanca que allí estaba, que un hombre alto no llegaba a ella con un palmo, y sería de veinticinco pies en largo y quince en ancho. 41
El cacique dijo que traería diez mil indios, y que harían un cercado en medio de la plaza y que lo henchiría todo de vasos de plata. 41
Allí supimos cómo este cacique había prendido a otro señor que se decía el Cuzco, que era mayor señor que él. 41
Y el señor gobernador supo que había una mezquita muy rica en aquella tierra, y que en esta mezquita había tanto oro, y aun más de aquello que el cacique había prometido, porque todos los caciques de aquella tierra adoraban en ella, y asimismo el Cuzco, que allí venían a tomar sus consejos sobre lo que habían de hacer, y muchos días del año venían a un cimin que tenían hecho de oro, y le daban a beber unas esmeraldas molidas. 43
Llegó el señor Hernando Pizarro a un pueblo que se decía Huamachuco, y allí halló oro que traían por rescate del cacique, que serían cien mil castellanos. 43-44
El cacique dijo al gobernador que el oro no podía venir tan presto, que como él estaba preso no hacían los indios lo que mandaba. 44
Díjoles aquel capitán que no le pidiesen mucho oro, que si no quisiesen dar por rescate al cacique, que él lo iría a sacar. 45
La mujer no los consintió entrar dentro si no se descalzaban, y descalzándose fueron a ver aquellos bultos secos y les sacaron muchas piezas ricas, y no se las acabaron de sacar todas porque el cacique Atahualpa les había rogado que no se las sacasen diciendo que aquel era su padre el Cuzco, y por eso no osaron sacarle más. 46
Asimismo sacaron a los cristianos de unos muertos que estaban allí mucho oro, y unos caciques de Chincha le dieron oro, de manera que le dieron en todo cuarenta mil pesos. 48
Y así volvió y dijo al capitán que fuese a ver al señor gobernador y a su cacique Atahualpa. Él dijo que no quería salir de allí porque así lo había mandado su señor Atahualpa. Hernando Pizarro le dijo que si no quería venir, que lo llevaría por fuerza. 48
Al cacique Atahualpa le pesó mucho de la venida de su capitán, mas como era muy astuto dio a entender que le placía. 48-49
Y así le preguntaron otra vez por el oro, y no lo quiso decir, mas luego que le pusieron un poco de fuego dijo que le quitasen aquel cacique su señor de delante, porque él le hacía del ojo que no dijese la verdad. Y así se lo quitaron de allí, y luego dijo que por mandado del cacique él había venido tres o cuatro veces con mucho poderío de gente sobre los cristianos, y como los cristianos lo sabían, el mismo Atahualpa su señor le mandaba volver por miedo que los cristianos no los matasen. 49
Asimismo dijo aquel capitán indio a los cristianos que en aquel pueblo de abajo donde el cacique Atahualpa su señor tenía asentado su real estaba un toldo muy grande en el cual el cacique tenía muchos cántaros y otras diversas piezas de oro. 50
Luego llevaron aquel capitán indio a la casa del señor Hernando Pizarro y pusieron diligentemente guarda sobre él, porque así convenía que se pusiese, porque más obedecía la mayor parte de la gente al mandado de este capitán que al del mismo cacique Atahualpa su señor porque era muy valiente hombre en la guerra y había hecho mucho mal por toda aquella tierra. 50
Y así estaba aquel capitán muy enojado contra el cacique Atahualpa, su señor, diciendo que por su causa le habían maltratado. 50
El cacique no le enviaba de comer ni otra cosa alguna a causa del mucho enojo que contra él tenía por lo que había dicho, mas el señor capitán que lo tenía en su casa le daba bien de comer y así le hacía servir y darle todo lo que había menester. 50-51
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
De plata poca trajeron, porque así se lo mandó el gobernador, que no trajesen plata sino oro, porque el cacique se quejaba que no hallaba indios que trajesen el oro. 51
En esta casa estaban más de docientos cántaros de plata grandes que trajo el cacique, aunque el gobernador no se lo mandó. 52
En estos días como supo el cacique que querían sacar oro de la tierra mandó hacer mucha gente por muchas partes, los unos que a los cristianos que habían de venir a embarcarse en los navíos, y la otra gente para venir sobre el real, por ver si podría ser libertado. 52-53
Como el señor gobernador fue de esto bien informado habló al cacique, y díjole por qué era tan malo, que hacía venir gente sobre nosotros. 54
Y determinaron de matar luego aquel gran cacique Atahualpa, el cual lo merecía. 54-55
Y así lo ahogaron aquella noche, que otras muchas había que la gente no dormía ni sosegaba con temor de los indios y de aquel cacique. 55
El gobernador proveyó aquella noche de quien velase al cacique muerto, y otro día de mañana lo enterraron en una iglesia que allí teníamos, y muchas indias se querían enterrar vivas con él. 55
De la muerte de este cacique se alegró toda aquella tierra, y no podían creer que era muerto. 55
Otros muchos y yo oímos decir al cacique que no hiciesen volver aquel oro atrás, porque él esperaba mucho más que le habían de traer más de docientos indios, y el gobernador le dijo que ellos habían de ir por allí y lo recogerían 56
Sé que dijo el cacique que hay otros muchos indios de aquella tierra de Coallo y que hay un río muy grande en el cual hay una isla donde hay ciertas casas, y que entre ellas está una muy grande toda cubierta de oro, y las pajas hechas de oro, porque los indios nos trajeron un manojo de ellas, y que las vigas y cuanto en la casa hay todo es oro, y que tiene el suelo empedrado con granos de oro por fundir y que tiene dentro de ella mucho oro por fundir, y esto oí decir al cacique y a sus indios que son de aquella tierra estando presente el gobernador. 56-57
Dijo más el cacique, que el oro que sacan de aquel río no lo cogen en bateas, antes lo cogen en unas acequias que hacen salir de aquel río que lava la tierra que tienen cavada, y asimismo quitan el agua de aquella acequia como está lavada y cogen el oro y los granos que hallan, que son muchos. Y esto yo lo oí muchas veces, porque a todos los indios de la tierra de Collao que lo preguntaban decían que esto era así verdad. 57

Cajamarca


Cita Número de página
En un pueblo que se dice Piura halló el gobernador a un capitán hermano suyo a quien había enviado adelante con cuarenta de a pie y de a caballo, y de él supo cómo todos aquellos caciques le amenazaban con Atahualpa. Allí se informó el gobernador de los indios, y le dijeron que este cacique estaba en un pueblo llamado Cajamarca y que allí lo esperaba con mucha gente. 26
Del otro supimos que Atahualpa estaba en el llano de Cajamarca con mucha gente esperando a los cristianos, y que muchos indios guardaban dos malos pasos que había en la sierra, y que tenían por bandera la camisa que el gobernador había enviado al cacique Atahualpa, y que él no sabía otra cosa más de lo dicho, y con fuego ni con otra cosa nunca dijo más de esto. 30

camino


Cita Número de página
Yendo por aquel camino que era la mayor parte tapiado de las dos partes y árboles que hacían sombra, de dos en dos leguas hallábamos aposento. 29
Después de dos días partimos de aquel pueblo, y el gobernador dejó aquel buen camino de tapias y tomó otro que no era tan bueno. 30
El otro día por la mañana quedaba otra sierra muy alta que estaba arriba del pueblo, y el camino iba por ella. 31
Porque los indios no nos tomasen el camino, que era muy mal paso, mandó que fuesen todos ellos con su gente. 31
Y como el gobernador había enviado un indio del camino —era este indio cacique de los pueblos en los cuales los cristianos estaban repartidos y eran grandes amigos de los cristianos— este cacique fue al real de Atahualpa y sus guardas no le dejaron llegar allá, antes le preguntaron que de dónde venía el mensajero de los diablos, que por tanta tierra habían venido y no había quien los matase. 31-32
Dejo de hablar de éstos que venían por su camino y diré del señor Hernando Pizarro que iba camino de la mezquita. 47

capitán


Cita Número de página
Díjoles aquel capitán que no le pidiesen mucho oro, que si no quisiesen dar por rescate al cacique, que él lo iría a sacar. 45
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48
Y así volvió y dijo al capitán que fuese a ver al señor gobernador y a su cacique Atahualpa. Él dijo que no quería salir de allí porque así lo había mandado su señor Atahualpa. Hernando Pizarro le dijo que si no quería venir, que lo llevaría por fuerza. 48
El capitán indio, cuando vio aquella gente puesta en concierto, determinó de venir con el señor Hernando Pizarro, y así vino donde estaba el señor gobernador. 48
Al cacique Atahualpa le pesó mucho de la venida de su capitán, mas como era muy astuto dio a entender que le placía. 48-49
El gobernador le preguntó por el oro del Cuzco, que aquel capitán era el que lo había prendido. Él respondió, según Atahualpa le había avisado, que ningún oro tenía, que todo lo habían traído. 49
Él mandó llamar a su señor, el cual vino con el gobernador y habló con su capitán que estaba atado. El capitán le dijo que quería decir la verdad a los cristianos, porque si no la dijese lo quemarían. 49
Asimismo le hicieron otra pregunta, que dónde estaba el oro del Cuzco viejo Él les dijo que en el mismo pueblo del Cuzco estaba un capitán llamado Quizquiz, y que este capitán tenía todo el oro, porque ninguno osa llegar a él, que todavía aunque es muerto hacen su mandado tan enteramente como si fuese vivo, y así le dan a beber y derraman aquel vino que le habían de dar a beber allí cerca de donde el cuerpo del Cuzco viejo está. 50
Asimismo dijo aquel capitán indio a los cristianos que en aquel pueblo de abajo donde el cacique Atahualpa su señor tenía asentado su real estaba un toldo muy grande en el cual el cacique tenía muchos cántaros y otras diversas piezas de oro. 50
Estas y otras cosas dijo aquel capitán indio a los cristianos, en las cuales yo no me hallé presente. 50
Luego llevaron aquel capitán indio a la casa del señor Hernando Pizarro y pusieron diligentemente guarda sobre él, porque así convenía que se pusiese, porque más obedecía la mayor parte de la gente al mandado de este capitán que al del mismo cacique Atahualpa su señor porque era muy valiente hombre en la guerra y había hecho mucho mal por toda aquella tierra. 50
Y así estaba aquel capitán muy enojado contra el cacique Atahualpa, su señor, diciendo que por su causa le habían maltratado. 50
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
En los días pasados había venido mucho oro, y el gobernador había enviado dos hombres al toldo que el capitán había dicho, y así trajeron mucho oro, que en una casa grande había en muchas partes montones de oro de diversos quilates, y piezas menudas. 51-52
Asimismo se holgó de la muerte de Atahualpa el capitán Chalcuchima, diciendo que por causa de él estaba medio quemado. 55

capitán/capitanes de Atahualpa


Cita Número de página
Allí tuvimos noticia de un gran señor llamado Atahualpa, el cual tenía guerra con un su hermano mayor llamado el Cuzco, al cual habían desbaratado ciertos capitanes de Atahualpa. Y él iba con gran ejército después de sus capitanes a la sazón que llegó el señor Gobernador Francisco Pizarro con sesenta de a caballo y noventa de a pie, porque los demás quedaban en el pueblo de San Miguel. 25
Cuando Atahualpa supo que iban los cristianos envió un capitán a espiar qué gente éramos. Este capitán vino a nuestro real disfrazado como indio de baja suerte, y no osó con toda su gente dar en nosotros, mas luego se volvió a hacer relación a su señor, y le dijo que le diese más gente y que volvería a dar en los cristianos. 26
Estando en esto vino un capitán de Atahualpa: el cacique hubo gran temor y se levantó en pie, que no osó estar sentado delante de él, mas el señor Hernando de Soto lo hizo sentar cerca de sí. Este capitán traía un presente para los cristianos de parte de Atahualpa. 28-29
El capitán Hernando de Soto partió de allí llevando consigo aquel capitán de Atahualpa, y llegó donde estaba el señor gobernador, el cual hubo mucho placer de ver aquel capitán de Atahualpa, y diole una camisa muy rica y dos copas de vidrio para que las llevase a su señor y le dijese que él era su amigo y que holgaría mucho de verle, y que si tenía guerra con alguno que él le ayudaría. El capitán de Atahualpa se volvió a donde su señor estaba. 29
Y llegaron a un pueblo que se dice Jauja, donde estaba un gran hombre capitán de Atahualpa. Este era el que prendió al Cuzco, y tenía todo el oro en su poder, y dio a los cristianos treinta cargas de oro. 44-45
Y ellos pasaron adelante, y llegaron al pueblo del Cuzco. Allí hallaron un capitán de Atahualpa que se dice Quizquiz, que en su lengua quiere decir barbero. 45

Caran


Cita Número de página
Hernando Pizarro quisiera ir allá y el gobernador no le quiso dar licencia y envió al capitán Hernando de Soto con mucho recelo de la poca gente que tenían, y diole cincuenta o sesenta hombres y díjole que él le esperaría en un pueblo que se decía Caran, y que allí le viniese a ver o enviase dentro de diez días. 27

casa/casas


Cita Número de página
Llegaron al pueblo, que era grande, y en unas casas muy altas hallaron mucho maíz y calzado, otras estaban llenas de lana y más de quinientas mujeres que no hacían otra cosa sino ropas y vino de maíz para la gente de guerra. En aquellas casas había mucho de aquel vino. 27-28
El cacique se holgó mucho, y luego abrió una casa de aquellas que estaba cerrada y puesta guarda por Atahualpa, y sacó de ella cuatro o cinco mujeres y diolas al capitán para que sirviesen a los cristianos en guisar de comer por los caminos. 28
Aquel dia fue a dormir a un pueblo una legua de aquella fortaleza, adonde estaba una casa fuerte de cal y canto donde solía aposentar el señor de aquella tierra, y la retaguardia vino a dormir a la fortaleza 31
En el pueblo había muy poca gente, que serían cuatrocientos o quinientos indios que guardaban las puertas de las casas del cacique Atahualpa que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de Atahualpa. 32-33
El gobernador tenía su gente puesta en tres casas muy grandes, que tenía cada una más de doscientos pasos y veinte puertas. En una de estas casas estaba el señor capitán Hernando Pizarro con catorce o quince de a caballo. En la otra estaba el señor capitán Hernando de Soto con otros quince, o diez, o dieciséis de a caballo. Asimismo estaba en la otra casa Benalcázar con otros tantos, pocos más o menos. En otra estaba el señor gobernador con dos o tres de a caballo y con veinte o veinticinco hombres de a pie, y toda la otra gente estaban guardando las puertas porque ninguno entrase dentro de una fortaleza muy fuerte que estaba en medio de la plaza, en la cual estaba Pedro de Candia, capitán por su Majestad, con ocho o nueve escopeteros y cuatro tiros de artillería, brezos pequeños, que guardaba aquella fortaleza que tenía por mandado del gobernador. 36
Viendo esto la gente de caballo que en las tres casas estaba, salió toda como tenían concertado, y asimismo salió el gobernador con la gente de pie que consigo tenía, y fue derecho a las andas donde estaba aquel señor. 38
Que enviase tres cristianos al Cuzco, que estos traerían mucho oro, que desguarnecerían ciertas casas que estaban chapadas con oro, y que traerían mucho oro que había en Jauja. 44
En todas aquellas casas del pueblo dicen que había tanto oro que era cosa de maravilla. En otra casa entraron donde hallaron una silla de oro donde hacían sus sacrificios. 46
En otra casa muy grande hallaron muchos cántaros de barro cubiertos con hoja de oro, que pesaban mucho. 46
En aquella casa estaban muchas mujeres, y estaban dos indios en manera de embalsamados, y junto con ellos estaba una mujer viva con una máscara de oro en la cara venteando con un aventador el polvo y las moscas. 46
Los cristianos hallaron en aquel pueblo tanta plata, que dijeron al gobernador que había allí una casa grande casi llena de cántaros y tinajas grandes y vasos y otras piezas muchas, y que mucho más trajeran, sino por no detenerse allí más y porque estaban solos y a más de doscientas cincuenta leguas de los otros cristianos. 46-47
Cerrada la casa y las puertas de ella y puesto un sello por su majestad y por el gobernador Francisco Pizarro, asimismo dejaron guarda de indios y pusieron señor en el pueblo, que así les era mandado. 47
En la misma casa, unas indias que la guardaban le dieron un poco de oro que lo tenían por allí echado. 47-48
Luego llevaron aquel capitán indio a la casa del señor Hernando Pizarro y pusieron diligentemente guarda sobre él, porque así convenía que se pusiese, porque más obedecía la mayor parte de la gente al mandado de capitán capitán que al del mismo cacique Atahualpa su señor porque era muy valiente hombre en la guerra y había hecho mucho mal por toda aquella tierra. 50
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
Asimismo trajeron otras piezas que sacaron de las casas. 51
En los días pasados había venido mucho oro, y el gobernador había enviado dos hombres al toldo que el capitán había dicho, y así trajeron mucho oro, que en una casa grande había en muchas partes montones de oro de diversos quilates, y piezas menudas. 51-52
En esta casa estaban más de docientos cántaros de plata grandes que trajo el cacique, aunque el gobernador no se lo mandó. 52
Había además en esta casa ochenta cántaros de oro grandes y pequeños y otras piezas muy grandes y un montón más alto que un hombre de aquellas planchas que eran todas finas y de muy buen oro. 52
Esta casa a una parte y a otra toda era montones de oro y plata. 52
Sé que dijo el cacique que hay otros muchos indios de aquella tierra de Coallo y que hay un río muy grande en el cual hay una isla donde hay ciertas casas, y que entre ellas está una muy grande toda cubierta de oro, y las pajas hechas de oro, porque los indios nos trajeron un manojo de ellas, y que las vigas y cuanto en la casa hay todo es oro, y que tiene el suelo empedrado con granos de oro por fundir y que tiene dentro de ella mucho oro por fundir, y esto oí decir al cacique y a sus indios que son de aquella tierra estando presente el gobernador. 56-57

Caxas


Cita Número de página
Cuando el gobernador llegó, supo que tres jornadas de allí estaba un pueblo que se decía Caxas en el cual estaban aposentados muchos indios de guerra que tenían recogidos muchos tributos con que Atahualpa abastecía su real. 27
El señor capitán Hernando de Soto se partió con aquella gente al dicho pueblo de Caxas, y llegando cerca supieron que la gente de guerra había estado allí sobre una sierra esperándolos, y se habían quitado de allí. 27

Chalcuchima


Cita Número de página
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48
Asimismo se holgó de la muerte de Atahualpa el capitán Chalcuchima, diciendo que por causa de él estaba medio quemado. 55

chicha


Cita Número de página
Y una jornada antes que allegásemos al real de Atahualpa vino de su parte un mensajero, y trajo en presente muchas ovejas cocidas y pan de maíz y cántaros con chicha. 31
En el pueblo había muy poca gente, que serían cuatrocientos o quinientos indios que guardaban las puertas de las casas del cacique Atahualpa que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de Atahualpa. 32-33
En una provincia que se dice Huamachuco había muerto mucha gente y había prendido a un hermano suyo, el cual había jurado de beber con la cabeza del mismo Atahualpa, y Atahualpa bebía con la suya, porque yo lo vi, y todos los que se hallaron con el señor Hernando Pizarro, y él vio la cabeza con su cuero, y las carnes secas y sus cabellos, y tiene los dientes cerrados y allí tiene un cañuto de plata, y encima de la cabeza tiene un copón de oro pegado, por donde bebía Atahualpa cuando se le acordaba de las guerras que su hermano le había hecho, y echaban la chicha en aquel copón y salíale por la boca y por el cañuto por donde bebía. 42-43

Chincha


Cita Número de página
Él respondió que en los cuarenta días siguientes lo traería, y que porque la cantidad era mucha que él iría a una provincia llamada Chincha; y de allí traería la plata que había mandado. 41
Asimismo sacaron a los cristianos de unos muertos que estaban allí mucho oro, y unos caciques de Chincha le dieron oro, de manera que le dieron en todo cuarenta mil pesos. 48

Coallo/Collao


Cita Número de página
Sé que dijo el cacique que hay otros muchos indios de aquella tierra de Coallo y que hay un río muy grande en el cual hay una isla donde hay ciertas casas, y que entre ellas está una muy grande toda cubierta de oro, y las pajas hechas de oro, porque los indios nos trajeron un manojo de ellas, y que las vigas y cuanto en la casa hay todo es oro, y que tiene el suelo empedrado con granos de oro por fundir y que tiene dentro de ella mucho oro por fundir, y esto oí decir al cacique y a sus indios que son de aquella tierra estando presente el gobernador. 56-57
Dijo más el cacique, que el oro que sacan de aquel río no lo cogen en bateas, antes lo cogen en unas acequias que hacen salir de aquel río que lava la tierra que tienen cavada, y asimismo quitan el agua de aquella acequia como está lavada y cogen el oro y los granos que hallan, que son muchos. Y esto yo lo oí muchas veces, porque a todos los indios de la tierra de Collao que lo preguntaban decían que esto era así verdad. 57

Coaque


Cita Número de página
Navegando por el mar del sur quince días, fuimos a desembarcar a la bahía que ahora se llama de San Mateo, y saltando en tierra fuimos cien leguas conquistando algunos pueblos, y fuimos a un pueblo llamado Coaque donde hubimos algún oro. En esta provincia adoleció mucha gente, porque la tierra es malsana porque está debajo de la linea equinoccial. 25

Cuzco


Cita Número de página
Que enviase tres cristianos al Cuzco, que estos traerían mucho oro, que desguarnecerían ciertas casas que estaban chapadas con oro, y que traerían mucho oro que había en Jauja. 44
Y ellos pasaron adelante, y llegaron al pueblo del Cuzco. Allí hallaron un capitán de Atahualpa que se dice Quizquiz, que en su lengua quiere decir barbero. 45
Asimismo le hicieron otra pregunta, que dónde estaba el oro del Cuzco viejo. Él les dijo que en el mismo pueblo del Cuzco estaba un capitán llamado Quizquiz, y que este capitán tenía todo el oro, porque ninguno osa llegar a él, que todavía aunque es muerto hacen su mandado tan enteramente como si fuese vivo, y así le dan a beber y derraman aquel vino que le habían de dar a beber allí cerca de donde el cuerpo del Cuzco viejo está. 50
Dejo de hablar de esto, y diré de los cristianos que vinieron del Cuzco, los cuales entraron por el real del gobernador con más de ciento noventa indios cargados de oro. 51

Cuzco'


Cita Número de página
Allí tuvimos noticia de un gran señor llamado Atahualpa, el cual tenía guerra con un su hermano mayor llamado el Cuzco, al cual habían desbaratado ciertoscapitanes de Atahualpa. 25
Este pueblo estaba muy destruido de la guerra que le había dado Atahualpa, por los cerros había muchos indios colgados porque no se le habían querido dar, porque todos estos pueblos estaban primero por el Cuzco y le tenían por señor y le pagaban tributo. 28
Allí supimos cómo este cacique había prendido a otro señor que se decía el Cuzco, que era mayor señor que él. 41
Y el mismo Cuzco que venía preso supo cómo los cristianos habían prendido a su hermano, y dijo: si yo viese a los cristianos yo sería señor, porque tengo gran deseo de verlos. 42
Luego que Atahualpa supo lo que su hermano el Cuzco había dicho tuvo gran temor que sabiendo esto los cristianos luego lo matarían y alzarían por señor al Cuzco, su hermano. 42
Y el señor gobernador supo que había una mezquita muy rica en aquella tierra, y que en esta mezquita había tanto oro, y aun más de aquello que el cacique había prometido, porque todos los caciques de aquella tierra adoraban en ella, y asimismo el Cuzco, que allí venían a tomar sus consejos sobre lo que habían de hacer, y muchos días del año venían a un cimin que tenían hecho de oro, y le daban a beber unas esmeraldas molidas. 43
Y llegaron a un pueblo que se dice Jauja, donde estaba un gran hombre capitán de Atahualpa. Este era el que prendió al Cuzco, y tenía todo el oro en su poder, y dio a los cristianos treinta cargas de oro. 44-45
La mujer no los consintió entrar dentro si no se descalzaban, y descalzándose fueron a ver aquellos bultos secos y les sacaron muchas piezas ricas, y no se las acabaron de sacar todas porque el cacique Atahualpa les había rogado que no se las sacasen diciendo que aquel era su padre el Cuzco, y por eso no osaron sacarle más. 46
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48
El gobernador le preguntó por el oro del Cuzco, que aquel capitán era el que lo había prendido. Él respondió, según Atahualpa le había avisado, que ningún oro tenía, que todo lo habían traído. 49
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51

Cuzco viejo


Cita Número de página
Asimismo le hicieron otra pregunta, que dónde estaba el oro del Cuzco viejo. Él les dijo que en el mismo pueblo del Cuzco estaba un capitán llamado Quizquiz, y que este capitán tenía todo el oro, porque ninguno osa llegar a él, que todavía aunque es muerto hacen su mandado tan enteramente como si fuese vivo, y así le dan a beber y derraman aquel vino que le habían de dar a beber allí cerca de donde el cuerpo del Cuzco viejo está. 50
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
Pocos días antes habían venido a nuestro real dos indios hijos del Cuzco viejo, hermanos de Atahualpa de padre y no de madre. 54
Cuando el gobernador supo que eran hijos del Cuzco viejo hízoles mucha honra, porque en la manera de ellos se parecía ser hijos de gran señor. 54
El señor gobernador alzó por señor de aquella tierra al hijo mayor del Cuzco viejo con condición que quedasen él y toda su gente por vasallos del emperador, y él prometió de hacer. 55

fortaleza


Cita Número de página
Y él se partió con los otros capitanes y gente más suelta encomendándose a Dios, y comenzó a subir por la sierra, que era muy alta. En la subida de ella había una fortaleza cercada. 30
Aquel dia fue a dormir a un pueblo una legua de aquella fortaleza, adonde estaba una casa fuerte de cal y canto donde solía aposentar el señor de aquella tierra, y la retaguardia vino a dormir a la fortaleza 31
El gobernador tenía su gente puesta en tres casas muy grandes, que tenía cada una más de doscientos pasos y veinte puertas. En una de estas casas estaba el señor capitán Hernando Pizarro con catorce o quince de a caballo. En la otra estaba el señor capitán Hernando de Soto con otros quince, o diez, o dieciséis de a caballo. Asimismo estaba en la otra casa Benalcázar con otros tantos, pocos más o menos. En otra estaba el señor gobernador con dos o tres de a caballo y con veinte o veinticinco hombres de a pie, y toda la otra gente estaban guardando las puertas porque ninguno entrase dentro de una fortaleza muy fuerte que estaba en medio de la plaza, en la cual estaba Pedro de Candia, capitán por su Majestad, con ocho o nueve escopeteros y cuatro tiros de artillería, brezos pequeños, que guardaba aquella fortaleza que tenía por mandado del gobernador. 36
Cuando el cacique llegó en aquella plaza, dijo: ¿Donde están estos cristianos? ¿Ya están todos escondidos, que no aparece ninguno? En esto se subieron siete u ocho indios en aquella fortaleza. 36-37
Y los indios que habían subido a la fortaleza no descendieron por donde habían subido, antes los hicieron saltar de la fortaleza abajo. 38

Huamachuco


Cita Número de página
En una provincia que se dice Huamachuco había muerto mucha gente y había prendido a un hermano suyo, el cual había jurado de beber con la cabeza del mismo Atahualpa, y Atahualpa bebía con la suya, porque yo lo vi, y todos los que se hallaron con el señor Hernando Pizarro, y él vio la cabeza con su cuero, y las carnes secas y sus cabellos, y tiene los dientes cerrados y allí tiene un cañuto de plata, y encima de la cabeza tiene un copón de oro pegado, por donde bebía Atahualpa cuando se le acordaba de las guerras que su hermano le había hecho, y echaban la chicha en aquel copón y salíale por la boca y por el cañuto por donde bebía. 42-43
Llegó el señor Hernando Pizarro a un pueblo que se decía Huamachuco, y allí halló oro que traían por rescate del cacique, que serían cien mil castellanos. 43-44

Jauja


Cita Número de página
Que enviase tres cristianos al Cuzco, que estos traerían mucho oro, que desguarnecerían ciertas casas que estaban chapadas con oro, y que traerían mucho oro que había en Jauja. 44
Y llegaron a un pueblo que se dice Jauja, donde estaba un gran hombre capitán de Atahualpa. Este era el que prendió al Cuzco, y tenía todo el oro en su poder, y dio a los cristianos treinta cargas de oro. 44-45
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48

lengua


Cita Número de página
El señor Hernando Pizarro y el señor Hernando de Soto pidieron licencia al señor gobernador que los dejase ir con cinco o seis de a caballo y con la lengua a hablar con el cacique Atahualpa, y a ver cómo tenía asentado su real. 33
Luego vino Hernando Pizarro, que se había quedado algo atrás a poner tres o cuatro de a caballo en un puerto donde había mal paso, y traía a las ancas del caballo un indio que era la lengua, y allegóse al cacique con muy poco temor de él y de toda su gente, y díjole que alzase la cabeza, que la tenía muy baja, y que le hablase, pues él era su amigo y le venía a ver. 34
Y el muchacho que era la lengua, que allí estaba diciéndole aquellas cosas, fue corriendo luego y tomó el libro, y diolo al padre, y el padre se volvió luego dando voces, diciendo: Salid, salid cristianos, y venid a estos enemigos perros, que no quieren las cosas de Dios, que me ha echado aquel cacique en el suelo el libro de nuestra santa ley. 37-38
Y ellos pasaron adelante, y llegaron al pueblo del Cuzco. Allí hallaron un capitán de Atahualpa que se dice Quizquiz, que en su lengua quiere decir barbero. 45

maíz


Cita Número de página
Llegaron al pueblo, que era grande, y en unas casas muy altas hallaron mucho maíz y calzado, otras estaban llenas de lana y más de quinientas mujeres que no hacían otra cosa sino ropas y vino de maíz para la gente de guerra. En aquellas casas había mucho de aquel vino. 27-28
Y una jornada antes que allegásemos al real de Atahualpa vino de su parte un mensajero, y trajo en presente muchas ovejas cocidas y pan de maíz y cántaros con chicha. 31
Y una noche vinieron indios huyendo de un pueblo que estaba allí cerca, diciendo que los indios que venían de guerra les habían desbaratado su maíz y que venían a dar en el real de los cristianos, y que por eso venían ellos huyendo. 54

mezquita


Cita Número de página
Y el señor gobernador supo que había una mezquita muy rica en aquella tierra, y que en esta mezquita había tanto oro, y aun más de aquello que el cacique había prometido, porque todos los caciques de aquella tierra adoraban en ella, y asimismo el Cuzco, que allí venían a tomar sus consejos sobre lo que habían de hacer, y muchos días del año venían a un cimin que tenían hecho de oro, y le daban a beber unas esmeraldas molidas. 43
Sabiendo esta cosa el señor gobernador y todos los otros cristianos, el señor Hernando Pizarro pidió por merced al gobernador su hermano que le diese licencia para ir a aquella mezquita sobredicha, porque él quería ver aquel falso dios, o más verdaderamente demonio, pues que tenía tanto oro. 43
El gobernador envió tres de a caballo que viniesen con ello. En llegando les entregó el oro y se pasó adelante camino de la mezquita. 44
Dejo de hablar de éstos que venían por su camino y diré del señor Hernando Pizarro que iba camino de la mezquita. 47
Mas el señor Hernando Pizarro mandó hacer a los indios herraduras de oro y de plata, y clavos, y así llevaron sus caballos al pueblo donde la mezquita estaba, el cual pueblo es mayor que Roma. 47
En aquella mezquita estaba el diablo, que hablaba con los indios en una cámara muy oscura y sucia como él es. 47

ovejas


Cita Número de página
Y luego la retaguardia llegó aquella noche vinieron dos indios con diez o doce ovejas por mandado de Atahualpa, y las dieron al gobernador. 31
Y una jornada antes que allegásemos al real de Atahualpa vino de su parte un mensajero, y trajo en presente muchas ovejas cocidas y pan de maíz y cántaros con chicha. 31
Antes que Atahualpa muriese había traer un pastor con ovejas de oro, y piezas ricas. Y esto todo venía para el real. 56

Panamá


Cita Número de página
Año de mil y quinientos y treinta y uno en el mes de febrero nos embarcamos en el puerto de Panamá que es en tierra firme doscientos y cincuenta hombres, ochenta de a caballo 25

Piura


Cita Número de página
En un pueblo que se dice Piura halló el gobernador a un capitán hermano suyo a quien había enviado adelante con cuarenta de a pie y de a caballo, y de él supo cómo todos aquellos caciques le amenazaban con Atahualpa. 26

provincia


Cita Número de página
Navegando por el mar del sur quince días, fuimos a desembarcar a la bahía que ahora se llama de San Mateo, y saltando en tierra fuimos cien leguas conquistando algunos pueblos, y fuimos a un pueblo llamado Coaque donde hubimos algún oro. En esta provincia adoleció mucha gente, porque la tierra es malsana porque está debajo de la linea equinoccial. 25
Él respondió que en los cuarenta días siguientes lo traería, y que porque la cantidad era mucha que él iría a una provincia llamada Chincha; y de allí traería la plata que había mandado. 41
En una provincia que se dice Huamachuco había muerto mucha gente y había prendido a un hermano suyo, el cual había jurado de beber con la cabeza del mismo Atahualpa, y Atahualpa bebía con la suya, porque yo lo vi, y todos los que se hallaron con el señor Hernando Pizarro, y él vio la cabeza con su cuero, y las carnes secas y sus cabellos, y tiene los dientes cerrados y allí tiene un cañuto de plata, y encima de la cabeza tiene un copón de oro pegado, por donde bebía Atahualpa cuando se le acordaba de las guerras que su hermano le había hecho, y echaban la chicha en aquel copón y salíale por la boca y por el cañuto por donde bebía. 42-43
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51

Puná


Cita Número de página
En esta provincia adoleció mucha gente, porque la tierra es malsana porque está debajo de la linea equinoccial. De allí pasamos a una isla llamada la Puná: allí estuvimos cuatro o cinco meses, donde murieron ocho o diez de nosotros. 25

Quito


Cita Número de página
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51

Quizquiz


Cita Número de página
Y ellos pasaron adelante, y llegaron al pueblo del Cuzco. Allí hallaron un capitán de Atahualpa que se dice Quizquiz, que en su lengua quiere decir barbero. 45
Asimismo le hicieron otra pregunta, que dónde estaba el oro del Cuzco viejo. Él les dijo que en el mismo pueblo del Cuzco estaba un capitán llamado Quizquiz, y que este capitán tenía todo el oro, porque ninguno osa llegar a él, que todavía aunque es muerto hacen su mandado tan enteramente como si fuese vivo, y así le dan a beber y derraman aquel vino que le habían de dar a beber allí cerca de donde el cuerpo del Cuzco viejo está. 50

real


Cita Número de página
Y una jornada antes que allegásemos al real de Atahualpa vino de su parte un mensajero, y trajo en presente muchas ovejas cocidas y pan de maíz y cántaros con chicha. 31
Antes de hora de vísperas llegamos a vista del pueblo, que es muy grande, y hallamos muchos pastores y carneros del real de Atahualpa y vimos abajo del pueblo, cerca de una legua, una casa cercada de árboles. Al derredor de aquella casa a cada parte estaba cubierto de toldos blancos más de media legua: allí era el real donde Atahualpa nos estaba esperando en el campo. 32
En el pueblo había muy poca gente, que serían cuatrocientos o quinientos indios que guardaban las puertas de las casas del cacique Atahualpa que estaban llenas de mujeres que hacían chicha para el real de Atahualpa. 32-33
El señor Hernando Pizarro y el señor Hernando de Soto pidieron licencia al señor gobernador que los dejase ir con cinco o seis de a caballo y con la lengua a hablar con el cacique Atahualpa, y a ver cómo tenía asentado su real. 33
Ellos fueron al real que estaba una legua de allí. Todo el campo donde el cacique estaba, de una parte y de otra estaba cercado de escuadrones de gente, piqueros y alabarderos y flecheros, y otro escuadrón había de indios con tiraderas y hondas, y otros con porras y mazas. 33
Al otro día por la mañana no hacían sino ir y venir mensajeros al real de Atahualpa, y una vez decía que había de venir con sus armas, otra vez decía que había de venir sin ellas. 35
A hora de mediodía comenzó Atahualpa a partir de su real con tanta gente que todos los campos venían llenos. 35
Porque los cristianos se recogiesen al real, mandó el gobernador soltar un tiro de artillería, y luego se recogieron los de a caballo que andaban en el campo pensando que indios daban en el real, y asimismo los de a pie, siendo pasadas cuatro o cinco horas de la noche. 39
Hernando Pizarro partió pensando que era verdad lo que los indios le decían, mas andando cuatro o cinco jornadas supo que no venía el capitán, y así determinó con la poca gente que llevaba volver al real del capitán, que estaba con gran poder de gente. 48
En estos días como supo el cacique que querían sacar oro de la tierra mandó hacer mucha gente por muchas partes, los unos que a los cristianos que habían de venir a embarcarse en los navíos, y la otra gente para venir sobre el real, por ver si podría ser libertado. 52-53
Pocos días antes habían venido a nuestro real dos indios hijos del Cuzco viejo, hermanos de Atahualpa de padre y no de madre. 54
Y una noche vinieron indios huyendo de un pueblo que estaba allí cerca, diciendo que los indios que venían de guerra les habían desbaratado su maíz y que venían a dar en el real de los cristianos, y que por eso venían ellos huyendo. 54
Antes que Atahualpa muriese había traer un pastor con ovejas de oro, y piezas ricas. Y esto todo venía para el real. 56

señor/señores/señorear


Cita Número de página
Allí tuvimos noticia de un gran señor llamado Atahualpa, el cual tenía guerra con un su hermano mayor llamado el Cuzco, al cual habían desbaratado ciertos capitanes de Atahualpa. 25
Cuando Atahualpa supo que iban los cristianos envió un capitán a espiar qué gente éramos. Este capitán vino a nuestro real disfrazado como indio de baja suerte, y no osó con toda su gente dar en nosotros, mas luego se volvió a hacer relación a su señor, y le dijo que le diese más gente y que volvería a dar en los cristianos. 26
Este pueblo estaba muy destruido de la guerra que le había dado Atahualpa, por los cerros había muchos indios colgados porque no se le habían querido dar, porque todos estos pueblos estaban primero por el Cuzco y le tenían por señor y le pagaban tributo. 28
El capitán Hernando de Soto partió de allí llevando consigo aquel capitán de Atahualpa, y llegó donde estaba el señor gobernador, el cual hubo mucho placer de ver aquel capitán de Atahualpa, y diole una camisa muy rica y dos copas de vidrio para que las llevase a su señor y le dijese que él era su amigo y que holgaría mucho de verle, y que si tenía guerra con alguno que él le ayudaría. El capitán de Atahualpa se volvió a donde su señor estaba. 29
De allí a dos días se partió el gobernador para ir a verse con Atahualpa, y hallaba por el camino destruidos los más de los pueblos y los caciques ausentados, que todos estaban con su señor. 29
El uno dijo que no sabía de Atahualpa, mas que el otro había pocos días que había dejado con Atahualpa al cacique señor de aquel pueblo. 30
Aquel dia fue a dormir a un pueblo una legua de aquella fortaleza, adonde estaba una casa fuerte de cal y canto donde solía aposentar el señor de aquella tierra, y la retaguardia vino a dormir a la fortaleza 31
Viendo esto la gente de caballo que en las tres casas estaba, salió toda como tenían concertado, y asimismo salió el gobernador con la gente de pie que consigo tenía, y fue derecho a las andas donde estaba aquel señor. 38
Y por vengarse más de ellos, con la poca gente que le quedó el gobernador llegó a sus andas, aunque no le dejaban llegar, que muchos indios tenían cortadas las manos y con los hombros tenían las andas de su señor, aunque no les aprovechó su esfuerzo porque todos fueron muertos y su señor preso por el gobernador. 38
El gobernador estaba muy alegre con la victoria que Dios nuestro señor nos había dado, y dijo al cacique que por qué estaba tan triste, que no debía tener pesar, que nosotros los cristianos no habíamos nacido en su tierra sino muy lejos de ella, y que por todas las tierras por donde habíamos venido había muy grandes señores, a todos los cuales habíamos hecho amigos y vasallos del Emperador por paz o por guerra, y que no se espantase por haber sido preso de nosotros. 39
Allí supimos cómo este cacique había prendido a otro señor que se decía el Cuzco, que era mayor señor que él. 41
Y el mismo Cuzco que venía preso supo cómo los cristianos habían prendido a su hermano, y dijo: si yo viese a los cristianos yo sería señor, porque tengo gran deseo de verlos. 42
Luego que Atahualpa supo lo que su hermano el Cuzco había dicho tuvo gran temor que sabiendo esto los cristianos luego lo matarían y alzarían por señor al Cuzco, su hermano. 42
El mismo Atahualpa pensaba ser señor, porque había conquistado la tierra pocos días antes. 42
Y además de esto juntaron por el pueblo muchos cántaros de oro, y los trajeron a los cristianos, que los llevasen por rescate de su señor. 45-46
Cerrada la casa y las puertas de ella y puesto un sello por su majestad y por el gobernador Francisco Pizarro, asimismo dejaron guarda de indios y pusieron señor en el pueblo, que así les era mandado. 47
Estando allí le envió Chalcuchima (que era el capitán que prendió al Cuzco) diciendo que tenía mucho oro para llevar por rescate de su señor Atahualpa, y que él se partiría de aquel pueblo de Jauja donde estaba y que se juntaría con el capitán Hernando Pizarro, y que ambos a dos irían a ver al gobernador. 48
Y así volvió y dijo al capitán que fuese a ver al señor gobernador y a su cacique Atahualpa. Él dijo que no quería salir de allí porque así lo había mandado su señor Atahualpa. Hernando Pizarro le dijo que si no quería venir, que lo llevaría por fuerza. 48
Él mandó llamar a su señor, el cual vino con el gobernador y habló con su capitán que estaba atado. El capitán le dijo que quería decir la verdad a los cristianos, porque si no la dijese lo quemarían. 49
Y así le preguntaron otra vez por el oro, y no lo quiso decir, mas luego que le pusieron un poco de fuego dijo que le quitasen aquel cacique su señor de delante, porque él le hacía del ojo que no dijese la verdad. Y así se lo quitaron de allí, y luego dijo que por mandado del cacique él había venido tres o cuatro veces con mucho poderío de gente sobre los cristianos, y como los cristianos lo sabían, el mismo Atahualpa su señor le mandaba volver por miedo que los cristianos no los matasen. 49
Asimismo dijo aquel capitán indio a los cristianos que en aquel pueblo de abajo donde el cacique Atahualpa su señor tenía asentado su real estaba un toldo muy grande en el cual el cacique tenía muchos cántaros y otras diversas piezas de oro. 50
Luego llevaron aquel capitán indio a la casa del señor Hernando Pizarro y pusieron diligentemente guarda sobre él, porque así convenía que se pusiese, porque más obedecía la mayor parte de la gente al mandado de este capitán que al del mismo cacique Atahualpa su señor porque era muy valiente hombre en la guerra y había hecho mucho mal por toda aquella tierra. 50
Y así estaba aquel capitán muy enojado contra el cacique Atahualpa, su señor, diciendo que por su causa le habían maltratado. 50
Y este capitán era natural de una provincia que se dice Quito, de la cual el mismo Atahualpa era señor. Esta tierra es muy llana y rica, los hombres de ella son muy valientes. Con esta gente conquistaba Atahualpa la tierra del Cuzco. Y de ella salió el Cuzco viejo cuando comenzó a señorear todas aquellas tierras. Dijo el cacique Atahualpa que había muchas casas deputadas de oro y plata, y que el oro de las minas era menudo, porque las minas de collado eran de aquel cabo del Cuzco y eran más ricas, porque sacaban de ellas el oro en granos grandes, y no se lavaba el oro, mas del río lo sacaban en granos. 51
Cuando el gobernador supo que eran hijos del Cuzco viejo hízoles mucha honra, porque en la manera de ellos se parecía ser hijos de gran señor. 54
El uno de estos era natural señor de aquella tierra, que quedaba después de la muerte de su hemano. 54
El señor gobernador alzó por señor de aquella tierra al hijo mayor del Cuzco viejo con condición que quedasen él y toda su gente por vasallos del emperador, y él prometió de hacer. 55
Porque el que habían alzado por señor era natural señor de aquella tierra, aquel día trajo cuatro cargas de oro y ciertos copones. 55-56

Tangarara


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De allí fuimos a un pueblo llamado Tangarara adonde hicimos una población que llamamos San Miguel. 25

Tumbes


Cita Número de página
De allí atravesamos y fuimos a la ciudad de Tumbes: allí estuvimos dos o tres meses. 25